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lunes, 14 de mayo de 2007

¿Violencia Doméstica o Problemas de Género?



Desde hace unos años, somos conscientes de un aumento de las denuncias de malos tratos sufridas por mujeres, si bien, el número de las mismas interpuestas ante las comisarías o juzgados suponen un mínimo porcentaje sobre el total de las agresiones y malos tratos que se sufren a diario en nuestro país - sólo entre un 5% y un 10% del total de casos -. Las cifras oficiales indican que cada año mueren 60 mujeres en España a manos de sus compañeros o ex compañeros, y lo que resulta evidente es la existencia de un profundo desconocimiento en el conjunto de la sociedad de las causas intrínsecas que llevan al agresor a violar los más elementales derechos de sus víctimas. Consecuencia directa de esta situación, supone la falta de respuestas adecuadas a una problemática mal entendida por parte de quienes disponen de la capacidad de prestar apoyo político, económico y judicial. No es extraño pues, que nos encontremos con planes denominados "contra la Violencia Doméstica" - como si las agresiones a las mujeres solo se produjeran en el ámbito de la vida familiar "privada" -; con escasa aportación económica para la puesta en marcha de los recursos adecuados y de su importantísima coordinación; y con sentencias judiciales que no restablecen los derechos a las víctimas y no castigan suficientemente al agresor.

Sin duda, la "red de redes" nos ofrece actualmente a los trabajadores sociales la posibilidad de acercar a mayor número de ciudadanos y ciudadanas el objeto de nuestro estudio científico-social. Pero a la vez, debemos atenernos a las características propias de la misma, lo que en esta ocasión ha hecho recomendable dividir el presente trabajo en dos entregas con el objeto de mejorar, tanto su presentación en pantalla, como de facilitar la lectura detenida de sus líneas.

Líneas que pretenden ofrecer un poco de claridad al respecto de la pregunta que angustiosamente se realizan todos los ciudadanos cada vez que se conoce un caso de maltrato a la mujer: ¿qué está sucediendo en el seno de nuestra sociedad?. También tienen como objeto difundir al resto de compañeros dedicados al trabajo social un escueto resumen sobre los conocimientos actuales existentes sobre esta problemática. Y por último, para aquellos que ya estén familiarizados con el estudio de la situación, invitan a la reflexión conjunta, con objeto de que entre todos, se alcancen propuestas adecuadas de resolución.

Para ello, abordamos la problemática delimitándola en los siguientes puntos:

· Diferenciación de la conducta violenta de carácter general, de la propia y específica que se dirige contra la mujer

· Breve visión histórica de la situación de maltrato a la mujer

· La agresión específica dirigida a la mujer

· Respuestas institucionales actuales a la problemática del maltrato a la mujer

· Reflexión profesional; preguntas y propuestas

¿Violencia Doméstica o Problemas de Género?

Diferenciación de la conducta violenta de carácter general, de la propia y específica que se dirige contra la mujer

Las conductas violentas hacia las mujeres de forma exclusiva por su condición de tal, son hechos evidentes. Resulta de vital interés para realizar una aproximación oportuna a esta realidad, diferenciar de forma correcta los actos violentos aislados que pretenden la consecución de un objetivo concreto determinado e inmediato en un momento dado, de las acciones violentas llevadas a cabo bajo determinantes propios de la conducta agresiva motivada por causas de género. A este respecto, puede resultarnos útil la lectura del Código Penal (CP). El CP establece que, aunque no haya distinción por el sexo en ninguno de los tipos de delitos recogidos, sólo podemos encontrar determinados en los que la víctima es mayoritariamente la mujer. De ellos, destacan los de agresión sexual y violencia sobre el cónyuge o persona unida por análoga relación (arts. 178 y sigs., art. 153). No se observa, por el contrario, que en ninguno de ellos la víctima sea el hombre como consecuencia del papel que ocupa en la sociedad.

Así pues, no todas las conductas agresivas pueden ser consideradas de la misma forma, porque el motivo que las provoca es bien distinto, y la violencia dirigida hacia la mujer por su condición de tal, debe de explicarse de forma distinta a la utilizada para otros casos. No bastan solamente respuestas basadas en el distinto estado de salud mental del agresor; en la situación socio-económica y la presión derivada de ella bajo la que se produce la agresión; en las posibles tensiones motivo de la interrelación personal, etc. Es necesario recoger todas las posibles causas, analizarlas, conceptuarlas y clasificarlas de forma que constituyan un cuerpo explicativo apropiado para realizar posteriormente un diagnóstico adecuado de la situación. Y en el caso concreto de la agresión a la mujer, tales causas presentan todas ellas fundamentalmente, aún cuando encubierto, un denominador común: mantener la autoridad masculina, y derivado de ello, la subordinación femenina. La violación, el abuso sexual, el maltrato físico, en definitiva, cualquier forma de manifestación agresiva continuada en el tiempo y sin una explicación que no se acerque a lo "absurdo", se puede encuadrar dentro del miedo del hombre a perder su autoridad, en definitiva, a controlar la relación y todos sus aspectos, tal y como él se proponga.

Breve visión histórica de la situación de maltrato a la mujer

El propio devenir de la historia nos confirma - según retrocedemos en el tiempo, cada vez de forma más clara - que la mujer ha estado supeditada a la voluntad del hombre en la mayor parte de su desarrollo personal, lo que la ha supuesto desde la limitación de sus capacidades intelectuales, a la aniquilación del derecho inherente a disfrutar de su capacidad sexual, e incluso la pérdida de los más elementales derechos relacionados con la propia vida. La aproximación histórica que se pretende llevar a cabo tiene como objeto el ser breve. Así pues, se ha considerado más adecuado remitirse en el tiempo solamente hasta la Edad Moderna, es decir, comenzar la descripción a partir del siglo XVI. Tampoco se puede olvidar señalar que el contexto social que se describe en esta aproximación se sitúa en la llamada "sociedad occidental" y que por lo tanto, el desarrollo en el tiempo de las distintas respuestas sociales a los casos de agresión presenta diferencias significativas respecto de otras zonas del planeta.

Entre los siglos XVI y XVIII las agresiones a las mujeres, y en concreto, aquella de la que más denuncias públicas se realizaban, la violación, no son consideradas en sí mismas un delito, y en el mejor de los casos, lo es de modo poco significativo. Para obtener la atención de un juez la víctima debía hacer hincapié en la violencia accesoria, es decir, en manifestaciones como la irrupción en domicilio privado, la amenaza a mano armada, y el rapto o las heridas. Todas estas formas contribuían a dotar de mayor gravedad el crimen. Durante el siglo XVI las ciudades protestantes de Alemania y Suiza exigían una educación primaria para las niñas, lo que no sirvió para la propia consideración de la mujer, pues se seguía pensando que esta debía cumplir su función principal: el matrimonio y dentro de este la comodidad del marido, al margen de los hijos y del cuidado de la casa. En Francia, ROUSSEAU afirmaba "Hecha para obedecer al hombre, la mujer debe aprender a sufrir injusticias y a aguantar tiranías de un esposo cruel sin protestar... La docilidad por parte de una esposa hará a menudo que el esposo no sea tan bruto y entre en razón".

Durante la edad contemporánea (siglo XIX) se duda de la capacidad de la mujer en multitud de casos, hasta el punto de que está se encuentra sometida al marido. Las mujeres no pueden ejercer sus legítimos derechos aunque los posean. La autoridad del marido administra la sociedad conyugal y dirige a la mujer y a los hijos. La mujer rinde culto al marido, pues este la protege. A este respecto cabe citar lo que manifiesta el artículo 213 del CC francés: "el marido debe protección a su mujer y la mujer debe obediencia a su marido". El marido, además, puede vigilar la conducta de su esposa pudiendo hacer uso de la violencia siempre que se trate de actuaciones que lleve a cabo la mujer y que supongan una alteración del fin legítimo del matrimonio. Así pues, la violación encubierta si se produce dentro del matrimonio sin graves sevicias, no es tal mientras que la infidelidad de la mujer es altamente penada, pues con ella se corre el riesgo de hacer entrar un extraño en la familia y perturbar así la justa distribución de los bienes.

Como se puede comprobar, se trata de un conjunto de comportamientos y posiciones individuales perjudiciales, que encuentran su máximo esplendor en el siguiente ejemplo con el que se finaliza este escueto recorrido histórico: el CP francés, en su artículo 324, afirma que "es excusable el asesinato de esposa y/o cómplice cometido por el marido en flagrante delito en el domicilio conyugal".

Aún cuando resulte paradójico, todos estos comportamientos se producían no hace más de 150 años en su mayor grado de crudeza, a lo sumo tres generaciones de familias anteriores a las actuales.

La Agresión específica dirigida a la mujer

Intentar explicar que causas motivan un posible comportamiento agresivo del hombre hacia la mujer no puede servirse únicamente de datos simples o reduccionistas que inviten a una interpretación vulgar de la situación. Es necesario partir de puntos de vista lo más amplios posibles que deben a su vez presentarse de forma preferentemente clasificada. Así pues, tales comportamientos agresivos no pueden encontrar explicación sólo en rasgos independientes como pueden ser el "machismo" del agresor, su dependencia del alcohol, o su situación de paro prolongado; factores todos ellos que influyen a este respecto. Es lógico también que no todos los factores se presenten en todos los casos de igual forma, pero si puede afirmarse que en gran parte de las situaciones inciden todos ellos.

La clasificación mencionada, puede ser la siguiente:

· factores socio-culturales

· factores socio-económicos

· factores relacionales próximos

El factor socio-cultural juega una vital importancia en la determinación de las causas que provocan la conducta agresiva dirigida a la mujer. El ser humano, como tal, nace con una sexualidad definida - hombre o mujer -. Por el contrario, otro de los aspectos que definen y distinguen a unos individuos de otros, y que no presentan una dependencia biológica - natural, es el referido al género - masculino o femenino -. El género supone todo el conjunto de comportamientos sociales individuales externos asignados al individuo en función de su sexualidad. Cada género, se encuentra definido por un conjunto de caracteres constituidos o definidos en el entorno social en el que el individuo se desenvuelve y que responden a motivaciones de carácter cultural. La propia cultura y sus características definen al propio género. Así pues, el proceso de socialización resulta de vital envergadura para la transmisión del conjunto de roles de comportamiento que se atribuyen a cada uno de los mismos, lo que permite además que estos aparezcan como natural y biológicamente determinados. En el caso que nos ocupa, el género relativo a la mujer, respecto del hombre, presenta los siguientes rasgos distintivos:

* a nivel personal

Ø la mujer vive en un entorno en donde existen expectativas de que esta obedezca los mandatos del hombre

Ø la autonomía de la mujer implica ridiculizar la capacidad de control de la mujer por el hombre

Ø la mujer está restringida en la forma de moverse: el movimiento femenino, el gesto y la postura deben exhibir no sólo constricción, sino además gracia y un cierto erotismo refinado - esta como en una "cápsula" -

Ø el cuerpo de la mujer debe de atender a una determinada proporcionalidad - manifestación extrema de esta situación es la anorexia nerviosa, cristalización en forma patológica de una obsesión cultural extendida -

Ø el rostro femenino y los cuerpos están entrenados para sostener una expresión deferente y agradable

Ø el cuerpo de la mujer se constituye en superficie decorativa existiendo mucha disciplina inmersa en todo el proceso, fundamentalmente en la aplicación del maquillaje y en la elección del vestuario, resultando una manifestación de arte y disciplina, a lo cual cabe sumar el peinado, el perfume, los complementos, etc...

* a nivel sexual

Ø las mujeres viven y describen sus encuentros sexuales de forma pasiva, como algo que les pasa, y no como elegido conscientemente

Ø para muchas mujeres la sexualidad es como llevar una pesada carga, más que una experiencia que las libere

Ø la reputación de las mujeres se menoscaba cuando estas mantienen un número cada vez mayor de experiencias sexuales

Ø se considera a la mujer como objeto en el que se debe enfatizar su atractivo físico y su habilidad para estimular y satisfacer los deseos de los hombres

Ø el abuso de la mujer dentro del matrimonio se considera un tema privado cuya intervención perjudicaría la continuidad de la unidad familiar

Ø la violación intramatrimonial y abuso sexual todavía no son considerados en su mayoría como tales

* a nivel funcional

Ø se asigna a la mujer un determinado "ideal" constituido por determinadas funciones sociales - las domésticas - y ciertas conductas - la dulzura, la paciencia y la comprensión, entre otras

* a nivel laboral

Ø conflicto en las áreas de trabajo (como amas de casa y en el ámbito del mercado de trabajo)

Ø inadaptación de los medios laborales a las características propias de la mujer ( las distintas herramientas han sido producidas para las características distintivas de los hombres)

El factor socioeconómico atiende a la forma en la que las características socio-económicas influyen en el posible desencadenamiento de actos violentos, tanto de forma directa como indirecta. En la actualidad, el empleo ejerce un papel importante en la realización individual - no olvidemos que constituye en la actual sociedad occidental la forma de participación social, tanto a nivel productivo como en lo relacionado con el consumo - que influye, como es de imaginar, en el estado de ánimo de las personas. Así pues, la falta del mismo motiva en muchos casos la aparición de cuadros depresivos motivados por la insuficiencia personal de controlar la propia vida. El alcohol también puede afectar en lo que a las agresiones físicas y sexuales se refiere, pues constituye un desinhibidor para determinados hombres.

Los factores relacionales próximos se refieren a la relación preexistente entre la víctima y el agresor, circunstancia que se produce con mucha frecuencia en el caso de las violaciones, en el acoso y en el maltrato como constitutivo de la relación afectivo-sentimental. Uno de estos factores fundamentales, lo constituye la familia. La familia es el lugar donde se desarrollan las diferentes agresiones a la mujer. Se trata de familias con problemas de comunicación, con dificultad para expresar y manifestar su afectividad y con una interpretación particular del orden familiar. Juegan un papel determinante también aquellas relaciones interpersonales, que no constituyendo todavía la estructura de una familia, si suponen fuertes lazos entre ambos miembros de la pareja. Por último, otro de los factores, a este respecto, lo constituye la experiencia particular de cada uno de los cónyuges. No es de extrañar que alguno de ellos haya sido víctima o testigo de malos tratos durante su infancia o adolescencia, lo que provoca un círculo de violencia difícil de romper.

Conclusión provisional

De todo lo leído hasta ahora, se deriva la necesidad de atender a los mecanismos y recursos de atención que se prestan ante esta problemática, y de ello, realizar una reflexión final que aporte nuevas ideas y abra la puerta a la reflexión profesional individual y conjunta. Esto es lo que contendrán precisamente las líneas de la segunda parte de este artículo.

Francisco J. Santuy Martínez

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