Un nuevo estudio demostró que los esposos y las esposas que cuidan a sus parejas con cáncer avanzado tienen alto riesgo de sufrir depresión e identificó al grupo de mayor riesgo.
Entre 101 pacientes con cáncer gastrointestinal o pulmonar avanzado y sus esposos o esposas cuidadores, dos tercios de los cuales eran mujeres, los investigadores hallaron que casi el 39 por ciento de los cuidadores tenía síntomas significativos de depresión, frente al 23 por ciento entre sus parejas enfermas.
Esta alta prevalencia de depresión en los cuidadores representaría una condición "oculta" relacionada con el cáncer que exige atención.
El grupo de mayor riesgo de depresión era el de los cuidadores muy apegados a sus parejas y con temor a perderlas.
Como respuesta a la enfermedad del ser amado, esos cuidadores se sentirían emocionalmente superados, especialmente por el temor a la muerte de su pareja, explicó en Journal of Clinical Oncology el equipo dirigido por Michal Braun, del Instituto de Oncología Sharett del Hospital Universitario de Hadassah, en Jerusalén.
Estudios previos demostraron que las personas "muy apegadas" son propensas al sufrimiento crónico después de la pérdida "debido a su temor al abandono", destacó el equipo.
Por lo tanto, esas personas tenían una gran tendencia a sufrir depresión al enfrentar el cáncer y la pérdida potencial de sus parejas.
Ciertas cuestiones "de la relación", como el nivel de apego entre el esposo cuidador y la persona enferma o cuán satisfechos están con el matrimonio, también determinan el riesgo de depresión en quienes cuidan a su pareja con cáncer avanzado.
Por ejemplo, los problemas del matrimonio (insatisfacción marital) influyeron significativamente en la depresión del esposo cuidador, incluso más que la carga real u objetiva de esos cuidados.
Este estudio, escribió el equipo, demuestra que "en la capacidad de las personas de adecuarse al rol de cuidadores de parejas enfermas influyen las variables relacionales y la carga que cada persona siente al ejercer ese rol".
"Existe la necesidad de ayudar a los cuidadores a desempeñar ese nuevo papel tan exigente", concluyeron los autores.
FUENTE: Journal of Clinical Oncology, 20 de octubre del 2007
Tomado de www.buenasalud.com
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