Esta forma de "vestir" al terapeuta con los ropajes de un protagonista ajeno en parte a su persona (digo en parte porque, como señalo en otro escrito de este blog, "toda proyección engancha siempre en un aspecto de la realidad, en una esquina bien afilada de la misma que nos lleva a vivenciar ese girón experiencial que sentimos cuando se clava en nuestro tejido emocional") este colgarle al terapeuta ese ropaje, decía, conlleva que éste experiencie a su vez su propia constelación de sentimientos, emociones, creencias, comportamientos y actitudes respecto del paciente, en el cual, obviamente, también el terapeuta deposita su propia transferencia que, en este caso,, la denominamos contratransferencia. En definitiva, la contratransferencia, es la transferencia experimentada y proyectada por el psicólogo en respuesta a la transferencia sobre su persona del paciente.
Doy por sentado que aceptamos que no podemos saber que fue primero, si "el huevo o la gallina", en el sentido que ambas experiencias, ambas proyecciones transferenciales, surgen al unísono, son procesos emergentes que se despliegan de un orden implícito de forma sistémica.
Si jugamos por un momento a poner horizontalmente un folio sobre estas dos fotos, veremos que los personajes que aparecen están claramente diferenciados, son incluso de sexo distinto. Pero si los visualizamos en conjunto, hay que realizar un esfuerzo de atención y diferenciación mucho más intenso para llegar a tomar conciencia de que no son una misma persona. "El billete para la neurosis lo pone el espectador". Esta capacidad para "utilizar estos folios diferenciadores" en sesión de terapia y tomar conciencia plena de que "el mapa no es el territorio", es un recurso indispensable del que debe disponer el terapeuta y, al mismo tiempo, un recurso fundamental a desarrollar en el paciente.
Concluimos diciendo que ambos, paciente y terapeuta, son vestidos por el otro con una serie de ropajes que no les corresponden, como si de un juego de muñecos en el que de vestirlos se tratase, o de unos "diseñadores de moda" que sacan del baúl de los recuerdos sus prendas más estimadas para ataviar a sus respectivos modelos, esos pacientes y terapeutas que "desfilan por la pasarela de las consultas profesionales". Ambos, modelo y diseñador, paciente y terapeuta, van depositando en el otro toda una serie de prendas y accesorios vinculares cuyos propietarios originales duermen en la noche de los tiempos.
Tomado de http://sergiohuguet.blogspot.com
1 comentario:
Acaso no vestimos a todos con las prendas q nosotros poseemos para ellos??
La transferencia es constante, sobre todos los individuos
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