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jueves, 8 de noviembre de 2007

Las fobias que atormentan a los ricos

 

 

JUAN LLOBELL

Los ricos también lloran; como el común de los mortales. Pero, además, tienen otros quebraderos de cabeza y neurosis: ¿Me atacarán al volver la esquina?, ¿acabarán mis hijos llevando vidas rotas?, ¿no debería amasar más dinero?, ¿esa persona se interesa por mí o por mi dinero?

 

Nos pasamos la vida rogando a Dios para que nos toque el gordo de Navidad, nuestra mente fabrique una brillante idea empresarial o un notario nos comunique que una de nuestras tías ha fallecido dejándonos una fabulosa herencia. Después de todo, sólo con un milagro el común de los mortales puede romper la monotonía de un magro salario a fin de mes que sólo engorda al compás de la inflación. Muchísimo dinero, pensamos, nos hará tremendamente felices.

Lo cierto, sin embargo, es que los ricos –incluidos los multimillonarios– también sufren. Y la mejor prueba es que paralelamente al boom de millonarios con el que ha arrancado el siglo –ya hay cerca de diez millones de ricos en el planeta, según la consultora Boston Consulting– están proliferando los gabinetes psicológicos especializados en tratar sus neurosis y fobias. De hecho, la gran banca privada anima a sus clientes más acaudalados a visitar al psicoanalista para que su relación con el dinero sea más sana.

Los miedos de los ricos son muy variados y unas están centrados en el presente y otros en el futuro. Uno de los más habituales es el temor a ser víctima –incluidos sus familiares– de un secuestro o del ataque de algún lunático. Este síndrome de persecución explica por qué muchos buscan minimizar el riesgo viviendo en pequeñas 'comunidades' altamente protegidas y vigiladas. Y por qué la demanda de guardaespaldas y servicios de seguridad se están disparando. Aunque, por supuesto, no es lo mismo ser rico en Europa que en Rusia o en China. En los países en los que el estado de derecho es frágil y predomina un cierto capitalismo salvaje, los millonarios sufren más. Así, los oligarcas rusos que se han enriquecido al compás de las privatizaciones energéticas suelen pasear arropados de pequeños ejércitos de agentes de seguridad. Si las personas de gran patrimonio, además, trabajan y están al frente de multinacionales en economías del tercer mundo, su riesgo de secuestro o ataque es más elevado. Anualmente hay cerca de 2.000 peticiones de rescate por secuestro en el mundo, y una multinacional suele desembolsar entre uno y dos millones de dólares por la prima del seguro que le protege ante tal eventualidad.

Uno de los grandes problemas de los ricos –que algunos expertos señalan como la mayor fuente de estrés– es la educación de los hijos. Temen que los vástagos crezcan en un mundo de lujos y excesos que les condenará a llevar vidas rotas. Así que para evitar el fenómeno Paris Hilton y asegurarse de que los hijos no pierden el incentivo a luchar y trabajar, muchos multimillonarios sólo legan una pequeña cantidad de dinero. La cantidad óptima, según algunos estudios, estaría entre 3 y 4 millones de dólares. El sagaz inversor y uno de los más ricos del mundo, Warren Buffet, ha donado la mayor parte de su dinero a la Fundación Gates y ha calculado al milímetro el dinero para sus hijos.

Otra fuente de preocupación es el llamado síndrome de la riqueza repentina que afecta a aquellos que se hacen de oro de un día para otro y que tiene como prototipo a los jóvenes empresarios de Silicon Valley. Estos nuevos ricos suelen tener problemas de adaptación a su nuevo estatus social, lo que les provoca depresión y cambios de humor.

Y con independencia de que uno pertenezca a una familia acaudalada de gran solera, la mayoría de los millonarios tienen dificultades para confiar en la gente –¿se interesan por mí como persona o por mi llamativo patrimonio?–. Además, muchos de los millonarios piensan que todavía deberían serlo más. El gran brío de la economía mundial, el encarecimiento del petróleo y de otras materias primeras, el despertar de los mercados emergentes como Rusia y China y el ciclo alcista del mercado inmobiliario están espoleando el número de ricos. Y y de paso, la demanda de psicólogos y psicoanalistas.

Los miedos
· Una preocupación de los millonarios es garantizar que sus hijos no llevan vidas rotas por el escaso interés en luchar y trabajar.

· Muchos ricos temen ser secuestrados o atacados y por eso tienden a vivir en pequeñas comunidades bien protegidas.

· Un alto porcentaje de millonarios considera que deberían tener más dinero.

· Los multimillonarios tienen dificultades para confiar en otras personas.

 

Tomado de www.expansion.com

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