Gina Villagómez Valdés
Una de las nuevas aristas de los estudios de género son los tratados sobre varones. Varios ejemplos inundan la literatura académica y la denominada literatura light que uno puede encontrar hasta en los supermercados.Trabajos teóricos sobre la naturaleza de la masculinidad y las identidades y prácticas de los hombres los encontramos en "Masculinidad y poder", de Arthur Brittan; "Hombres. La masculinidad en crisis", de Anthony Clare; "La producción teórica sobre la masculinidad", de Michael Kimmel; "Masculinidades", de R. W. Connell y "La identidad masculina", de Elizabeth Badinter, por citar algunos ejemplos de investigadores extranjeros.
La producción de trabajos en México sobre el tema también es muy generosa, tal como lo demuestra Matthew C. Guttmann en su investigación "Los verdaderos machos mexicanos nacen para morir"; Rafael Montesinos en "La masculinidad ante una nueva era", o Gloria Careaga y Salvador Cruz editores de "Debates sobre masculinidades", donde se analiza la transformación del modelo tradicional de ser varón y su impacto en diversos ámbitos sociales, económicos y culturales. De la literatura light por ahora no nos ocuparemos, pero basta saber que los libros abarcan una serie temas que recomiendan mil y una formas de ser hombre y no morir en el intento, hasta recetas para evitar caer en la garras de una mujer dominante. En todos ellos, los pobres varones se encuentran al acecho de la venganza y conspiración feminista.
Estos nuevos enfoques para abordar a los varones surgieron para explicar los mecanismos a través de los cuales los hombres detentan y ejercen el poder. Pero también surgieron para explicar por qué en la actualidad algunos grupos de hombres, ciertamente no se sienten "poderosos", como señala Kimmel. De hecho, muchos hombres se sienten incapaces de enfrentar adecuadamente los cambios provocados por un mundo moderno y global que les exige cumplir una serie de funciones y prácticas socializadas desde la infancia. Por ejemplo: ser un exitoso hombre en el trabajo, ser jefe de familia protector y sobre todo proveedor.
Pero ¿qué sucede cuando esta responsabilidad no la pueden cumplir? Las exigencias llegan aún más allá. El hombre de hoy debe ser además de inteligente fuerte, audaz, disciplinado, racional, emprendedor y, al igual que las mujeres: delgado, atlético y guapo. Perdón, se me olvidó lo más importante: "ser rico".
En este contexto, los hombres de hoy se enfrentan a nuevos roles e inéditas formas de ser pareja o papá. Un ejemplo de ello es la nota que publicó el Diario el pasado 14 de febrero que decía: "Primera licencia de paternidad en el D.F.". Un empleado gana 10 días de permiso con goce de sueldo.
Esta licencia la otorgó la Comisión de Derechos Humanos con la idea de que el nuevo padre fuera a casa a cuidar a su hijo. Por primera vez en esta moderna y enorme ciudad habitada por más de once millones de varones de todas las edades, surge la primera licencia de paternidad en la que se establece más que un derecho laboral, una obligación moral que muy pocos padres respetan: hacerse cargo de sus hijos desde que llegan al mundo. Este derecho laboral significa para los varones varios días fuera del trabajo, pero habría que preguntarse si los utilizan para los fines que fueron creados o representan días de descanso en casa y no precisamente alimentando bebés o cambiando pañales.
Y es aquí donde el encanto se acaba, ya que de acuerdo con las cifras reportadas por el Inegi, sólo una mínima parte de los varones participa en actividades dentro del hogar, ya que el modelo de masculinidad aprendido les enseñó que el hogar es para las mujeres. De forma que la elaboración de alimentos y cuidado de niños quedan fuera de su función socialmente asignada.
Entonces nos preguntamos: ¿en qué condiciones y bajo qué parámetros los papás de hoy asumirán este derecho laboral? En Yucatán, al menos hasta la administración anterior, el gobierno del Estado otorgaba licencia de paternidad de tres días de permiso con goce de sueldo para atender al recién llegado a la familia. Habría que preguntar a quienes tuvieron esa prestación, si realmente cumplieron su nueva labor o la pasaron en blanco.
Lo más importante que nos muestra esta iniciativa laboral es el reconocimiento de que la maternidad y la paternidad deben ser complementarias y no sólo responsabilidad de una de las partes. Pero lo más importante, esta iniciativa viene más que nada a sensibilizar a la población para asumir nuevos roles, sin conflictos y por convicción. La tarea no es nada sencilla, pero creo que es necesario intentarla en todos los sectores laborales.
Al comenzar el mes de marzo se nos recuerda la importancia de fortalecer la unión de las familias. Y me refiero a familias en plural debido a la diversidad de formas de organización doméstica que implican las relaciones entre parientes. Familias nucleares con ambos padres e hijos, madres jefas de familia con hijos y sin pareja, familias con abuelos en casa, parejas con hijos casados que ya no viven en el hogar, hermanos sin padres, familias ensambladas o vueltas a casar o padres divorciados con hijos.
Cada una de estas formas de convivencia en familia representa diversas relaciones entre hombres y mujeres y entre generaciones. En todas ellas, las transformaciones en la cultura de género nos muestran nuevas maneras de ser hombres y ser mujeres en nuestra sociedad. Esto significa el reto de asumir los cambios y construir nuevas formas de relación familiar con la mira de fortalecer las relaciones democráticas, solidarias, sanas y equilibradas. Mérida, Yucatán.
villagomez.gina@gmail.com
Tomado de www.yucatan.com.mx
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