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martes, 18 de diciembre de 2007

Si tu matrimonio te produce dolor

 
No se trata de una condición crónica que afrontar, es un vehículo para compartir la vida con tu pareja.

En la década pasada varios investigadores publicaron estudios que, según dicen, prueban que la gente que está casada es, por lo general, más feliz y más saludable que quienes permanecen solteros. Frente a este postulado, la especialista en relaciones de pareja Cathryn Michon hace un comentario: "Esto pudiera ser fácilmente explicado porque esos investigadores nunca me contactaron cuando yo estaba casada de manera que les pueda ubicar realmente". Michon comenta que está divorciada y que se sorprende  muy a menudo cuando la gente le dice que el estado de perfección del hombre y de la mujer se produce dentro del matrimonio. Si bien hay muchas parejas que viven felices casadas, hay muchas otras que no. "Porque creo profundamente en el matrimonio, siempre estoy revisando los nuevos estudios que se publican sobre el tema y, finalmente, ha aparecido uno que prueba lo que siempre he pensado: un buen matrimonio te puede sanar y uno malo te puede enfermar".

Ella se refiere al estudio realizado por la investigadora Janice K. Kiecolt-Gaser, del Instituto de Investigaciones Médicas del Comportamiento de la Universidad Estatal de Ohio, junto con su esposo el investigador Ronald Glaser, que creó un modelo de investigación para determinar cómo actúan las parejas entre ellas y cómo eso puede llegar a afectar su salud.

Esto es lo que  sucedió a quienes aceptaron pasar una noche junto a los investigadores. En dos ocasiones, separadas por dos meses, cada una de las 42 parejas de casados fue internada en el hospital durante 24 horas para un período de pruebas, lo cual no es la idea en absoluto de una "escapada romántica".

En la primera sesión, en el comedor con luces fluorescentes del hospital, mientras las parejas "disfrutan" de una cena de carne fría, unas cuantas arvejas y una copa de gelatina, acompañadas de un vaso de leche descremada, se les pide que conversen durante 10 minutos  sobre lo que ellos y ellas quisieran cambiar de sus respectivos cónyuges.

Se trata de conversaciones pasivo-agresivas en las que suelen involucrarse las parejas que han estado casadas algunos años cuando se sienten molestas por algo: "Lo que quisiera mejorar de mi carácter es el ser más comprensiva en relación con tu total falta de sensibilidad como jamás recordar que debes bajar el aro del inodoro para que no me vuelva a golpear en mitad de la noche cuando me levanto al baño…".

En la siguiente visita al hospital las cosas fueron diferentes. Ahora se les pidió a las parejas que hablaran sobre temas como el manejo del dinero en el hogar o sobre las famitas políticas, seleccionados a propósito para que de produzcan argumentaciones. No se les sirvió ni siquiera un coctel antes de que comenzaran estos juegos emocionales.

Tanto las primeras positivas sesiones como las negativas segundas fueron filmadas por los especialistas, quienes analizaron meticulosamente en busca de la evidencia de hostilidad.

Según los resultados de este estudio, los especialistas encontraron un alto grado de hostilidad que experimentan las parejas y las tasas de curación de esos sentimientos alterados alcanzaron tan solo un 60 por ciento del grupo que se pudiera considerar menos hostil.

Pero la conclusión más importante a la que llegaron Ron y Jan con su estudio es sin duda muy profunda y muy simple a la vez: "Si tu esposo/a no puede decirte siempre algo bueno, no debiera ser tu esposo/a y punto".

Esta frase determinante, sin embargo, no es nueva, las abuelas la han dicho siempre: "Tu esposo/a debe ser la única persona en el mundo con la que puedes contar para que esté siempre junto a ti y te trate bien. Si él/ella no es bueno/a contigo y te trata mal, te vas a enfermar del cuerpo y del alma y sería mejor en todo caso estar solo/a que tan mal acompañado/a".

Las soluciones

Kathy Dawson, autora del libro 'Diagnóstico: casado/a', comparte algunas soluciones  prácticas para prevenir el estrés y crear una atmósfera más sana y feliz dentro del matrimonio. Según su teoría, una relación no tiene más posibilidades de encontrar dificultades potenciales que un  avión cuyos instrumentos pueden fallar, sus pilotos cometer errores o encontrarse con un problema de turbulencia impredecible.

Los matrimonios inevitablemente encontrarán sus propias formas de turbulencia. A pesar de que muchas parejas piensan que van a pasar la vida juntos y sin conflictos, quienes tienen experiencia garantizan que encontrarán problemas en el manejo de  las finanzas, la familia política, la pérdida de empleo, las enfermedades, el estilo de crianza de los hijos, las diferencias de comunicación u otras menores o mayores situaciones que alterarán la relación. Ningún matrimonio está libre de desacuerdos y discusiones. Los problemas que encuentra  la pareja no son un desastre anunciado, pueden ser una bendición. Las dificultades  inherentes a cualquier matrimonio son precisamente lo que desarrolla esa fuerte pega que los une y que produce la adrenalina para enfrentar a las pruebas que aparecen con el tiempo, lo que da la fuerza para luchar por lo que se cree y se ama,  siempre y cuando exista mutuo respeto, comprensión, tolerancia y amor.

 

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