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miércoles, 13 de febrero de 2008

Cómo llevarse bien con la suegra

Nature

 
La madre del varón puede transformarse en un factor de problemas, en especial por la relación conflictiva con la nuera; respeto y discreción son las claves.

MARÍA INÉS LORENZO

Dicen que son entrometidas, celosas, manipuladoras, desubicadas… hasta se las tilda de "brujas" y son blanco de innumerables chistes, como aquel que dice que el diablo creó a las suegras porque no podía estar en todas partes. Pero lo cierto es que más allá de mitos y bromas también hay nueras que las consideran una segunda madre e incluso salen juntas de compras, comparten charlas o planifican viajes.

Como señala el psicólogo Álvaro Alcuri, ambas situaciones pueden ser igual de comunes ya que todo depende de las personalidades de cada una y por supuesto de la relación que tenga el hijo-marido con su madre. Si el "nene" en cuestión, por ejemplo, no ha resuelto un complejo de Edipo es posible que existan algunos problemitas entre la nuera y la suegra ya que él seguirá muy aferrado a su madre, lo que generaría celos y enojo hasta en la novia más buena.

Es que las suegras sobreprotectoras que tratan al hijo como un pelele aún siendo bastante grandecito son sin duda las más irritantes, asegura el psicólogo. "No hay consejo que valga para llevarse bien con ellas", agrega. Si en verdad la chica está enamorada del varón no le quedará otra que aguantarse las miradas de reojo de su suegra en los almuerzos familiares de los domingos, que le mande mensajes o lo llame todo el tiempo para ver cómo está, cuándo vuelve o si está abrigado porque refrescó. Al fin y al cabo, el amor lo puede todo, dicen.

¿MALAS O NO?. Para Alcuri, el problema con las suegras se encuentra sobredimensionado ya que se las considera el monstruo de la película cuando en realidad muchas veces no lo son. La relación de Leticia (21) con Susana (45), la madre de su novio, es un claro ejemplo de ello. "Mi suegra siempre fue un amor y por suerte me llevé bien desde que me arreglé con Bruno, hace cuatro años. Es más, fuimos una vez a Buenos Aires solas a comprar ropa", cuenta Leticia. ¿Qué opina la suegra sobre ella? "Es una chica supercompañera con mi hijo y muy dulce. Imposible llevarse mal", dice.

La prueba de fuego para la relación llega por lo general cuando la pareja se casa y tiene hijos. Ahí es cuando salen a la luz los mayores conflictos de poder entre nueras y suegras, dice Alcuri, aunque aclara que puede haber excepciones. "Se genera entonces como una suerte de pulseada para ver quién cuida o trata mejor a los niños, cuál de las dos los alimenta o viste mejor", explica el psicólogo. El quid de la cuestión es el miedo que tiene la madre de perder a su hijo. El otro tiene que ver pura y exclusivamente con cuestiones culturales y sociales, dice Alcuri. Cada familia, por ejemplo, tiene pautas culturales diferentes. El problema es que la suegra cree que su forma de educar o el modelo que le transmitieron a ella es el mejor y cuando esos patrones se enfrentan con los que trae el cónyuge del hijo, hay lío en puerta.

Pero a no desesperar ya que se trata de escollos perfectamente evitables si se fijan límites de antemano y se establecen los roles que cada mujer debe cumplir, aconseja el experto.

DEPENDENCIA DESTRUYE. Los conflictos entre estos dos amores del hijo generalmente se agravan más cuando el varón o la pareja en sí dependen económicamente de la suegra, ya que ahí ella suele entrometerse más en su vida. "En este caso, la plata funciona como una herramienta para manipular la relación", dice Alcuri.

Pero la cuestión se complica también cuando el hijo, por distintos motivos personales, aún depende emocionalmente de su madre. Ni que hablar si conviven los tres casi bajo el mismo techo, comparten cocina, baño… Gabriel, por ejemplo, se fue a vivir con su novia Ximena hace dos años a la misma casa de su madre. La intención pareció buena: él es hijo único y resolvió convivir con su pareja pero no quiso "abandonar" a la madre.

Desde ese entonces todos los días la suegra de Ximena invade la relación con críticas que en lugar de acercarlo más al varón, en el fondo e inconscientemente lo alejan. "Que la casa está desordenada o sucia, que no se sacó la basura. Todos los días es una excusa distinta", cuenta ella.

El problema puede agravarse si hay problemas en la pareja. Entonces el varón suele "refugiarse" más en la madre, lo que aumentará las diferencias con su compañera. Y si la relación finalmente se termina, puede que la madre se arrepienta e imponga nueva distancia con el hijo, que se sentirá más solo. Y es que inconscientemente pujan dos fuerzas en la suegra: la que quiere mantener al hijo en ese rol y la que anhela su independencia. Conseguirla es el mejor consejo para una relación de pareja lo más sana posible.

Jamás serán muy amigas

La raíz del problema entre suegra y nuera radica en que no es una relación espontánea, sino impuesta por las circunstancias. Así, la psiquiatra chilena Mónica Bruzzone concluye que podrá existir un vínculo fluido, pero nunca una amistad. Por ejemplo, será difícil hablar del hijo pues ambas guardan intereses y opiniones sobre él.

El principal consejo de la experta para sobrellevar las rispideces es el respeto mutuo y la capacidad de ambas para entender la posición de la otra.

Para la suegra específicamente, el punto central es la discreción; que pueda observar muchas cosas y guardárselas, según Bruzzone. Hay un problema cuando es indiscreta, cuando dice lo que está mal y cómo ella lo haría. "La suegra tiene que tolerar mil veces, morderse la lengua, mirar para el lado. Tiene que aceptar que a los nietos los estén criando de otra manera, que cada pareja tiene una modalidad de crianza propia".

Las pistas

Tres claves para vivir en paz

No intermediario.

Cuando hay problemas con la suegra, el hijo-marido no debe hacer de intermediario. Esto siempre será perturbador porque las quiere a ambas. La suegra y la nuera tienen que formar una relación directa, aunque no sea del todo fluida.

Espacio de madre.

Una buena política es que el hijo tenga un espacio de encuentro con su madre sin la nuera, un espacio en que él vuelva a ser hijo. De esta manera, se calma la ansiedad de la suegra por estar con su hijo y él no sentirá culpa de "abandono".

Hablar los dos.

Para solucionar los problemas es recomendable que los dos miembros de la pareja conversen con la suegra/madre. Que sólo la nuera hable es difícil. Y que hable el hijo, como intermediario, podría ser peor.

Tomado de www.elpais.com.uy

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