Recomendaciones para que los padres lo logren, sin quedar rendidos a mitad de camino
Yeny Palacios
Rocío no logra que su hijo de 9 años la escuche y mucho menos que la obedezca cuando lo manda a hacer las tareas o alguna labor en la casa, por eso no es raro que madre e hijo se enfrasquen en peleas en la que abundan los gritos y las amenazas.
"Jamás me escucha; cuando le digo que haga las tareas, me dice que las va a hacer más tarde; cuando se lo recuerdo, me dice que primero va ir a jugar, pero cuando regresa del parque ya está muy cansado y quiere irse a dormir sin hacer sus deberes; nunca me hace caso", cuenta Rocío a sus amigas.
Algunas le aconsejan que sea más enérgica, que lo castigue, que se haga respetar; ella lo intenta, pero no sabe exactamente cómo.
Lo que sí sabe es que los gritos no sirven de nada y las amenazas tampoco, porque en su casa, como en otras tantas, el padre no la apoya cuando quiere imponer disciplina.
Antonio Buono, del Centro Médico Behavior Support Services, de la ciudad de Encino, dice: "Más que un problema del niño, es un problema de la pareja. Para que todo marche bien en una casa, los padres tienen que ponerse de acuerdo acerca de qué es lo que quieren como familia y cómo quieren criar a los hijos, y caminar ambos en el mismo sentido".
Después de establecer que el punto de partida para una buena relación con los hijos es una pareja con objetivos comunes en cuanto a qué es lo que se desea como familia, el terapeuta señala que tanto el respeto como el ser escuchado son derechos más que obligaciones y que, por lo tanto, ambos se ganan.
"Los padres, ante todo, son maestros y si demuestran respeto -por ejemplo- por su esposa, los niños van a aprender a respetar a la madre y por ende a todas las mujeres en su vida, ya sea la hermana, la amiga, la novia o la esposa", afirma el profesional.
"No podemos exigir cosas que nosotros no enseñamos, tenemos que predicar con el ejemplo: los padres son modelos de los hijos y tienen que moldear su comportamiento y conducta. Si viven en una casa en la que se grita, van a ser gritones, si viven con personas agresivas, van a ser agresivos", advierte.
En cuanto al respeto, el experto afirma que los padres no pueden exigir ser respetados cuando ellos no respetan, y mucho menos ser oídos cuando ellos no escuchan, y que el respeto basado en la amenaza es ante todo temor.
Añade que una forma de respetar a los niños es contestar sus preguntas con absoluta honestidad, con un lenguaje comprensible y en la justa medida. Esto significa que las respuestas deben darse de acuerdo con la edad y sin abundar en detalles.
"Si un niño de 5 años pregunta de dónde vienen los bebés, la respuesta adecuada es que vienen de la mamá o de la barriga de la mamá; a esa edad no necesita una lección de educación sexual", afirma el psicólogo.
Buono señala que en el proceso de educar es importante cumplir las promesas, ya sea en sentido positivo o negativo.
"Si digo que lo voy a castigar, lo tengo que castigar; si digo que lo voy a premiar, lo tengo que premiar; de otro modo, más que respeto lo que me voy a ganar es el calificativo de mentiroso y, de paso, le voy a enseñar a ser mentiroso", afirma.
La regla de oro para ser buenos padres y cultivar una buena relación con los hijos, y que en consecuencia nos escuchen -insiste el terapeuta-, es enseñar con el ejemplo. En ese sentido, recomienda a los padres actuar como maestros más que policías.
"Siempre es mejor prevenir. En lugar de reaccionar a los comportamientos de los niños, lo que se debe hacer es disciplinarlos con el ejemplo".
En el caso de los adolescentes, recomienda no tratarlos como niños pequeños, sino como personas en crecimiento. "Hay que escucharlos y aunque ellos proclamen que no quieren saber nada de los padres, ellos [los padres] deben estar siempre presente ofreciéndoles la oportunidad de comunicarse, aunque ellos no la aprovechen. Es necesario que sepan que el papá y la mamá están ahí, dispuestos a escucharlos y a darles consejos".
La clave, advierte, es no insistir ni asfixiarlos con cuidados o seguimiento extremo.
"Si nos ponemos en el plan de saber dónde estuvieron, con quién, que por qué esto o por qué el otro, vamos a agravar los conflictos. Es bueno saber y preguntar, pero si lo hacemos constantemente, vamos a crear más estrés en la relación", advierte.
Dado que es durante la adolescencia cuando empieza el alejamiento entre padres e hijos, Buono recomienda dar muestras físicas de cariño.
"En las familias latinas, generalmente al padre le cuesta demostrar cariño a sus hijos; me refiero a un abrazo o un beso, pero hay que tener en cuenta que los adolescentes, aun cuando están buscando su propia identidad, siguen siendo niños y necesitan sentirse amados", afirma Buono.
Para concluir, el psicólogo recomienda dedicarse tiempo a sí mismo.
"Los miembros de la familia deben tener una especie de cita independiente; esto significa, por ejemplo, que el padre, un día a la semana salga solo con la esposa, otro día solo con el hijo y otro solo con la hija, y que a su vez la madre lo haga con cada uno de sus hijos entre sí", puntualiza.
Tomado de www.laopinion.com
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