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lunes, 1 de octubre de 2007

Los hipocondríacos acaparan ya un tercio de las consultas

 

 Remedios Cuevas. 

 En el desfile de enfermos que pasa cada día ante los ojos de cualquier médico de cabecera hay algunas caras demasiado conocidas. En el argot sanitario son los hiperfrecuentadores o hiperconsultadores: asiduos a los centros de salud que reclaman atención médica más de siete veces al año y que acaparan buena parte de la atención de los profesionales sanitarios por su excesiva presencia en los ambulatorios. Son un 10 por ciento de todos los pacientes que acuden a las consultas, pero se bastan para copar el 30 por ciento del tiempo de trabajo de los facultativos de Atención Primaria. Seguro que usted conoce a alguno. 

Las causas son variadas, según indica Javier Requena, especialista de la Unidad de Gestión Clínica de Psiquiatría del Hospital Regional Carlos Haya, pero están definidas. Ese 10 por ciento de hiperconsultadores que tanto frecuenta los despachos de sus médicos se divide en tres subgrupos: los que acuden porque padecen enfermedades crónicas, los que sufren algún tipo de trastorno mental y los que inician su periplo de consulta en consulta tras algún trauma vital, como por ejemplo la pérdida de un ser querido. Pero no son compartimentos estancos. "Estos tres bloques se potencian entre sí y muchas veces no hay un sólo factor, sino dos o incluso los tres", atestigua el psiquiatra.

La realidad de los comúnmente llamados hipocondríacos es compleja y no responde a un único perfil, pero el caso más reiterado es el de una mujer, de más 60 años, con malestar psíquico, bajo nivel de instrucción y, en muchas ocasiones, con algún tipo de disfunción familiar. "Este es el perfil más frecuente. Consultan una y otra vez en busca de soluciones a unos síntomas muy variados, pero el médico, por más que lo intenta, no encuentra una explicación orgánica a su padecimiento", explica Requena, que aclara que esos síntomas no son inventados: "No son pacientes ficticios ni simuladores. Tienen un elevado grado de sufrimiento".

Las Urgencias de los hospitales también son un lugar de peregrinación para los hiperfrecuentadores, aunque en menor medida que los centros de salud. Pedro Arribas, médico adjunto de Urgencias del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria, afirma que sus compañeros están ya acostumbrados a toparse con "molestias torácicas o dificultades para respirar" a las que no hallan ninguna explicación. "Hay pacientes que nada más que les ves la cara ya sabes a lo que vienen porque ya los conocemos", señala.

La hiperconsulta que tiene su origen en un trastorno mental suele ser la más difícil de tratar porque el paciente tiende a negarse a admitir que su dolencia física, aunque cierta, tiene un origen psíquico. Lo más frecuente es que exista lo que los médicos catalogan como un trastorno somatomorfo -de somatización- que, a su vez, se divide en cuatro tipos principales: el llamado trastorno somatoforme, de difícil tratamiento, en el que el paciente sufre múltiples síntomas físicos -en más de cuatro lugares del cuerpo- y que suele aparecer antes de los 30 años; la hipocondría propiamente dicha, en la que el enfermo está convencido de que su padecimiento se debe a alguna enfermedad grave aún no descubierta, que es abordable a través de terapias cognitivo-conductuales; los trastornos por dolor, que en ocasiones enmascaran una depresión y que, con independencia de ello, suelen tratarse con antidepresivos de tipo ISRS, que elevan el umbral del dolor, más que con analgésicos, y, por último, los llamados trastornos conversivos, "muy aparatosos". Estos suelen aparecer tras un acontecimiento vital muy estresante con consecuencias tan llamativas como que el paciente, de pronto y sin explicación aparente, deje de hablar o no pueda mover alguna extremidad de su cuerpo.

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