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jueves, 5 de julio de 2007

Analfabetos emocionales

 Autor-a MAYKA SÁNCHEZ

La alexitimia, o incapacidad para expresar sentimientos, es más común en los hombres

Marta, profesora universitaria de 38 años, comparte casa, gastos, lecho e incluso unos hijos con Mario, economista de 40 años. Sin embargo, según sus palabras, en esta convivencia ella no tiene "ni marido, ni amante, ni compañero ni amigo". Mario es un hombre inexpresivo, hermético, incapaz de expresar sus sentimientos. Ella piensa que su marido es "una buena persona", pero también resulta "un tipo raro, que se aísla y se encierra en sí mismo y que no comparte con nadie sus miedos, sus alegrías, sus inquietudes, sus sueños, sus preocupaciones..".

Según cuenta, duermen en la misma cama "como dos hermanos desde hace años" y ven juntos la televisión en el salón en el más riguroso silencio. "¿Qué tal el día?", le pregunta ella a veces "intentando romper el hielo y emprender una sencilla conversación de marido y mujer". Pero lo más que logra arrancarle es: "Normal. Lo de siempre", o "Espera; déjame oír las noticias", o "Estoy hecho polvo. Me voy a ir a la cama".

Marta sabe que Mario arrastra desde hace años graves problemas en el trabajo, se siente quemado y acosado y también abrumado por cuestiones económicas. Ignoraba si esta prolongada situación era responsable de ese cambio en él y también temía haberse casado con alguien a quien no conocía. Leyendo un artículo se sorprendió a sí misma al descubrir que su marido podía tener alexitimia.

¿Qué es la alexitimia? En palabras de Francisco Alonso-Fernández, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, quienes la sufren son "analfabetos emocionales", porque no saben expresar su afectividad ni con palabras ni con gestos. La convivencia con ellos es difícil y están más expuestos al divorcio y a la desestructuración familiar.

"La alexitimia puede considerarse un trastorno afectivo-cognitivo y de la comunicación", explica, "y también un tipo de personalidad callada, introvertida, tendente al aislamiento y sin sensación de soledad, que generalmente ha sufrido carencias afectivas en la infancia. Hay que distinguir entre la alexitimia primaria, con predisposición genética y causas neuroorgánicas, y la secundaria, que aparecería como secuela de un traumatismo emocional previo muy grave o de una prolongada situación de intenso estrés. Así se ha observado, por ejemplo, entre los supervivientes de los campos de concentración nazis y entre los de la guerra de Vietnam. En realidad, es un mecanismo de defensa y de negación ante traumas y conflictos, que reprime ferozmente los sentimientos".

Es mucho más prevalente en los hombres. De hecho, por cada 10 varones con este problema sólo hay dos mujeres, hecho que, como matiza el catedrático de Psiquiatría, está en consonancia con la mejor verbalización de los sentimientos por parte de las féminas.

La explicación que agrega es que los dos hemisferios cerebrales femeninos, con mayor plasticidad neuronal, están más integrados gracias a que el cuerpo calloso que los une es más voluminoso. El cerebro masculino tiene menos conexionados ambos hemisferios, y el derecho (que controla las emociones) está subordinado al izquierdo (que controla el lenguaje y el pensamiento abstracto).

"Una escisión funcional entre ambos hemisferios, unida al predominio del izquierdo, constituyen los dos rasgos preformados, con carácter atenuado, de la persona alexitímica", afirma Alonso-Fernández, miembro de la Real Academia de Medicina.

Juan, un joven de 21 años y estudiante de Arquitectura, se pasa el día en casa encerrado en su cuarto. Su madre, que se está recuperando de una grave operación, se lamenta de que no le pregunta cómo se siente ni le hace compañía en sus largas horas de soledad. "Pero ¿qué le pasa?", se cuestiona. "Parece un ser insensible, que ni siente ni padece y que jamás expresa sus emociones ni se preocupa por las de los demás", explica.

Según Alonso-Fernández, aunque la alexitimia puede aparecer a cualquier edad, incluso desde la infancia, va aumentando con la edad, de modo que por cada 10 jóvenes afectados hay 14 adultos. "Encontramos", advierte, "dos grandes tipos: los que ni sienten ni expresan y los que sienten pero no expresan. Y comparten algunos de los siguientes rasgos: incapacidad para reconocer los estados emocionales ajenos; pobreza de sueños y de vida imaginativa; trastornos sexuales, como impotencia o ausencia de libido; poco habladores, serios, aburridos y secos; simplistas y con una visión chata de la realidad; psicomotricidad rígida y áspera, y dificultades para establecer vínculos afectivos".

Para este experto, es fundamental llegar a distinguir este proceso de una depresión. Alonso-Fernández elaboró hace unos años en la Complutense un cuestionario estructurado. Según este modelo tetradimensional, en la depresión existen cuatro vertientes alteradas: ritmopatías (trastornos en los horarios de comida y sueño); humor depresivo, anergia (falta de energía) y discomunicación. En el alexitímico destacan con notoriedad estos dos últimos trastornos.

Según recuerda Alonso-Fernández, una pregunta muy definitoria para descubrir la alexitimia es: ¿cómo se sentiría si viera venir hacia usted un camión a más de 100 kilómetros por hora? "Mientras que la respuesta más habitual es: me sentiría aterrado o paralizado o echaría a correr, el alexitímico contestaría sin dilación: no sé. Y se quedaría tan tranquilo sin preocuparse más por la cuestión", explica.

Propensión a las adicciones

El término alexitimia (del griego a: no; lexis: palabra; thimos: afectividad) fue acuñado en 1972 por el psiquiatra estadounidense Sifneos en su libro Psicoterapia breve y crisis emocional, editado por la Universidad de Harvard (EE UU).

La alexitimia es un tipo de anomalía que supone un terreno abonado para la aparición de conductas adictivas, terroristas y depresivas. Así lo constata el psiquiatra Francisco Alonso-Fernández en sus libros Las nuevas adicciones y Fanáticos terroristas. Estas personas canalizan sus emociones reprimidas mediante trastornos somáticos (alteraciones gastrointestinales, jaquecas, mareos, vértigos) y con escapadas de evasión hacia las drogas, químicas (alcohol y otras sustancias) y no químicas (trabajo, Internet, sexo, juego), que les pueden conducir a actitudes delictivas y a actos violentos.

También se pueden hundir en depresiones, con gran afectación de la energía vital y con expresiones somatomorfas (opresión en el pecho, taquicardias, lumbalgia, hormigueos en las manos, síndrome de la fatiga crónica, fibromialgia, trastornos del sueño).

Como advierte este especialista, lo habitual es que los alexitímicos sólo consulten cuando presentan algunos de estos síntomas. "Su manejo terapéutico es complejo. Hay que recurrir a fármacos que estimulen los sistemas de los neurotransistores noradrenégico y dopaminérgico o, por el contrario, que los inhiban. La psicoterapia se basa en que aprendan a reconocer sus sentimientos y a expresarlos. Si hay problemas externos graves, lo ideal sería poder resolverlos", explica Alonso-Fernández.

 
Tomado de www.ahije.org

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