Por Lisbeth Martínez
La Violencia Intrafamiliar se ha convertido en los últimos diez años en una especie de flagelo social altamente complejo de enfrentar por las autoridades venezolanas por las consecuencias e implicaciones diversas que origina esta situación tan delicada de la sociedad venezolana. A pesar de los más profundos estudios y de todas las medidas puestas en práctica, al parecer no terminan de llenar las expectativas sobre todo para quienes a diario se ven envueltos en esta problemática donde el ojo del huracán se coloca generalmente sobre la mujer y sus graves secuelas para los más pequeños de la casa que son los niños.
Se ha estudiado la violencia como un fenómeno interpersonal, analizado por especialistas desde distintos ángulos y visto desde muchas perspectivas y abundan los expertos que ahondan en el escabroso tema, pero aún no emiten una fórmula que al menos alivie este drama. Se ha expresado en reiteradas ocasiones que la violencia intrafamiliar puede manifestarse en cualquiera de los espacios de convivencia social. Y que además el fenómeno de la violencia va más allá de las conductas individuales. Se produce en las relaciones interpersonales y afecta, por lo menos a dos protagonistas, el que la padece y el que la genera. Sin embargo, en toda situación de violencia existe una onda expansiva que complejiza las situaciones y que nos permite hablar de un tercer afectado.
Ese tercer afectado es el que mira los hechos violentos, quienes lo sufren indirectamente sin poder hacer nada para evitar que esto se produzca. Todos somos espectadores directos e indirectos de hechos violentos en la vida diaria. Unos más afectados que otros.
Los niños que son víctimas directas de la violencia, incluyendo abuso físico, psicológico o sexual en la escuela, el hogar o la comunidad, corren el riesgo de volverse violentos hacia sí mismo o hacia otros, cada vez que se convierten en testigos mudos de estas situaciones que socavan la personalidad de hombres y mujeres por igual.
Los niños como son presas fáciles de esta violencia intrafamiliar, sienten sobre sus hombros, diversidad de secuelas como maltratos, humillaciones, vejámenes y hasta sienten que son ridiculizados y avergonzados en el hogar o la escuela, lo que incide drásticamente en el bajo rendimiento escolar, porque existe un drama familiar que no será fácil para ellos superarlos. Esta causal pudiera en un principio afectarlos socialmente en todos los ámbitos donde ellos se muevan o interactúen. Si no se les brinda una ayuda adecuada a estos niños, podrían exteriorizarlo de manera inapropiada incluyendo la posibilidad de agresión y violencia. Porque como siempre se ha dicho, violencia genera violencia. Y ella, sólo podrá ser combatida mediante la razón intercedida por una buena educación doméstica que comienza en el hogar y va más allá del ámbito liceísta, universitario y la calle misma.
Es por esto que los niños, niñas y adolescentes presentan un bajo rendimiento escolar, existiendo cambios drásticos que limitan la capacidad del proceso de enseñanza-aprendizaje de ellos. Esto ocurre cuando los padres o representantes presentan sus espectáculos de violencia y maltratos físicos y verbales derramando en la mayoría de los casos, su ira sobre los niños, con todo tipo de privaciones como la alimentación, el encierro en las habitaciones y lanzándoles atropellos físicos y verbales, que más temprano que tarde incidirán en su completo desarrollo bio-psico-social.
Creo que estamos a tiempo y es mucho lo que todavía se puede hacer desde la escuela y desde el mismo hogar para frenar este drama diario de la sociedad venezolana, porque además, existen leyes que amparan y protegen a estos niños, niñas y adolescentes. El Artículo 352 de la Lopna priva de la Patria Potestad de los padres cuando estos maltratan física, mental o moralmente a sus hijos.
También el Artículo 253 de la misma Ley dice que "será penado por la ley el que ejecuta tortura y cause grave sufrimiento a algún niño".
Es importante recordar que la ley sobre la violencia contra la mujer y la familia fue aprobada a través del primer Motor Constituyente al señalarlo en la Ley Habilitante la cual tiene como finalidad prevenir, controlar y sancionar la violencia contra la mujer y la familia.
Autora: Lic. Lisbeth Martínez de Ramos.
Tutor: Yoel Quiróz
Asignatura: Seminario de Investigación
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