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miércoles, 13 de febrero de 2008

Guía práctica para convivir con los celos femeninos

Nature

 

 

El amor y los celos a veces están tan cerca que nos separan, y otras veces tan lejos que nos unen, el equilibrio es la clave para que todo resulte.

 

 Escrito por Juan José Alfaro

 
Leo repetidas veces la última estrofa del libro que acabo de terminar de leer, casi traicionado por mi mente que no estaba refugiada en el arte de conjugar palabras, sino tratando de entender unos de los fenómenos más complejos del género femenino, cual es los celos, esa energía lacerante que nos atrapa con su vigoroso poder de fuego, se trata, como dice Otelo, de «un monstruo de ojos verdes que se alimenta de lo que él mismo produce.

Las armas de las celosas siempre serán sus dudas y sospechas, constantemente se refugian en la "seguridad" de buscar tormentos nuevos y nuevas confabulaciones en su contra, abriendo diariamente flancos de conflicto con sus parejas, su inseguridad las lleva a traspasar los propios límites de su valoración personal, cayendo en los pozos de arena del miedo al abandono.

El origen de la palabra celos proviene del griego zelos, zélus, que derivada de zeo, "yo hiervo", y del latín zélosus, que es definido por el diccionario como la "sospecha, inquietud, y recelo, de que el ser amado haya puesto o ponga su cariño en otro". Los celos tienen mala prensa, pese a ser uno de los sentimientos que nos acompañan desde que iniciamos nuestros primeros pasos en la tierra.

Podemos estar de acuerdo que los celos tienen hasta un lado positivo en cualquier relación de pareja, pero a su vez debemos entender que existe una línea muy difusa y arriesgada que cruza las fronteras de lo lógico versus lo irracional. Cuando el celo se hace reiterativo, diario y virulento, habremos traspasado el límite que demanda una convivencia sana, y debemos estar atentos para frenar de modo efectivo, las acciones que intentan violar las reglas básicas de convivencia de una pareja.

El amor no significa posesión, las personas tenemos intereses propios que nos diferencian de los demás, y hacen de la diversidad uno de los puntos centrales del desarrollo social, si todos fuésemos iguales, el mundo tendría la gracia de millones de oportunidades perdidas. El desarrollo individual es la base donde se construyen los intereses comunes, y uno de los más apreciados por las personas es la vida en pareja, ese pequeño mundo que se construye de a dos, sin que eso signifique relegar a un segundo plano las propias metas, sino integrarlas a una mirada más amplia, y de ese modo incluso encontrar la motivación para llegar aún más lejos de lo que un día soñamos.

Por tanto se hace casi una conditio sine quanon, el respeto mutuo, el punto de partida de todo tipo de interacción humana, es y será el respeto, y a partir de ese punto se puede construir todo lo demás. Es por eso que los celos se meten como una cuña entre las bases de la convivencia, abriendo puertas al desequilibrio, lo que hace tambalear hasta el más profundo de los amores.

El celar nunca debe ser la norma, sino la excepción, los celos nunca deben transformarse en rutina, ya que lo único que conseguirán quienes actúen de ese modo, será el agotamiento de sus parejas, y por consiguiente el quiebre de una relación que resultará asfixiante.

Los especialistas han definido 2 grandes grupos de mujeres celosas y que paso a mencionar:

IMPLORANTE: Pedigüeña de amor. Llora, se repliega, se siente indefensa, infeliz y puede hasta pensar en el suicidio. Este tipo de celosa se siente humillada e inferior; deprimida y culpable; le parece que la abandonaron y despreciaron porque ella no fue lo bastante buena con él. La depresión y el sentimiento de invalidez ante la idea de no ser digna de amor, con el consecuente temor a la soledad, explica la torturante amargura de estas mujeres, cuyo rasgo principal es su baja autoestima y su poco sentido de asertividad. «Tú no me quieres», es el estribillo que siempre acompaña a sus demandas amorosas.

COLÉRICA: Este tipo se caracteriza por la violencia manifiesta, verbal o física. Una vez «en celo» rechaza todo contacto sexual, como imponiendo ese castigo. Recrimina en público o delante de los amigos comunes; lo agrede e insulta y trata de humillarlo. Es capaz de levantar calumnias y difamaciones. Tiene una conducta de venganza o madura fantasías de venganza. Puede llegar a ser autora de homicidios o lesiones corporales.


El Psicólogo Roberto Rosenzvaig da ciertos secretos para vivir o modificar a un celoso(a)

1° Los celos son comunes; no los considere siempre una enfermedad.

2° Dígale que no hay nada malo en admirar a otros.

3° No tome en serio sus escenas, recriminaciones o acusaciones.

4° Demuéstrele que los celos sólo los distancian y dañan.

5° Los celos son irracionales; no pierda tiempo tratando que entienda razones.

6° Enséñele que los celos son signo de inseguridad y no amor.

7° Hágale ver que los celos son una obsesión.

8° Frente a una escena, no dé explicaciones.

9° Nunca crea en su arrepentimiento.

10° Si su pareja nunca ha sentido celos, preocúpese…quizás está más interesado en sí mismo que en la relación.

Así que amigos y amigas, cuidemos nuestras parejas, demos más espacio al amor que a la duda, ya que el amor entrega vida, y la duda sólo carcome el alma.

Tomado de www.elamaule.cl

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