M.C. CALLEJÓN/EL EJIDO
Un estudio realizado en California -Estados Unidos- muestra que la esperanza de vida, a los 60 años, de los hombres que no fuman, practican ejercicio físico con regularidad y mantienen su peso dentro de los límites normales es de 82 años, siete más que los que no observan ninguna de estas costumbres. Así lo reveló ayer la profesora Angels Soler, que explicó su propuesta de ejercicio físico para personas mayores en el curso de verano de la UAL 'Nutrición y actividad física' que se ha celebrado durante toda la semana en la sede de Almerimar -El Ejido-.
El análisis pone también de manifiesto, según la experta en actividad física en personas mayores, la relación directa existente entre el seguimiento de costumbres saludables y el aumento del nivel de calidad de vida en la vejez. «Se observa un efecto positivo sobre el bienestar y la salud en la vejez cuando los sujetos mantienen su capacidad de decisión, elección y autonomía», expone.
De hecho, explica, ése debe ser el fin último del ejercicio físico a edades avanzadas: favorecer la autonomía de la persona, para lo que debe potenciarse el reencuentro, a estas edades, del gusto por el movimiento, por la distracción o por vivir a gusto con uno mismo porque «el envejecimiento es una etapa más de la vida, no es una enfermedad».
Juegos, actividades acuáticas, ejercicios al aire libre, todo vale, según Soler, si se les consigue educar para la salud, de manera que «participen de forma protagonista y activa, dándoles su lugar en la sociedad»; al tiempo que cumple una función preventiva, es decir, conseguir que el menor número de personas sean usuarios de la Ley de Dependencia que «está muy bien, pero están mejor si se encuentran con fuerzas para valerse por sí mismos».
La profesora advierte, no obstante, de la necesidad de moverse, sobre todo a estas edades, de manera que «no comporte riesgo», lo que se consigue «conociendo nuestros propios límites». «El envejecimiento bien llevado hace posible que podamos movernos con eficacia a lo largo de toda la vida, y eso sólo se consigue si hemos mantenido un marco de ejercicio físico desde siempre», comenta.
Actividad diaria
Para ello, aconseja a grandes y mayores «mantener todas las actividades de la vida diaria, también en la vejez, siempre que no haya discapacidad; dos o tres días a la semana, llevar a cabo un programa de ejercicios; y salir a pasear a diario». En definitiva, concluye, «trabajar todas las cualidades físicas básicas, desde la flexibilidad a la resistencia o la fuerza, que servirán en el futuro para prevenir caídas que nos obligan una discapacidad, cuanto menos, temporal».
El ex presidente de la Comisión Médica del Comité Olímpico Juan Francisco Marcos Becerro enunció, por otra parte, que el ser humano tiene que moverse porque «estamos programados genéticamente para hacer ejercicio».
Así lo demuestra, explicó en su intervención, la historia de la humanidad puesto que cuando los hombres se alimentaban de la recolección y la caza «sólo sobrevivían los que estaban preparados para hacer ejercicios». «Sólo comían abundante cuando había mucha comida y tenían un gen ahorrador que transformaba ese exceso de alimentación en grasa para poder subsistir durante el invierno, cuando los alimentos no eran tan abundantes», relató.
El problema es que «ahora, ni hacemos ejercicio ni dejamos de comer en ninguna época, lo que genera más problemas de salud porque generamos una capa de grasa que, lejos de consumirse, va aumentando con el tiempo».
Tomado de www.ideal.es
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martes, 7 de agosto de 2007
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