La jefa de Educación Sanitaria del Siprosa afirma que la situación de la salud ha mejorado, pero reconoce la falta de una cultura de la participación.
"Hay capacidades para salir adelante, aun en medio de todas las dificultades. Es lo que hoy conocemos como resiliencia. Y aun aquellos chicos que están en mayores condiciones de vulnerabilidad tienen su capacidad de resiliencia", afirma la jefa de Educación Sanitaria del Siprosa, Sonia Fernández Vecino.
"Mi opinión es que hay que trabajar sobre ese costado, sobre esa capacidad superadora, en vez de insistir en la estigmatización de ese sector", reflexiona la especialista, en diálogo con LA GACETA.
- Desde el Siprosa se plantea que los grupos de jóvenes y de adultos mayores son un desafío a encarar....
- Es cierto. Hay diversos grupos que plantean desafíos, si los miramos desde la perspectiva de su vulnerabilidad: los pobres, los discapacitados...
- Pero el Estado ha hecho más visibles a algunos sectores, por sobre otros... Por ejemplo, los planes sociales apuntan a la pobreza, o se prioriza al sector materno -infantil...
- Lo que pasa es que la gran crisis económica que ha vivido el país ha obligado a recurrir a los planes sociales. Pero es cierto que hay una mirada sectorizada. En lo que respecta a los adolescentes, por ejemplo, hablar de la adolescencia supone entender que es un sector de la trama social. Y la problemática adolescente es una problemática social, en la que todos estamos incluidos e involucrados. Porque, si cada sector no toma a su cargo su verdadera responsabilidad, la actitud que toma, en contraposición, es la culpabilización. Y desde ahí estigmatizamos a los distintos sectores, entre ellos a los adolescentes.
- Por un lado, se reclama no estigmatizar a la juventud; pero hay situaciones protagonizadas por adolescentes que se les escapan a los adultos..
- No hay que caer en análisis reduccionistas. Hay que reflexionar sobre los dobles mensajes: en este momento hay una adherencia a valores de la juventud; el aire libre, el cuerpo joven, la gente sana... Todos ellos, valores que se relacionan con la juventud. Pero, por otro lado, el adolescente real, el que tenemos en la casa, o el que tenemos en la calle ¿cuáles son los espacios - físicos o institucionales - que tiene?; ¿cuáles son las oportunidades que tiene de ser escuchado? Y falta, también, que esa voz sea tenida en cuenta a la hora de la toma de decisiones.
- ¿Por qué cree usted que se ha llegado a este estado de las cosas?
-Creo que los adultos están muy exigidos por el trabajo; y los adolescentes se crían solos, frente al televisor. Es cierto que hay programas nacionales y provinciales destinados a crear espacios para que los adolescentes se desarrollen y sean contenidos; pero ese es un trabajo por hacer.
- Parece que los chicos les están pidiendo límites a padres que, de adolescentes, reclamaban más libertad....
- Somos una generación que pedía más libertad; que tenía ideales, que compartía, y que era solidaria. Pero también somos una generación que, por todo lo que nos pasó, en tanto ciudadanos, ha quedado mucho miedo al compromiso, a la participación. Para superar esa situación se requiere una acción integrada de todos los sectores de la sociedad. En ese sentido, hay líneas de acción, tanto desde el Estado nacional como desde la Provincia, que propician esa necesaria integración. Por ejemplo, los Centros de Integración Comunitaria (CIC) que se han construido en Tucumán, como en el resto del país, son lugares de integración interministerial.
- ¿Cuál es la tarea que desarrolla la división que usted conduce en el Siprosa?
- El área en la que trabajo, Educación para la salud, enfatiza en la participación comunitaria y en la prevención y promoción de la salud; es transversal a las otras áreas. Tenemos que trabajar con los distintos grupos etarios, y con las direcciones que se hacen cargo de esos grupos. Y debemos planificar las políticas para el trabajo en el área materno-infantil, con adolescentes, con adultos...
-¿Se están definiendo desde el Estado líneas de desarrollo sin planes sociales?
-Se está trabajando en ese sentido. Los planes van a ir desapareciendo de a poco; pero es un camino, un proceso. En lo que respecta al área de salud, tiene que ver con un cambio paradigmático, que implica pasar de una visión asistencialista a trabajar en prevención de salud. Significa reflexionar críticamente sobre los valores hacia los cuales queremos apuntar; incorporarlos al discurso de las políticas públicas de salud, y después llevarlos a la práctica, pero no sólo a nivel de dirigencia, sino a todos los actores sociales que intervienen. Es cierto que brindar salud es una responsabilidad del Estado; pero también es un derecho y una responsabilidad del ciudadano hacerse cargo de su propio cuidado.
- En Tucumán, hay grandes bolsones de pobreza a los cuales, al parecer, la promoción no les ha llegado....
- Tenemos todavía un tejido social muy deteriorado, muy lastimado, producto de los años de represión y de falta de democracia en el país. Falta reconstruir una trama social de vínculos, de alianzas y de compromisos. Y eso lleva mucho tiempo, porque ocurre que los procesos sociales se miden en décadas, no en años.
- ¿Estamos mejor parados que en 2001, para la eventualidad de una crisis?
- Creo que estamos mucho mejor parados que en 2001. Y en Tucumán, en particular, estamos muchísimo mejor parados que entonces, y muy particularmente en salud. Yo no creo que se avecine una crisis como la de seis años atrás. Creo, también, que hay que estar alerta a los agoreros, que siempre los hay, cuando empezamos a transcurrir un régimen democrático. La salud, en Tucumán, necesitaba muchísima inversión. Hay muchos avances. Lo que pasa es que el trabajo en promoción, en forma integrada entre todos los sectores sociales - sociedades científicas, ONG, la comunidad, los sectores estatales responsables de salud- representa un cambio de mentalidad; representa poder admitir que al saber lo construimos todos juntos. Y reconozco que es muy difícil ese trabajo, porque hay mucho individualismo. Creo que uno de los grandes desafíos que tenemos desde el sector salud es el trabajo integrado con Educación. Estamos sembrando semillas para que la escuela sea protagonista y promotora del tema; que se vincule con los CAPS, con los centros comunitarios; que empiece a trabajar con los chicos como protagonistas.
- Otro sector con el que hay deudas son los viejos...
- Es cierto. Lo que ocurre es que la gente vive mucho más, y esto les plantea complicaciones operativas a las familias. Por eso están llenos los geriátricos. Falta el tiempo compartido con los hijos y con los viejos. Por lo pronto, se está implementando, por primera vez en la Provincia, la historia clínica del adulto.
- ¿Cuáles son, en su criterio, los rasgos negativos, y cuáles son los rasgos positivos de la sociedad tucumana?
- Parecería que se vive en todos lados una cultura de la transgresión; creo que es una forma de ser que tiene que ver con una cultura del Norte argentino, que es más paternalista, más verticalista que la del sur del país. La propia historia de la región así lo indica. Por otra parte, el que llega a Tucumán percibe una provincia en la que late una gran vitalidad. Yo creo que hay que trabajar sobre ese potencial, y fomentar el desarrollo local. El fenómeno de la globalización nos ha hecho olvidar lo que significa el desarrollo local; esto es, recuperar las raíces, poder elegir, en lugar de que a uno le impongan cosas que no tienen que ver con sus verdaderas necesidades.
Tomado de www.lagaceta.com.ar
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