Catedrática de Secundaria, Teresa Alba es la fundadora de la Escuela de Mujeres, que este año ha cumplido su sexta edición y se ha centrado en la ciudadanía
Lourdes Chaparro |Insiste en que la mujer tiene que hacerse visible de una vez por todas en la sociedad. Catedrática de Secundaria, Teresa Alba fue la encargada de crear la Escuela de Verano de Mujeres de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT). Este año, algo más de 200 féminas se han reunido en Córdoba hasta el sábado para analizar la ciudadanía como eje de la democracia en el sector educativo, en el de la inmigración e, incluso, en el mundo de las minusvalías.
-La Constitución asegura que todos somos iguales. Sin embargo, las diferencias entre el hombre y la mujer aún existen, ¿hasta cuando existirá esta lucha de sexos?
-Lo único que pasa es que los derechos formales están conseguidos; la Constitución los consagra y no se puede discriminar por razón de sexo. Sin embargo, si se analiza la situación hay discriminación laboral, porque la mujer gana menos que los hombres. De manera afortunada, las políticas de acción positiva buscan dónde están relegadas, excluidas o discriminadas las mujeres, y las nuevas leyes que se han promulgado, como la de Igualdad o la de Dependencia, han dado derechos ciudadanos, tanto a las mujeres como a los hombres.
-¿Considera que el lenguaje es machista y siempre hay que distinguir los géneros?
-Hemos cambiado muchas cosas para que haya más justicia, pero en el lenguaje la mujer está excluida. El lenguaje es racista y tiene detalles que hay que eliminar porque recoge el estado de una sociedad, que siempre ha sido patriarcal, androcéntrica y machista y la mujer está fuera. Yo no soy profesor, soy profesora.
-¿Qué propone o qué hace falta para cambiar esta situación?
-Lo que hace falta es que el lenguaje haga visible el nuevo papel de la mujer. El lenguaje se ha renovado mucho, ha habido muchos neologismos y se han incorporado nuevas palabras porque la lengua las ha ido admitiendo. El lenguaje es algo vivo y tiene que reflejar la situación actual.
-Este año han contado con la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, para inaugurar la Escuela de Verano de Mujeres, ¿por qué han pensado en ella?
-Hemos solicitado su presencia en años anteriores. El hecho de que haya venido es que el tema de la ciudadanía es polémico, candente, de interés social y no sólo para las mujeres. Es un tema que está en el centro del debate ideológico. Con Educación para la ciudadanía se educa en derechos fundamentales, humanos y democráticos, mientras que los que se oponen a ella pretenden que la religión sea obligatoria y tenga nota.
-¿Cree que Fernández de la Vega es un espejo en el que se han de mirar las mujeres?
-Sí que lo es, sin ninguna duda. Es una forma distinta de ejercer el poder. Nunca antes en España habíamos tenido a una mujer tan poderosa y con tanto prestigio político y humano. El que haya venido ha sido un lujo.
-Este año, la Escuela de Verano de Mujeres se centra en la ciudadanía como eje de la democracia, ¿por qué lo han elegido?
-Pretendemos que haya una cultura política para la mujer porque hay que tener en cuenta que a la mujer se la reduce al ámbito privado. La ciudadanía se ocupa de los temas de interés público y político. En los debates hemos trabajado todos los aspectos y todos los temas, pero tenemos que avanzar porque las mujeres, tradicionalmente, hemos estado muy por detrás. Y eso no es porque no tengamos menos cualidades, sino porque se nos ha discriminado en la educación y en la política. Por ejemplo, el primer gobierno democrático sólo tuvo una mujer -Soledad Becerril- y ahora tenemos un gobierno paritario.
-¿No cree que la mujer sea visible todavía en la sociedad?
-Las mujeres tenemos que ser visibles, que se nos nombre. Los derechos fundamentales ya están conseguidos, pero lo que tenemos que hacer es que sean una realidad y que los podamos ejercer. Por ejemplo, algo que nos lo impide mucho es el reparto de responsabilidades en la vida familiar. El gran reto es que la democracia llegue a las familias, donde haya una corresponsabilidad. La educación es un gran recurso porque cambia las mentalidades.
-La Constitución asegura que todos somos iguales. Sin embargo, las diferencias entre el hombre y la mujer aún existen, ¿hasta cuando existirá esta lucha de sexos?
-Lo único que pasa es que los derechos formales están conseguidos; la Constitución los consagra y no se puede discriminar por razón de sexo. Sin embargo, si se analiza la situación hay discriminación laboral, porque la mujer gana menos que los hombres. De manera afortunada, las políticas de acción positiva buscan dónde están relegadas, excluidas o discriminadas las mujeres, y las nuevas leyes que se han promulgado, como la de Igualdad o la de Dependencia, han dado derechos ciudadanos, tanto a las mujeres como a los hombres.
-¿Considera que el lenguaje es machista y siempre hay que distinguir los géneros?
-Hemos cambiado muchas cosas para que haya más justicia, pero en el lenguaje la mujer está excluida. El lenguaje es racista y tiene detalles que hay que eliminar porque recoge el estado de una sociedad, que siempre ha sido patriarcal, androcéntrica y machista y la mujer está fuera. Yo no soy profesor, soy profesora.
-¿Qué propone o qué hace falta para cambiar esta situación?
-Lo que hace falta es que el lenguaje haga visible el nuevo papel de la mujer. El lenguaje se ha renovado mucho, ha habido muchos neologismos y se han incorporado nuevas palabras porque la lengua las ha ido admitiendo. El lenguaje es algo vivo y tiene que reflejar la situación actual.
-Este año han contado con la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, para inaugurar la Escuela de Verano de Mujeres, ¿por qué han pensado en ella?
-Hemos solicitado su presencia en años anteriores. El hecho de que haya venido es que el tema de la ciudadanía es polémico, candente, de interés social y no sólo para las mujeres. Es un tema que está en el centro del debate ideológico. Con Educación para la ciudadanía se educa en derechos fundamentales, humanos y democráticos, mientras que los que se oponen a ella pretenden que la religión sea obligatoria y tenga nota.
-¿Cree que Fernández de la Vega es un espejo en el que se han de mirar las mujeres?
-Sí que lo es, sin ninguna duda. Es una forma distinta de ejercer el poder. Nunca antes en España habíamos tenido a una mujer tan poderosa y con tanto prestigio político y humano. El que haya venido ha sido un lujo.
-Este año, la Escuela de Verano de Mujeres se centra en la ciudadanía como eje de la democracia, ¿por qué lo han elegido?
-Pretendemos que haya una cultura política para la mujer porque hay que tener en cuenta que a la mujer se la reduce al ámbito privado. La ciudadanía se ocupa de los temas de interés público y político. En los debates hemos trabajado todos los aspectos y todos los temas, pero tenemos que avanzar porque las mujeres, tradicionalmente, hemos estado muy por detrás. Y eso no es porque no tengamos menos cualidades, sino porque se nos ha discriminado en la educación y en la política. Por ejemplo, el primer gobierno democrático sólo tuvo una mujer -Soledad Becerril- y ahora tenemos un gobierno paritario.
-¿No cree que la mujer sea visible todavía en la sociedad?
-Las mujeres tenemos que ser visibles, que se nos nombre. Los derechos fundamentales ya están conseguidos, pero lo que tenemos que hacer es que sean una realidad y que los podamos ejercer. Por ejemplo, algo que nos lo impide mucho es el reparto de responsabilidades en la vida familiar. El gran reto es que la democracia llegue a las familias, donde haya una corresponsabilidad. La educación es un gran recurso porque cambia las mentalidades.
Tomado de www.eldiariodecordoba.es
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