Francisco Rodríguez-Burns
"Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra": Jesús ante los fariseos.
La infidelidad conyugal no es nada nuevo. Por siglos, el hombre ha sido infiel, aunque la mujer que incurre en la conducta ha recibido los castigos más severos, desde el desterramiento y muerte en los antiguos tiempos romanos hasta la estigmatización por parte de su familia y amistades en sociedades que actualmente se enorgullecen por sus leyes de avanzada.
Aún hoy día, en Irán, entre otros países que practican el islam, se establece la lapidación como un castigo por el adulterio, aunque últimamente la penalidad rara vez ha sido aplicada ante la presión mundial ejercida por grupos de derechos humanos y la Organización de Naciones Unidas (ONU).
La infidelidad regularmente se asocia con el adulterio, aunque el significado de este término legal difiere grandemente, incluso en Estados Unidos, donde la sanción varía por estado, aunque nunca se ha aplicado. De hecho, en Puerto Rico el adulterio es castigable con una sentencia que puede alcanzar los 90 días de cárcel o una multa ascendente a $5,000.
Tal y como dispone el código civil, las personas no pueden casarse antes de los cinco años de haber sido encontrados culpables de adulterio, aunque al igual que en prácticamente todos los países de Occidente, la ley tampoco se hace valer.
Por lo dificultoso que resulta probar un caso de adulterio y la vergüenza que aún es asociada con la relación extramarital, durante el año fiscal 2004-05 sólo se radicaron 68 de 16,330 casos de divorcio por esta causal.
En tiempos antes de Cristo, el adulterio solía verse como una violación de los derechos del hombre que constituía un tipo de robo. La mujer, al ser considerada una "propiedad" del hombre, no podía ser utilizada por otra persona y leyes muy estrictas se aplicaban contra cualquiera que cometiera la " afrenta".
Sin embargo, el hombre casado que cometía adulterio contra una esclava o cualquier otra mujer de menos estatus social usualmente no enfrentaba ningún tipo de sanción.
Durante la época grecorromana había diferentes leyes estrictas contra el adulterio, aunque solían aplicarse al momento de sostener una relación sexual con una mujer casada.
Para los antiguos judíos, a pesar del séptimo mandamiento -"no cometerás adulterio"-, el delito no aplicaba cuando un hombre casado sostenía relaciones sexuales con una mujer soltera aunque sí de ésta estar casada, independientemente del "estado civil" del amante.
El término adulterio sufrió variaciones para los cristianos. El apóstol Mateo declaró que un hombre casado cometía adulterio cuando observaba con lujuria a una mujer. Durante la Edad Media, el acto de adulterio cometido por una mujer era considerado una herejía. Miles de mujeres pudieron haber perecido en la hoguera por haber cometido el delito.
La religión islámica prohíbe el adulterio, aunque algunos hombres sí cuentan con más de una esposa. Las mujeres, sin embargo, se encuentran ante polémicas leyes, incluso en casos de violación en que tienen que probar, mediante testigos, que no cometieron adulterio al momento de ser victimizadas.
Varios estudios realizados en Estados Unidos apuntan a que entre un 20 y un 40 por ciento de los hombres y un 20 a un 25 por ciento de las mujeres tendrán al menos una relación extramarital sexual.
Otros estudios en Europa y Norteamérica aseguran que anualmente cerca del cuatro por ciento de las personas casadas sostendrá una relación adúltera.
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