Que estas buscando?

martes, 18 de diciembre de 2007

Los efectos de la infidelidad


Ana Nogales

Sabemos que la infidelidad afecta la relación de la pareja; sin embargo, no siempre la destruye. Entre los latinos, los hombres han sido tradicionalmente aceptados con el derecho a tener aventuras extramatrimoniales, pero la situación ha cambiado desde que la mujer ha encontrado una posición más equitativa en la relación. No sólo no se tolera la infidelidad entre los hombres del modo que se hacía antes, sino que el porcentaje de mujeres que son infieles a su pareja en un momento dado, ha aumentado.

Todo parece indicar que los hombres tienen relaciones extramaritales buscando reconciliar su ego, y cuánto más narcisistas, más la necesidad de comprobar su "suerte con las mujeres", sin que esto implique que tenga un mal matrimonio o que su esposa no lo satisfaga.

Se trata de una decisión personal que poco tiene que ver con su esposa.

Por otro lado, la mujer infiel suele buscar en otros brazos a quién la escuche, la entienda y la acompañe, una necesidad más emocional que sexual, que en la mayoría de los casos refleja la negligencia o abandono emocional por parte de su esposo.

Es así como muchas mujeres sienten que están castigando a su esposo con la misma moneda. Pero cuando esto ocurre, la pareja se resiente aún más y el daño puede ser irreparable.

Las aventuras amorosas no son por lo general planeadas, pueden ocurrir en cualquier momento, pero las estadísticas indican que tienen lugar con más frecuencia en los primeros cinco años del matrimonio, tanto para el hombre como para la mujer; en el caso de los hombres también después de los veinte años en una relación, cuando empieza a cuestionarse su capacidad sexual.

Por lo general, la infidelidad es difícil de ocultar y deja huellas en su camino, que la pareja detecta cuando la relación es íntima. Es muy difícil poder mentir a la persona que lo conoce bien, por lo que el infiel comienza a distanciarse emocionalmente con excusas. Esta actitud trae celos y desconfianza en su pareja, seguida de una crisis.

Después de que la pareja decide o se ve obligada a confrontar la realidad, las reacciones emocionales del traicionado pueden ir de ansiedad intensa a depresión, pero también la reacción del infiel trae repercusiones, ya que por lo general se siente avergonzado, y la culpa lo acosa.

Pero una vez que las cartas están sobre la mesa y se ha hablado con claridad, es posible que el matrimonio comience una relación sin mentiras y con honestidad, siempre y cuando ambos se lo propongan.

Cuando la tercera persona continúa presente, quizás por razones de trabajo, es posible que la recuperación del matrimonio sea más difícil, ya que la desconfianza e inseguridad de la persona traicionada continuará afectando el diario vivir.

Volver a confiar es difícil, pero no imposible, y requiere un proceso de reflexión. En estos momentos es cuando ambos se plantean el valor del matrimonio o de su relación, incluida la consideración a los hijos.

Las recriminaciones suelen estar presentes, y es posible que salgan reproches de otros momentos de la vida matrimonial. Sin embargo, y aunque cause dolor, es responsabilidad del infiel dar explicaciones, aunque no se recomiendan los detalles, ya que por lo general hieren más.

La honestidad es el punto de partida más importante, mucho más que la información, y sólo puede establecerse a través de los hechos. Ambos deben tener mucha paciencia y comprensión. La integridad del matrimonio podrá mantenerse cuando la persona que cometió la transgresión pueda pedir perdón de corazón, tantas veces como sea necesario (sin someterse a una tortura diaria).

Sus palabras serán vanas si su intención es salirse del problema por el momento, para ser más cuidadoso/a la próxima vez que quiera ser infiel.

Tomado de www.eldiariony.com

No hay comentarios.: