Incesto: una plaga silenciada de la que hay que hablar
María López Vigil
No habrá democracia si persiste la violencia contra las mujeres. No habrá
desarrollo ni transformación social ni futuro ni felicidad si persiste este
abuso de poder. El incesto es la más silenciada de las violencias.
El incesto es un problema gravísimo en Nicaragua. Lo es en toda
Centroamérica. Lo es en todo el mundo. Y aunque las cifras que nos dieran
las dimensiones de este problema son casi imposibles de obtener, porque la
gran mayoría de los casos jamás son conocidos ni llegan a las estadísticas,
algo se puede deducir a partir de los casos de violaciones sexuales
denunciadas en forma creciente por las mujeres en todo el mundo.
Son cifras aterradoras. En Estados Unidos, donde según el FBI, cada minuto
es violada una mujer, organismos feministas calculan que una de cada cuatro
niñas en el rango de 0-12 años ha sido víctima de incesto. En México, 7 de
cada 10 agresiones sexuales son cometidas por conocidos, el 35% de ellas por
familiares. En Costa Rica, el 95% de las embarazadas menores de 15 años son
víctimas de incesto. En Brasil se ha disparado el número de mujeres que
denuncian la agresión sexual de los hombres. Lo más sorprendente es
descubrir lo generalizado que es el incesto en todos los sectores de la
sociedad brasileña, afirma Marta Rocha, Jefa de la Policía de Río de
Janeiro. Varios organismos calculan que en América Latina sólo se denuncia
una cuarta parte de las violaciones sexuales que ocurren. Las que menos se
denuncian son las que constituyen incesto.
UNA SOCIEDAD MARCADA POR LA VIOLENCIA
La historia "moderna" de Nicaragua se inició con un masivo acto de violencia
contra las mujeres: los conquistadores españoles violaron a las mujeres
indígenas. El abuso del poder y la violencia han marcado la historia
nicaragüense y se han ido legitimando socialmente. En Nicaragua, la cultura
económica y social es violenta. Somos un país atravesado por inequidades
increíbles entre pocos con todo y muchos sin nada: la ignorancia y el hambre
son violencia. La cultura política, familiar y personal es violenta. No hay
costumbre de resolver los conflictos con el diálogo, la tolerancia es vista
como debilidad, las formas de lucha no violenta son desconocidas o
consideradas expresiones de cobardía inútil. No existe respeto a los
diferentes ni a las diferentes, no se sabe negociar, el lenguaje busca
siempre descalificar al oponente. Sólo quien tiene plata platica. Quien gana
lo gana todo, quien pierde lo pierde todo. Y a quien tiene poder se le
regala el derecho a abusar impunemente de él.
En la casa, la violencia es vista como algo natural, necesario. El padre le
grita y le pega a la madre, la madre le grita y le pega a los hijos y a las
hijas, las hijas e hijos mayores gritan y golpean a sus hermanos y hermanas
más pequeñas, y los más pequeños apalean al perro y salen a la calle a matar
pájaros a pedradas... Generación tras generación, cada uno de los eslabones
se engarza con el otro en una cadena sin fin. El eslabón más débil siempre
ha sido y continúa siendo el de las niñas y el de las mujeres. También
sufren violencia los niños varones, más mientras menos años tienen.
En la Comisaría de la Mujer y la Niñez de Ciudad Sandino, en Managua, se
reciben entre 12-15 denuncias diarias de maltrato físico, mental, sexual y
económico contra las mujeres, las niñas y los niños. El personal policial
que atiende la Comisaría calcula que sólo se denuncia un 5% de lo que
ocurre. Según un estudio del departamento de Medicina Preventiva y Salud
Pública de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional
Autónoma de León, realizado con 213 mujeres y 153 varones, el 26% de las
mujeres, y nada menos que el 20% de los varones, dijeron haber sido víctimas
de alguna forma de sexo forzado en sus vidas, el 35% antes de cumplir los
doce años.
Según la Encuesta de Demografía y Salud, realizada en 1998 por el Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos, el 29% de las mujeres nicaragüenses ha
sufrido abuso físico y sexual alguna vez en su vida de parte de su
compañero. La Comisión Nacional de Lucha contra la Violencia hacia la Mujer,
Niñez y Adolescencia realizó en 1999 una amplia campaña de medios para
divulgar éstos y otros preocupantes datos de la Encuesta con el lema La
violencia es una cultura aprendida. En esa cultura, los varones aprenden,
desde muy pequeños y con toda naturalidad, a usar la violencia sexual para
afirmarse ellos mismos y para imponerse sobre las mujeres.
TODO ABUSO SEXUAL ES ABUSO DE PODER
Poder y sexo aparecen estrechamente ligados en la conciencia masculina
dentro de la cultura patriarcal, son las dos llaves maestras del sistema
machista. Todo abuso sexual es, antes que nada, un abuso de poder. Desde
hace al menos diez mil años, en todo el planeta, la cultura de la especie
humana ha sido patriarcal: el poder y sus mecanismos han sido controlados
por los varones. Del poder abusan fundamentalmente los varones. Y
fundamentalmente abusan contra las mujeres y contra las niñas. Abusan de mil
maneras. También con su falo, esgrimido como un arma de dominio con el que
obtienen placer y poder, el placer del poder.
En el terreno del poder ejercido a través del sexo hay que situar las
violaciones sexuales contra las mujeres, tanto las realizadas contra mujeres
que no son pareja de los hombres que agreden, como las violaciones de los
hombres contra sus propias parejas. ¿Cómo cuantificar las violaciones
sexuales de los esposos contra sus propias esposas? En Nicaragua, éste es un
asunto del que no se habla. La especialista Susan Brownmiller señala la
existencia de una sicología de masas de la violación. La describe como un
proceso consciente de intimidación por el cual todos los hombres mantienen a
todas las mujeres en un estado de miedo, y llega a afirmar que esta
sicología ha estado presente y ha sido silenciada a lo largo de la historia
de la humanidad.
El abuso sexual más grave y traumático es la violación de una niña. Y yendo
todavía más al fondo de las turbias aguas de este pozo aparece el incesto,
el delito sexual más silenciado en cualquier sociedad del mundo. También en
Nicaragua. Según la siquiatra costarricense Gioconda Batres, pionera en
América Latina en la investigación sobre el incesto y en el tratamiento a
sobrevivientes, el incesto padre-hija, padrastro-hijastra, representa el
paradigma de la victimización femenina a través de la sexualidad masculina.
EL DELITO MÁS ESCONDIDO Y SILENCIADO
Durante un año (julio 99 - junio 2000), recorté todas las noticias que sobre
denuncias de violaciones sexuales consumadas -no los intentos frustrados ni
los acosos- aparecieron en los tres diarios nacionales: El Nuevo Diario, La
Prensa y La Tribuna, sabiendo que me asomaría tan sólo a la punta del
iceberg. El total de casos supera los 300. De ese total, casi la cuarta
parte de los casos corresponden a denuncias de incesto. En promedio, cada
seis días los diarios presentaron a los lectores de las páginas de sucesos
un caso de incesto.
Es incesto que cualquier familiar adulto toque sexualmente a una niña, que
la desnude y la mire desnuda con deseo, que se masturbe ante ella, que la
bese y la acaricie sexualmente, que la induzca a acariciar para lograr
excitación. Y naturalmente, que la viole con penetración vaginal o anal. Se
considera incestuosa no sólo la relación sexual que imponen a las niñas sus
familiares de sangre. También la que les imponen otras personas con quienes
ellas tienen vínculos afectivos o una relación de confianza y de
dependencia, personas que tienen la obligación de protegerlas, amarlas y
brindarles seguridad. Padres, padrastros, tíos, abuelos, hermanos, primos,
sacerdotes, patrones, maestros... Cualquier hombre que tenga poder -y todos
tienen siempre mucho, bastante o alguno en la cultura machista- y quiera
demostrarlo abusando sexualmente de una niña -o de un niño- comete el delito
de incesto. También hay mujeres incestuosas.
El 98% de incestos reportados durante ese año en los tres diarios
nicaragüenses se refieren a casos de penetración, señal de que sólo se
denuncian los hechos cuando llegan a ese extremo. En el 72% de los casos
fueron los padres y los padrastros quienes abusaron de sus hijas o
hijastras, niñas y adolescentes, en la mayoría de los casos de forma
continua y durante varios años. Las edades más frecuentes de las niñas están
en el rango de 10-14 años. (Sólo aparecen cinco casos de incesto contra
niños. En todos, un tío era el abusador y en todos, los niños no eran
mayores de 6 años. El abuso sexual de un varón es mucho más difícil de
admitir -por tanto, de denunciar-, porque el mito de que un niño penetrado
se vuelve homosexual -"se vuelve mujer"- exacerba el silencio de la
familia).
EL DRAMA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN El 100% de los casos que aparecieron
en los periódicos tuvo lugar en comarcas rurales y en barrios marginales de
las ciudades, en el paisaje de la pobreza y la miseria. Es una regla
universal, que se cumple también en Nicaragua y a la que hace referencia el
sicólogo Armando Sánchez, subdirector del centro SI MUJER de Managua: Cuanto
más alto es el estatus social de la pareja más se silencia el abuso sexual
dentro de la familia.
Sólo un caso durante el año registrado ocupó la primera plana de uno de los
diarios. El padrastro, 20 años, de una niña de dos años, la maltrató tanto,
con golpes y con abusos sexuales, que la mató. Los lectores pudieron ver las
fotos del hombre, de la niñita muerta y de su madre, una mujer de 19 años,
que salió en defensa de su compañero. Otro caso estremecedor y "típico" fue
el de una muchacha de 24 años, de Diriomo, que murió en el hospital de
Masaya en marzo de 1999. Al hospital llegó desnutrida y con una grave
enfermedad venérea, gritando que no la atendieran porque deseaba morir.
Desde hacía siete años sufría de desequilibrio mental. Murió de un paro
cardíaco. De pena moral, según algunas vecinas. En el hospital, la muchacha
contó que desde los doce años su padre y hermanos abusaron de ella
continuamente, con la anuencia de su madre. Contó también que, aunque en
alguna ocasión logró escapar de su casa, tuvo que volver por razones
económicas. Posteriormente, la madre declaró que todo lo que había dicho su
hija era mentira, descalificándola como una loca a la que le gustaba buscar
hombres para acostarse con ellos. La madre achacó la muerte de su hija al
inadecuado tratamiento que los médicos le dieron en el hospital. Los diarios
no informaron más del caso ni aclararon la verdad de estas dos versiones
contradictorias.
TRES LLAVES GUARDAN EL SECRETO
Mientras los periódicos dan cuenta de algunos casos, casi siempre con
sensacionalismo y morbosidad, sin contexto y sin pistas que lleven a una
reflexión constructiva, la mayoría de los incestos que ocurren en Nicaragua
quedan ocultos para siempre. Resguardan el secreto tres gruesas llaves: la
del dolor, la del pudor y la del temor. El silencio favorece la impunidad.
Silencio e impunidad extienden la epidemia. El incesto es una enfermedad
social endémica que no ha sido erradicada en ningún país del mundo. Tampoco
en Nicaragua, donde uno de los mayores problemas es el subdesarrollo de los
recursos necesarios para enfrentarla eficazmente, empezando por una
ignorancia generalizada sobre conceptos elementales, incluidas las palabras
con que nombrar el drama.
Un necesario primer paso es emendar que los incestuosos no son
exclusivamente hombres pobres que viven en hacinamiento ni sicópatas ni
alcohólicos. Los aberrados -ese sonoro calificativo que tanto emplean los
medios nicaragüenses para estos casos, induciendo que son locos degenerados
quienes esto hacen- están por todos lados. Son hombres totalmente normales,
hasta encantadores, pertenecen a todas las clases sociales y a todas las
profesiones. Viven por igual en ranchos de cartón y en mansiones. Son
marginales anónimos y adinerados con gran reconocimiento social. Si de esta
plaga se hablara, nos sorprendería descubrirla entre las cuatro paredes que
habitan tantas "buenas familias" de Nicaragua. En 1998 nos sorprendió
descubrirla entre los muros de la casa presidencial.
ZOILAMÉRICA: UN CASO EMBLEMÁTICO
Entre marzo y junio de 1998 el caso de incesto denunciado por Zoilamérica
Narváez ocupó primeras planas en todos los medios nicaragüenses y en todas
las conciencias, obligando a reflexionar, en cualquiera de las direcciones
posibles, sobre este delito, tan celosamente escondido.
En la historia que reveló esta valiente mujer, en la que el protagonista
masculino es el máximo dirigente del FSLN y ex-Presidente de Nicaragua,
Daniel Ortega, su padrastro, se pueden encontrar, uno imbricado en el otro,
los hilos que tejen la trama de casi todas estas historias ocultas. El hogar
transformado en el espacio del peligro. La madre convertida en rival y en
cómplice. La noche transformada en el tiempo del miedo. La resistencia
convertida en sumisión. El atrapamiento en una trampa sin salida. El secreto
cargado como un aniquilante fardo de vergüenza. La confusión de todos los
afectos. Las máscaras usadas por el abusador para imponerse y por la víctima
para sobrevivir. La zozobra permanente. La identidad perdida. La niña
colapsada en el cuerpo de la mujer. Las mil y una destrucciones que causa en
el espíritu la violación del cuerpo. Lo que más consterna en este caso es el
alto grado de manipulación y el desmesurado abuso de poder con los que actuó
Daniel Ortega.
La revolución sandinista -representada nacional e internacionalmente durante
años por el hombre denunciado por Zoilamérica- transformó positivamente
muchas realidades sociales, y al tocar "con magia" muchísimas conciencias,
desató infinitas energías de solidaridad que hicieron avanzar a Nicaragua
durante una década. El espacio que quedó más intocado fue el espacio
privado. Dentro de los hogares, los hombres que se proclamaban
revolucionarios siguieron ejerciendo su poder despóticamente y las mujeres,
madres y abuelas, siguieron transmitiendo los códigos del poder machista a
sus hijos y a sus hijas en un ciclo histórico al que la revolución apenas
prestaba atención.
En la denuncia de Zoilamérica, que sacudió a la sociedad
nicaragüense -paralizando a unos, movilizando a otras, acobardando a unos,
clarificando a otras- entendimos la gravedad que tuvo que un movimiento que
enarboló las banderas de la justicia y la dignidad y pretendió ser
alternativa a un sistema de poder político y económico tan injusto dejara
prácticamente sin tocar el espacio privado. Entendimos los límites
estratégicos que tuvo la revolución porque la dirigían hombres forjados en
la jerarquía militar y a quienes se les otorgó un poder casi absoluto.
ROMPAMOS EL SILENCIO: UN ESFUERZO PIONERO
A raíz de la denuncia de Zoilamérica, la Red de Mujeres contra la Violencia
y personas y organizaciones que formaron el Comité de Apoyo a un caso que
hará historia, decidieron realizar diversas acciones para develar la
ocultada tragedia del incesto. Por primera vez se hacía en Nicaragua un
esfuerzo colectivo en esta dirección. La devastación material y moral
provocada por el paso del Mitch postergó la iniciativa. Por fin, entre el 27
de mayo y el 12 de junio de 1999 se celebraron en Matagalpa, Estelí,
Chinandega, Masaya, Puerto Cabezas y Bluefields seis foros regionales sobre
abuso sexual e incesto. Se trataba de identificar cuán extendida está esta
plaga a nivel local y regional, y de elaborar propuestas concretas para la
"vacuna" y la erradicación. En los foros se trabajó sobre aspectos
sicosociales, jurídicos y preventivos. Participaron funcionarios de diversos
ministerios junto a gente de distintos grupos de la sociedad civil.
Los debates demostraron que, aunque en lo político, lo económico y lo social
existen diferencias, a veces muy grandes entre unas y otras regiones de
Nicaragua, el incesto abunda por igual en todas y en todas son similares las
características con las que se presenta y las razones por las que se
silencia. El proceso de reflexión concluyó en Managua, en noviembre, con el
Primer Simposium Nacional sobre Abuso Sexual e Incesto hacia la Mujer, la
Niñez y la Adolescencia, organizado con el lema EI abuso sexual si existe.
Rompamos el silencio. Aunque todo esfuerzo pionero abre caminos, las
organizadoras reconocieron que quienes participaron a lo largo de todo el
proceso fueron mayoritariamente miembras y miembros del movimiento de
mujeres y de ONGs que ya tenían bastante conciencia de esta problemática y
ya trabajaban con víctimas y sobrevivientes.
HOGAR, AMARGO HOGAR...
Así como la violación sexual "clásica" -la de un momento, la que tiene como
escenario una calle oscura, un rancho monte adentro o un predio de la
ciudad- comporta casi siempre lesiones, gritos, resistencia frente a la
imposición de la fuerza física del varón sentida claramente como violencia,
agresión y daño, el incesto, en una gran mayoría de casos, tiene otro
escenario: no hay gritos sino silencio, no hay resistencia en la víctima
sino perplejidad y un miedo paralizante, él abusador no ejerce el poder de
la fuerza sino la fuerza del poder. Para la niña la confusión antes, durante
y después del abuso sexual es total: por qué me hace esto, qué debo hacer
yo... Generalmente, el incesto no deja lesiones externas. Las huellas quedan
muy adentro, tanto en el tejido del cuerpo como en el de la mente y en el
del espíritu. A veces tiene que pasar mucho tiempo para que se pueda
dimensionar la magnitud de los daños.
Otra característica que marca una diferencia es que después de una violación
"clásica", el violador huye mientras la víctima da paso a su rabia e
indignación. Los límites entre una y otro están totalmente claros. Después
del incesto todo es confuso. La víctima queda impotente ante un hombre al
que quiere y respeta y que puede mostrarse "cariñoso". A veces hace regalos,
a veces chantajea, a veces amenaza. Siempre pide guardar el secreto. Y
siempre se queda ahí, en "el lugar del crimen", omnipotente y seguro entre
las cuatro paredes de la casa y cerca de su víctima. Al terminar de actuar,
sólo se quita una máscara y se pone otra, la del hombre responsable.
No es fácil asomarse a todas las claves de esta tragedia, no resulta
sencillo bucear en las razones del silencio y la "pasividad" de las
víctimas, que a veces callan durante muchos años, durante toda una vida,
profundamente heridas y confundidas. En ocasiones es más fácil creer que las
jóvenes inventan el incesto o disfrutan de él que cuestionar todo un sistema
familiar y social que posibilita estos hechos, afirmó en el Simposium la
mexicana Esperanza Reyes Carrión, coordinadora de un Centro Integral de
Apoyo a la Mujer de México DF, que recomendó desgenitalizar la perspectiva
con que miramos este delito para poder enfrentarlo eficazmente: No hay que
centrar el problema en lo sexual sino en el ejercicio del poder.
¿EN QUÉ ESTADIO ESTÁ NICARAGUA?
Nicaragua es un país con una mayoría de población compuesta por niñas y
niños. El 46% de la población es menor de 14 años. En el Simposium se señaló
que la sanidad de una sociedad tiene en la situación material y espiritual
en que viven sus niños y sus niñas uno de los indicadores más fiables. Y se
mencionaron los diferentes estadios en que se encuentran las sociedades ante
la realidad del abuso sexual contra niñas y niños. Primer estadio: se niega
que haya un abuso generalizado y los casos conocidos se consideran hechos
aislados, excepciones, achacándolos a sicópatas y a alcohólicos. Segundo
estadio: se pone mucha atención a los casos más espeluznantes, pero sin
situarlos en el contexto cultural adecuado. Tercero: la sociedad se
preocupa, brinda diversas formas de atención y plantea estrategias. Cuarto:
las estrategias se coordinan, empiezan a mostrar su eficacia y la sociedad
avanza en diversos frentes para develar el abuso y para frenarlo. Quinto: la
sociedad ama a sus niñas y niños, los cuida, los protege y siempre prioriza
su desarrollo y bienestar.
¿En qué estadio se encuentra Nicaragua? Una mayoría parece moverse sin pizca
de preocupación entre los dos primeros estadios, mientras una minoría muy
activa lucha valiente y tenazmente en el tercer estadio tratando de abrir
caminos. En este terreno, como en el de la economía o en el de los avances
tecnológicos, vivimos en un país de "dos velocidades", entre el ábaco y las
computadoras, entre las letrinas y los inodoros de lujo de Absolute
Solutions. En el país en donde una sandinista, Zoilamérica Naváez, rompió el
silencio de forma tan audaz, la emisora de mayor audiencia de Managua
comentaba así la violación anal de una tierna de quince días que tuvo que
ser hospitalizada: ¡Qué degradación moral, son señales de los días del fin
del mundo!
FALTA DE SENSIBILIDAD, IGNORANCIA, CINISMO, IMPUNIDAD...
Aunque el incesto es una plaga endémica, la sensibilidad sobre sus
consecuencias, la información sobre los "virus" culturales que la transmiten
o los remedios derivados de un análisis de las relaciones de poder que
podrían empezar a curarla es notablemente escasa. En mayo se exhibió en los
cines de Managua el film de James Mangold Girl Interrupted (Inocencia
interrumpida) que, sin explicitarlo nunca, presenta a varias muchachas en
terapia por historias de abuso sexual. En el caso de Daisy, el guión da
suficientes pistas para emendar que se trata de una adolescente víctima de
incesto. Daisy, abusada por su padre, atrapada por esto en la bulimia,
termina suicidándose. El comer compulsivo de la muchacha causó risas
escandalosas entre los espectadores de la película el día que fui a verla, y
Daisy fue descrita por el comentarista de cine de la revista juvenil del
diario La Prensa como una joven malcriada a quien le encanta comer pollo
rostizado. En El Nuevo Diario, el experto en cine habló de lo que le ocurría
a Daisy como una delicada situación. Pero no le puso nombre a esa situación.
¿No entendió el comentarista de qué se trataba o no se atrevió a hablar de
eso, porque "de eso" no se habla?
Abunda la insensibilidad y también una ignorancia cínica nacida de la
"complicidad machista", más sólida que la complicidad de clase. En junio de
1999, el ex-coronel Lenín Cerna -ex jefe de la Seguridad del Estado en los
años 80 y hoy responsable de la campaña electoral del FSLN- fue entrevistado
en el diario La Tribuna sobre la realidad política nacional, la crisis en el
FSLN y la posible candidatura presidencial de Daniel Ortega para las
elecciones del 2001, por la que Cerna abogó. Al preguntársele qué pensaba de
la denuncia hecha por Zoilamérica contra Ortega, afirmó que se trataba de un
problema de carácter familiar, de un problema penoso, y aunque daba a
entender que lo denunciado era cierto, lo minimizó: Si vos recurris al
vulgo, te saca la sabiduría milenaria y no te asusta la acusación, para
añadir que en Nicaragua hay centenares de casos más claros y no constituyen
ningún problema. Es difícil imaginar un país del mundo donde se le tolere a
un dirigente político expresar públicamente estos criterios.
CONVIRTIENDO LA OSCURANA EN CLARIDAD
En la opinión de Cerna se expresa el atraso y la oscuridad en que viven
muchos sectores de la humanidad. Hasta hace relativamente poco, el
incesto -al igual que otras formas de violencia intrafamiliar, la mayoría de
ellas protagonizadas por los varones contra las mujeres- era siempre un
asunto "normal" y de orden estrictamente privado. Sólo las cuatro paredes de
una habitación -a veces las de la casa entera- conocían el "secreto de
familia", considerado inviolable. Que la violencia cometida entre cuatro
paredes sea vista como un asunto que corresponde enfrentar a las instancias
públicas, que se considere ya universalmente que el incesto es una violación
de los derechos humanos, incluso que el incesto sea ya asumido como una
forma de tortura, es algo muy reciente, es una conquista del movimiento
feminista mundial y un gigantesco avance del pensamiento humano.
En la obra en varios tomos La historia de la vida privada, Michelle Perrot
refiere lo que ocurría en la culta Francia de la primera mitad del siglo
XIX: La gestión familiar del sexo se halla rodeada de silencio. Y es muy
poco lo que sabemos. El incesto, en particular, era una práctica corriente y
se nos escapa más que cualquier otra cosa... La virilidad está amasada de
proezas fálicas, ejercidas con toda libertad sobre las mujeres y sobre todo
sobre las hijas -a las que en ciertas regiones se puede violar casi
impunemente-, o sobre los niños, contra cuyo pudor se puede atentar con tal
de que la cosa no sea pública... La violación se consideraba como una
variante de los comportamientos ordinarios en la relación hombres-mujeres.
La 'normalidad' sexual englobaba todo el abanico de sus consecuencias: la
violencia, la frustración, la muerte... La idea de la denuncia parece
imposible de concebir, informulable. A lo largo de la segunda mitad del
siglo XIX un aumento de la represión judicial parece indicar una mayor
sensibilidad.
Hoy, Francia, junto a otras decenas de países, también Nicaragua, ha
ratificado la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (1979). En 1996, Nicaragua ratificó y
convirtió en ley nacional la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem do Pará, Brasil,
1994). Esta legislación compromete al Estado de Nicaragua a investigar,
prevenir, castigar y eliminar esa cruel forma de violencia que es el
incesto.
REZAGOS Y DESAFIOS
En Nicaragua, algunos rezagos resultan increíbles. Durante el Simposium
llamó la atención, por ejemplo, la confesión del médico Oscar Núñez: La
Sociedad Nicaragüense de Pediatría tiene 53 años de existir, es una de las
sociedades de mayor prestigio dentro del gremio médico nicaragüense. Y sin
embargo, no fue hasta marzo de 1999 que acordamos, por primera vez en la
historia del gremio, discutir en un congreso el abuso infantil y el maltrato
infantil. La Sociedad Nicaragüense de Pediatría carece por completo de
registros de estos casos. Como médicos, tenemos obligación de notificar si
un niño que nos llega a cualquier instancia de la salud pública padece de
sarna, pero no existe la notificación obligatoria del niño o la niña que ha
sufrido maltrato infantil.
Núñez señaló que el Ministerio de Salud carecía de una estrategia para
abordar esta problemática y se refirió al proyecto piloto iniciado en el
Hospital Infantil La Mascota de Managua: Estamos terminando de elaborar lo
que es el ABC del maltrato infantil, del abuso sexual contra las niñas y los
niños, todos los elementos clínicos que van a orientar al médico, al
pediatra, para sospechar, para saber, para dictaminar que algo de eso le
pasa a su paciente.
Las especialistas en abuso sexual infantil e incesto insisten en que los
ofensores "saben escoger" a sus víctimas. La verdad es que la cultura
patriarcal les aguza el radar y les presenta un gran abanico dónde elegir.
El sistema patriarcal produce ofensores y víctimas en serie. En Nicaragua el
sistema educativo lleva las marcas del sistema. En una gran mayoría de
escuelas del país está generalizado el autoritarismo, la falta de debate y
la imposición de la disciplina por el temor a los castigos. Se transmite así
sumisión y subordinación, predisponiendo a los niños a aceptar el abuso,
especialmente a las niñas, que llegan al aula de hogares donde ya viven
sometidas a las necesidades, los caprichos y hasta a la violencia de "los
hombres de la casa". Además, en el sistema escolar nicaragüense hay un
notable vacío de educación sexual. Niños y adolescentes se desinforman y
maleducan en las calles, en base a chistes, mitos y estereotipos machistas.
En la escuela no se habla francamente de la sexualidad, mucho menos de la
violencia sexual, no se brinda de forma consistente una educación sexual
liberadora. Esto reduce casi a cero las posibilidades de que las niñas se
enfrenten con herramientas adecuadas al acoso sexual, a los abusos contra
sus cuerpos y a la violencia machista. Todo esto facilita que sean presas
más fáciles de los hombres incestuosos.
La escuela y el sistema educativo juegan un papel importantísimo en el
enfrentamiento de esta plaga. Durante el Simposium, José Antonio Alvarado,
entonces Ministro de Educación lo reconoció así: Creo que el silencio no
sólo debe romperse, sino que la palabra debe de conducirse de la mejor
manera posible. Y esto significa no conformarnos solamente con encontrar
respuestas coyunturales, sino tratar de articular un plan coherente, con
visión de largo plazo, donde la educación tiene una función primordial.
UN TRAUMA CON GRAVES CONSECUENCIAS
No baste la prevención mejorando la educación. Es necesario mejorar la
atención a las sobrevivientes de esta forma de tortura. Las niñas víctimas
de incesto, las muchachas y las mujeres que han sobrevivido al incesto
padecen una "enfermedad", un conjunto de síntomas síquicos y físicos que
constituyen el llamado síndrome de estrés post-traumático, con similitudes
al que padecen las víctimas de guerra. El incesto deja huellas que alteran
la personalidad. Los efectos de este trauma no desaparecen si no son
tratados terapéuticamente. Y con el tratamiento nunca se obtienen resultados
a corto plazo, sino a mediano y largo plazo.
Aunque hay síntomas clásicos, las consecuencias de este trauma varían según
la subjetividad y la personalidad de la niña, la edad a la que ocurre, el
tiempo que dura el abuso, quién abusa de ella, qué poder tiene sobre ella
quien abusa, el papel positivo o negativo que juega la madre, etc. El
incesto tiene consecuencias en toda la familia y afecta especialmente la
relación madre-hija.
Las niñas y muchachas que padecen incesto tienen trastornos muy frecuentes
en el aprendizaje (dificultades de concentración y de comprensión, deserción
y fracaso escolar). Las maestras son de gran ayuda para detectar casos si
atienden a señales típicas: un inesperado bajo rendimiento o deseos de
emulación desmedida, cambios bruscos en el comportamiento habitual,
silencios extraños, aislamiento en los recreos. Se dan siempre trastornos en
la conducta (retraimiento extremo o agresividad), en la sexualidad
(inhibición extrema o erotización prematura y tendencia a la promiscuidad).
Hay trastornos en el sueño (pesadillas, insomnio, sonambulismo) y en la
alimentación (bulimia y anorexia). Hay dolores corporales típicos, que
pueden llegar a producir enfermedades invalidantes. Muy recientemente, la
Asociación Médica de Estados Unidos probó que el sistema hormonal de las
mujeres que han sido víctimas de incesto y abuso sexual en la niñez está
alterado, lo que las hace seis veces más sensibles al estrés. Abunda la
tendencia a autoagredirse: heridas, mutilaciones. Siempre ronda la idea del
suicidio.
A pesar de tantos síntomas físicos, que exigen un tratamiento especifico,
Esperanza Carrión insistió en el Simposium en la importancia de
desmedicalizar la atención a las sobrevivientes de incesto. Y esto porque
las mujeres y niñas no están enfermas a título individual por haber vivido
agresiones sexuales, y por eso no se les puede colgar una etiqueta médica.
Esto sería reducir el fenómeno a casos clínicos de víctimas y victimarios.
En Nicaragua, la ignorancia que prevalece sobre el tema y la costumbre tan
arraigada de la automedicación lleva a familiares y a médicos a tapar los
problemas sicosomáticos que deja el trauma -pesadillas, llantos, malestares
gástricos- atiborrando de pastillas a las niñas.
RAIZ DE PROSTITUCIÓN Y SUICIDIOS
Son muchas las consecuencias sociales del incesto. La prostitución de niñas
y adolescentes está creciendo en espiral en Nicaragua. Y es escandaloso el
número de muchachas nicaragüenses que emigran a Costa Rica a trabajar como
pequeñas prostitutas. A menudo, la prostitución no es más que el final de
una historia de incesto nunca confesada. La explotación sexual de niñas está
faci
Que estas buscando?
viernes, 20 de abril de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario