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jueves, 27 de septiembre de 2007

Hasta dónde soltar la cuerda


Algunos padres latinos enfrentan el choque de culturas con sus hijos que crecen en este país

Nelly Apaza Retamoso

'Los hijos de los inmigrantes latinos están absorbiendo el inglés y los modos de vida estadounidenses a pasos rápidos', asegura una encuesta realizada en 2005 por el Centro Hispano Pew.

"Hay una brecha generacional en los hogares de inmigrantes entre los padres nacidos en el extranjero y sus hijos americanizados", dice en la página electrónica de esta organización Roberto Suro, ex director del Centro Hispano Pew, al comentar la encuesta hecha por esta organización sin fines de lucro que realiza investigaciones sobre los latinos en este país.

Según Suro, los jóvenes latinos asimilan mejor y rápido la idiosincrasia estadounidense. Pero, ¿qué pasa con las relaciones familiares entre padres e hijos cuando esa brecha generacional y de culturas es, en efecto, muy grande?

"Hay ciertos valores y principios de los latinos que benefician a los hijos porque los protegen de comportamientos de alto riesgo, como son las relaciones sexuales a temprana edad, el uso de drogas o ser agresivos y mal educados", dijo a La Opinión el doctor en Psicología Antonio Polo, profesor asistente de la Universidad DePaul, de Chicago, especialista en Psicología de Adolescentes Mexicoamericanos.

Este experto señaló que los hijos de padres latinos nacidos en Estados Unidos muestran muchas veces comportamientos ilícitos que pueden tener repercusiones malas. Agregó que, en este sentido, es válido el temor de los padres de que su hijos adquieran esas conductas y que busquen protegerlos.

Lo que es difícil para los padres, dice el experto, es saber qué tanto soltar las riendas a los hijos.

Ana Delcid Hernández tiene 19 años, nació en Los Ángeles y todavía tiene fresca en su memoria la batalla que dio en su casa cuando, a los 12 años, quiso vestir shorts y su padre, un mexicano trabajador de hotel, se le prohibió porque era muy niña para ese tipo de ropa.

"Recién a los 14 años me dejó usarlos. Tampoco quiso que usara maquillaje, sino hasta después de los 15 años. Mi mamá es de Guatemala. Ella es más compresiva. Trató de convencer a mi papá para que me permitiera vestirme como yo quería, pero él siempre se impuso", dice Ana.

Lo más duro vino después, cuando tuvo que decirles que era lesbiana. "Los dos no aceptaron. No me hablaron por un buen tiempo. Ahora ya están entendiendo. Tengo mi pareja y ya no me dicen nada".

Su hermana Yanira, dos años menor que ella, encontró menos resistencia.

"Yo quise usar maquillaje a los 12 años, pintarme el cabello y mi papá no me dejó hacerlo, pero mi mamá me pintó el cabello al año siguiente y me dejó usar maquillaje. Yo sí me impongo. Me visto con lo que me gusta y no me dicen nada. Lo que no quieren es que tenga enamorado. Dicen que primero debo terminar de estudiar y luego pensar en tener novio".

Ana Cisneros es una madre salvadoreña que no permite que sus hijas, Patricia, de 17 años y Roxana, de 14, vayan solas a las fiestas que las invitan.

"Yo voy con ellas, a veces vamos los dos, mi esposo y yo. No me importa que seamos los únicos padres. Prefiero ver con quién andan mis hijas y cómo son sus reuniones. Creo que los padres deben vigilar mejor a sus hijos y saber con quiénes se juntan", dice Cisneros.

Tampoco les permite tener enamorados. "Yo les digo que mientras sea yo quien las mantenga deben obedecerme. Ya cuando trabajen y no dependan de mí pueden tener enamorado, vestirse como deseen e ir a fiestas solas".

El profesor Polo afirma que los adolescentes de ascendencia latina ven que a ellos se les trata de una manera distinta que a sus compañeros que son de padres estadounidenses.

"Monitorear a los hijos es muy importante, pero también los padres deben saber adaptarse a las costumbres de este país. Ellos imaginan que su vida en Latinoamérica sería mejor, sin tener en cuenta que las costumbres allá, igualmente, han cambiado".

Señala que la imagen de Estados Unidos que tienen los inmigrantes es de un país de libertinaje. "Sin embargo, hay padres e hijos que se adaptan muy bien, encuentran un balance entre los valores culturales que hay que preservar y otros que hay que modificar".

Ese balance se da, subraya el profesor de psicología, cuando los padres no tienen una reacción fuerte.

"Pueden probar ciertas reglas nuevas y ver que sirven para cada caso particular, como dejarlos salir hasta un poco más tarde, por ejemplo, siempre y cuando haya una buena comunicación telefónica para saber dónde están".

"Los adolescentes", continúa el profesor, "buscan de los padres no sólo reglas sino también una unión, una manera de divertirse con ellos. A veces los jóvenes se cierran y no se comunican [con los padres] por el miedo a que les reclamen algo o que todo sea prohibido".

"Tengan paciencia con sus padres. Los valores que ellos les inculcan son muy buenos y comunicándose con ellos les harán entender que no todo es negativo en la cultura estadounidense".

Concluye con una recomendación: que los padres latinos piensen cómo divertirse con sus hijos y cómo en sus relaciones pueden establecer lazos positivos.

Tomado de www.laopinion.com

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