El instinto agresivo se halla en todas las especies, Por lo general tiene una función (conseguir alimento, defender el territorio, etc.)
Es frecuente, decir que el hombre es el único animal que mata por placer.
De todas formas, es necesario evaluar que, en muchas de las conductas agresivas humanas, aparentemente gratuitas, hallaríamos una base de instintos territoriales (afirmar el poder, demostrar la supremacía, afirmar la imagen de sujeto dominante, etc.)
Las normas imbuidas por la socialización entran fácilmente en conflicto en el caso de la agresividad.
El mandato bíblico de "poner la otra mejilla" resulta poco útil en la mayor parte de nuestras sociedades, donde resulta más prudente escapar o defenderse, que ofrecer mejillas.
Durante el proceso de socialización, el niño adquiere conceptos básicos acerca de la agresividad y de sus usos. Estudios efectuados por Sears, Mccoy y Levin (1957) demostraron que la aplicación de los castigos severos por conductas agresivas en niños genera, en éstos, grados muy altos de agresividad. Es decir, que el castigo contribuye a reforzar algo que quienes lo aplicaban, querían erradicar. De todas formas, en aquellos casos en que los castigos por agresividad eran particularmente severos, conducían a una disminución de la agresividad, expresada también en forma de conductas inconvenientes: apatía y pasividad.
En la mayor parte de los casos, el niño es instruido acerca de cuando es correcto y cuando no expresar conductas agresivas, o hasta que grado es correcto hacerlo.
Las perturbaciones en este proceso, ya sea porque en el ambiente "flota" una excesiva agresividad, o porque el niño tiene ocasión de visualizar escenas de agresividad, pueden hacer que el niño interiorice unas creencias acerca de la conducta agresiva, las cuales le harán entrar en conflicto con el medio que le rodea.
¿Cuáles son los métodos adecuados para evitar o medrar la conducta agresiva en niños?
Las expondremos a continuación.
TRATAMIENTO:
NO ESTIMULAR LA AGRESIVIDAD
No agredir a los niños ni física, ni verbalmente.
La agresividad de los niños no es ni no un reflejo de la que reciben o de la que visualizan. debemos evitar los castigos físicos y las actitudes agresivas y culpantes a la hora de reconvenirles por sus actuaciones.
Tengamos en cuenta que al hablar de "no agredirles" nos referimos a gran cantidad de comportamientos, no solamente agresiones físicas.
Si muchos nos apuran, las agresiones de tipo físico serían un mínimo porcentaje de las que reciben los niños.
Pero, hay muchas actitudes de enfado, exigencia, inculpación, etc., que deben ser consideradas verdaderas situaciones de agresividad.
Por ejemplo:
- mantener en casa un clima de discusiones
- establecer situaciones de competitividad
- buscar culpables en lugar de buscar soluciones
- insistir en que es necesario saber "quien tiene la culpa"
- reñir o chillar por que ya está hecho
- usar la disciplina como un castigo (cuando lo ideal es que los niños aprendan a respetar la disciplina, no a odiarla, que es lo que pasará si se les amenaza con ella
- emplear cualquier tipo de amenaza o admonición para hacerles obedecer
- demostrarles que cuando nos enfadamos conseguimos lo que queremos (en tiendas, restaurantes, ventanillas, etc.)
- negarnos a hacer las paces, si hemos caído en el error de enfadarnos con ellos
EL CASTIGO FISICO DEBE QUEDAR TOTALMENTE PROSCRITO
- Si castigamos físicamente a un niño le estamos enseñando que es lícito pegar cuando estamos enfadados con alguien
- Al menos, corremos el riesgo de que ellos lo interpreten así, con lo que no deberá extrañarnos sus respuestas de agresividad
- Los padres que pegan a sus hijos pequeños, muchas veces lo hacen para descargar su propia agresividad y/o para afirmar su poder que no saben como demostrar, imponer)
- Cuantas veces se trata de padres o madres que, a su vez, fueron también pegados de pequeños
- Desgraciadamente las imágenes perduran, y los habitos de conducta aprendidos en la infancia tienden a perpetuarse.
- Los niños al nacer no están enfadados
- El enfado y la agresividad se aprenden al convivir con el enfdo y la agresividad en el ambiente más próximo
- Es cierto que tales tácticas han sido empleadas por generaciones... pero bueno es que empecemos a abolir estos malos hábitos.
Con tácticas de amenaza o de agrsión, los hijos aprenden que es necesario portarse bien... cuando nosotros estamos cerca, pero no crean la necesaria disciplina interna para desenvolverse con autosuficiencia.
Quitemos importancia a las situaciones de irritación, en lugar de exagerarla.
No insistamos en tener siempre razón. Permitamos que vuestros hijos tengan sus propios puntos de vista en lugar de impnerles vilentamente los nuestros.
Contemos hasta diez o abandonamos unos momentos la habitación si vemos que va a inciarse una pelea.
No pretendamos "ganar" todas las discusiones, juegos, etc, con nuestros hijos. Procuremos darles la razón (especialmente si son adolescentes) en lugar de discutir con ellos; más tarde, podremos replantear la custión y pedirles a ellos que busquen una solución.
Por ejemplo: digamos a nustro hijo "Tienes razón; a ti no te gusta ordenar las cosas y yo he tratado de imponerte mis criterios sin tener en cuenta estas características tuyas. Discúlpame por haber sido tan exigente".
Con ello le habremos desarmado. más tarde, podemos plantearle -> "Oye una cosa, ¿cuáles crees que deben ser tus responsabilidades en lo de mantener el orden? ¿Puedes ayudarme haciéndote un plan?. Casi seguro que nos saldrá con un plan más riguroso que el que nosotros hubiéramos intentado imponer. ¡Pruébelo! Si les reconocemos sus derechos y les concedemos responsabilidades, veremos que sacamos más partido que intentando imponernos.
No les aceptemos desafíos. Una medida aconsejable para disminuir la agresividad consiste en no cocederles atención cuando "buscan pelea".
Hemos de actuar con indiferencia ante su posible agresividad (verbal, física, etc.)
No hemos de caer en la trampa de una escalada mutua de agresividad. Le daremos una lección de que "para pelearse hacen falta dos", y que no se entabla una discusión si uno de los dos se empeña en no mantenerla.
Impedirle la visualización de escenas de agresividad. Debemos "censurar" la TV, el cine, etc.
La visualización de escenas de agresividad aumenta, al menos temporalmente, la agresividad de quienes las contemplan.
Está demostrado (Berkowitz, 1964) que cuando más "justificada" es la agresisvidad que vemos (es decir, cuando son los "buenos" los que atacan a los "malos") mayor es la posibilidad de que aumente la agresividad de los espectadores. esto no es válido para la mayor parte de los dibujos animados, donde la agresividad es bastante surrealista y es vivida por los niños con cierta fantasía. Cuando hablamos de "censurar agresividad" nos referimos a películas realistas, con escenas de peleas, agresiones, crímenes, y no digamos si son sádicas o superviolentas, con abundancia de sangre y de golpes.
Nuestro mundo es muy complejo; a veces, se consiente que los niños vean en película las mil y una formas de matar, pero no se les consiente que vean ni una sola escena de amor.
CONDUCTA PEDIATRICA A SEGUIR
(TRASTORNOS FUNCIONALES DEL COMPORTAMIENTO)
I.- Ante trastornos de comportamientos como los que hemos mencionado, hay que detectar el benficio secundario y establecer que conductas erróneas de los padres constituyen tal beneficio.
II.- Si no se ve clara la funcionalidad ni el beneficio secundario, hay que descartar un proceso psicopatológico que pudiera dar lugar a la conduca anómala. Por ejemplo: depresión (conductas negativas, oposicionistas o agresivas como expresión de la perturbación del estado de ánimo): ansiedad (con fobias y las llamadas de atención, etc.)
En este punto, puede ser de utilidad la consulta al psicólogo clínico infantil
III.- Si no se advierten problemas psicopatológicos subyacentes, da buenos resultados el encauzamiento de las conductas a través de instrucciones que ofreceremos a los padres.
En los comportamientos anormales anteexpuestos, hemos reseñado las instrucciones más adecuadas a cada trastorno.
IV.- Es prudente mantener una serie de sesiones de apoyo con los padres, para detectar lo antes posible los problemas y, de producirse, ayudarse en el proceso de reestructuracón de comportamiento.
Tomado de usuarios.lycos.es
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