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martes, 18 de diciembre de 2007

Violador de niños: cuando el lobo se viste de hábitos

 

Por: Katiuska Vásquez

Tiene una apariencia inofensiva tanto así que la psicología dice: "Los pedófilos pueden tomar la forma de un ministro religioso amable, un entrenador de gimnasia o un cuidador de niños". Ese camuflaje es su mejor arma para seducir al niño, que en un abrir y cerrar de ojos puede caer en su telaraña. Una muestra de esa mansedumbre afloró hace pocos días en un internado rural, donde un sacerdote fue descubierto por una religiosa y un profesor en una escena deshonesta con uno de los estudiantes, según la denuncia conocida.

La máscara del pedófilo puede permanecer intacta sin levantar sospechas, sobre todo porque no existe un perfil que ponga en alerta a las víctimas. De ahí, que el depredador se esconda en una figura con prestigio y busque espacios para acercarse a los niños. "Normalmente les gusta estar en lugares con niños: escuelas, internados y parques. Se acercan, ofrecen regalos o llenan vacíos afectivos", explica la psicóloga del Centro Una Brisa de Esperanza (CUBE), Verónica Roque.

A un pedófilo lo mueve el placer, algo que marca una diferencia vital con otro tipo de depredadores, como un narcisista o un antisocial, que responden más a una relación de poder. "Ellos (los pedófilos) pueden creer genuinamente que aman a los niños y la atracción sexual hacia ellos les empuja en la búsqueda de una relación intensa e íntima con ellos. Sin embargo, su amor es destructivo y doloroso y su interés nunca es saludable", según el documento "Los depredadores silenciosos de nuestros hijos".

Esa relación de odio y amor que marca la relación del pedófilo con su víctima ha quedado en evidencia en los cuatro casos de los que se tiene antecedentes, en los últimos ocho años, en Cochabamba. Uno de ellos es el de Franz Ondarza, joven estudiante de psicología y trabajador de un centro denunciado por fotografiar a 20 niños en posiciones obscenas. Otro, es el pedófilo de la bicicleta, un depredador que acechaba a las niñas en bicicleta en la laguna Alalay, condenado en 2006 a 15 años de prisión.

El tercero es un sacerdote, profesor en un colegio del valle alto, que fue enviado a Estados Unidos, donde estaba denunciado como pederasta y que a los pocos meses se suicidó. El último caso está en investigación y tiene que ver con los niños de un internado campesino, que pasan gran parte del año fuera de sus hogares, debido a la distancia que hay entre sus comunidades de origen y la escuela.

¿Cómo reconocer a un pedófilo? Es difícil dibujar sus rasgos. Sólo se pueden tener algunas pautas, como que este tipo de depredador "no nace, sino que es víctima del contexto", explica la abogada de CUBE, Leonor Oviedo. "Su recuperación es difícil. Algunas sociedades han logrado un control de los pedófilos publicando y vigilando su vida. Aquí salen de la cárcel y no sabemos qué pasa con el agresor", prosigue.

La detección de un pedófilo suele ser una misión imposible. El agresor suele encubrir su desviación ante todos. Parece que la única manera de procurar algún tipo de protección es que las instituciones que trabajan con niños sean más rigurosas en la contratación de su personal y fijen las sanciones por anticipado.

AMBIVALENCIA AFECTIVA

Como en todos los casos de agresión sexual el pedófilo comienza a operar cuando ha desensibilizado a su víctima y logra que éste confunda el buen trato que le brinda con un sentimiento auténtico.

Por ello, el nexo entre el pedófilo y los afectados se asemeja a una historia de amor y odio, al mismo tiempo. Ello perjudica el proceso legal, debido a que previamente las víctimas deben ser sometidas a terapia especializada para que asuman que lo que ellos han vivido es un delito.

El depredador pedofílico, deja efectos devastadores en sus víctimas. Sin embargo, no todos los niños que son abusados en su infancia terminan siendo pedófilos, el rumbo que cada víctima tome depende del proceso de sanación que encare.

Asimismo, el pedofílico puede buscar cómo vencer la compulsión que tiene por los niños siempre que acepte su desviación y dé señales para someterse a terapia especializada. Sin embargo, una de las características de este agresor es una resistencia a asumir su responsabilidad. Estos casos son procesados como violación pero con la agravante que las víctimas son niños. 


La denuncia vino del internado rural

La denuncia contra el sacerdote llegó a oídos del Arzobispado el 21 de octubre y dio lugar a que el clero inicie un proceso disciplinario contra el religioso, que culminó con su alejamiento de la Iglesia, por haber incurrido en actos deshonestos.

Los primeros en denunciar el supuesto ilícito fueron una religiosa y un profesor, que trajeron a la ciudad a tres de las presuntas víctimas, para que relaten lo ocurrido con el sacerdote, que además fungía como párroco de la localidad.

Por lo avanzado, de la hora los adolescentes no alcanzaron a hablar con el arzobispo. El 22 de octubre el Arzobispado mandó una comisión al lugar para que verifique la denuncia.

Por las primeras averiguaciones, se conoce que la queja fue interpuesta por una religiosa del internado, en el que se hallan más de un centenar de niños y adolescentes, entre ellos, los 30 afectados por presuntos ultrajes cometidos por el entonces director del internado.

La investigación penal está en manos de la Fiscalía de Quillacollo. Hasta ahora han declarado voluntariamente tres miembros del clero, entre ellos el arzobispo de Cochabamba, Tito Solari.

Sentencia para Ondarza

El nombre de Franz Ondarza todavía es un recuerdo fresco en el recuento de las sentencias por pedofilia que dictaron los tribunales, en los últimos ocho años.

La lista de víctimas está llena de niños, todos del centro en el que el acusado trabajaba y al que llegó con una impecable carta de presentación: estudiante de psicología. La justicia lo condenó a 14 años, una pena que apeló al igual que la orden de traslado de la cárcel de San Antonio a Chonchocoro.

El cambio de penal perseguía que las víctimas rompan su dependencia con el condenado, debido a que muchos continuaban visitándolo tras las rejas, después del juicio, según una resolución del Tribunal Constitucional.

El fallo del Tribunal Constitucional en 2001 desechó el traslado, por lo que, el acusado purga su pena en la cárcel local. 

Tomado de www.lostiempos.com

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