ANDER BERGARA, COORDINADOR DE GIZONDUZ
Dirige un programa de Emakunde enfocado a los hombres para promover la igualdad
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El Instituto Vasco de la Mujer ha puesto en marcha un programa dirigido a los hombres que han bautizado como Gizonduz. La palabra vasca hace referencia a tres conceptos que, en realidad, para los euskaldunes son lados distintos de una misma cosa: 'gizondu' significa convertirse en hombre, madurar, y con ello, hacerse más reflexivo; es decir, para quienes creen en la evolución de los seres humanos, es alcanzar un grado superior de civilización. Ander Bergara ha recibido el encargo de ponerlo en marcha.
-¿Qué es Gizonduz?
-Es una iniciativa pionera del Gobierno vasco, liderada por el lehendakari...
-¿Se le ocurrió a él la idea?
-En el IV Plan de Igualdad ya se planteaba la idea de trabajar con los hombres para promover la igualdad.
-O sea que Gizonduz es...
-- un programa, que gestiona Emakunde, con el objetivo de promover una mayor implicación de los hombres a favor de la igualdad entre los dos sexos. Y el lema es 'La igualdad te hace más hombre'.
-¿Cómo lo plantean?
-Nuestra perspectiva es que la igualdad nos hace mejores personas, tanto a hombres como a mujeres, porque supone romper con los estereotipos que limitan nuestro desarrollo personal. Los roles nos impide que desarrollemos todas las potencialidades que tenemos como personas. La idea es que trabajar por la igualdad también beneficia a los hombres.
Sexo y género
-¿Es lo mismo sexo que género?
-No. El sexo hace referencia a las condiciones biológicas, mientras que el género es una construcción cultural a partir del sexo. Se trata de lo que socialmente se entiende por ser mujer y ser hombre. Sobre el sexo, es decir, sobre unas características biológicas, se construye un concepto social.
-¿Por ejemplo?
-En la sociedad en que vivimos ser mujer se identifica principalmente con la responsabilidad de cuidar del resto de las personas; y el papel de los hombres es ser proveedor de los recursos de la familia. Esto ha ido cambiando y las mujeres han adquirido valores tradicionalmente considerados masculinos: participan en el mercado laboral, en el ámbito público, en la toma de decisiones, pero el cambio en los hombres es más limitado. Compartimos las tareas domésticas, pero en menor proporción.
-Entonces, ¿ustedes qué quieren?
-Consideramos que no es suficiente que cambien las mujeres, es necesarios que también cambien los hombres.
-¿Su mayor meta es el reparto de las tareas domésticas?
-No, la clave es el reparto de todos los trabajos: del remunerado, que no es equitativo ni está igual pagado, y del no remunerado, el del hogar, que en un 70% realizan las mujeres. Mientras no se repartan ambos de forma equilibrada, será difícil conseguir la igualdad, porque ellas tendrán menos posibilidades de desarrollo personal, profesional y para el ocio. La mayoría de las ministras no tienen familia, están solteras... Es difícil compatibilizar los dos ámbitos.
-Ellos sí lo consiguen.
-Porque ha habido una mujer detrás que satisfacía sus necesidades familiares y de cuidado. Además, los poderes públicos deben asumir que el cuidado de las personas es fundamental para el desarrollo de la sociedad. Sería impensable una sociedad como la actual sin el trabajo diario de las mujeres.
-Si ese trabajo fuera remunerado
-Nunca hemos planteado el salario a las amas de casa. Queremos personas libres y autónomas tanto en el ámbito público como privado. La idea de que mujeres y hombres nos complementamos limita nuestras capacidades de desarrollo. A los hombres no se nos fomentan valores como la ternura o ser autónomos en el ámbito doméstico y a las mujeres, otros como la valentía, la independencia... Seamos lo que cada cual desee ser y en el ámbito en que lo desee.
-Una utopía.
-Efectivamente, pero queremos tender a ella porque, si creemos que es posible, podemos alcanzarla. También lo es un mundo sin guerras, y queremos tender a ello.
-¿Podemos conformarnos con lograrlo cada cual en su ámbito?
-La sociedad cambiará en la medida en que lo hagan las personas, por eso en 'Gizonduz' queremos crear una masa crítica de hombres que cuestione la masculinidad tradicional y actúe como modelo para otros.
El nuevo hombre
-¿Ese hombre es uno de los elementos más evolucionados de la especie?
-Es un hombre nuevo, lo suficientemente valiente como para cuestionar el modelo de masculinidad tradicional y buscar otra forma. Las mujeres han cambiado más porque ellas sufren en mayor medida las consecuencias de este modelo.
-¿Está seguro?
-Lo dicen los datos: sufren más la pobreza, no participan en las decisiones políticas, asumen mayoritariamente las tareas del hogar, la violencia contra ellas por ser mujeres Los datos demuestran que las consecuencias más graves las sufren ellas.
-Ellos llevan años perdiéndose la participación en el hogar, que es donde está el amor.
-Efectivamente. La mayoría de los hombres no ha explorado el mundo de los afectos, eso no era ser hombre. Él tiene mayores posibilidades de llegar a cotas de poder, de obtener más ingresos que ella, se beneficia de la tarea que hace ella, pero hay que reflexionar sobre los costes que tiene.
-Finalmente, el feminismo es favorable para el hombre.
-Sí, estoy convencido.
-¿Qué es Gizonduz?
-Es una iniciativa pionera del Gobierno vasco, liderada por el lehendakari...
-¿Se le ocurrió a él la idea?
-En el IV Plan de Igualdad ya se planteaba la idea de trabajar con los hombres para promover la igualdad.
-O sea que Gizonduz es...
-- un programa, que gestiona Emakunde, con el objetivo de promover una mayor implicación de los hombres a favor de la igualdad entre los dos sexos. Y el lema es 'La igualdad te hace más hombre'.
-¿Cómo lo plantean?
-Nuestra perspectiva es que la igualdad nos hace mejores personas, tanto a hombres como a mujeres, porque supone romper con los estereotipos que limitan nuestro desarrollo personal. Los roles nos impide que desarrollemos todas las potencialidades que tenemos como personas. La idea es que trabajar por la igualdad también beneficia a los hombres.
Sexo y género
-¿Es lo mismo sexo que género?
-No. El sexo hace referencia a las condiciones biológicas, mientras que el género es una construcción cultural a partir del sexo. Se trata de lo que socialmente se entiende por ser mujer y ser hombre. Sobre el sexo, es decir, sobre unas características biológicas, se construye un concepto social.
-¿Por ejemplo?
-En la sociedad en que vivimos ser mujer se identifica principalmente con la responsabilidad de cuidar del resto de las personas; y el papel de los hombres es ser proveedor de los recursos de la familia. Esto ha ido cambiando y las mujeres han adquirido valores tradicionalmente considerados masculinos: participan en el mercado laboral, en el ámbito público, en la toma de decisiones, pero el cambio en los hombres es más limitado. Compartimos las tareas domésticas, pero en menor proporción.
-Entonces, ¿ustedes qué quieren?
-Consideramos que no es suficiente que cambien las mujeres, es necesarios que también cambien los hombres.
-¿Su mayor meta es el reparto de las tareas domésticas?
-No, la clave es el reparto de todos los trabajos: del remunerado, que no es equitativo ni está igual pagado, y del no remunerado, el del hogar, que en un 70% realizan las mujeres. Mientras no se repartan ambos de forma equilibrada, será difícil conseguir la igualdad, porque ellas tendrán menos posibilidades de desarrollo personal, profesional y para el ocio. La mayoría de las ministras no tienen familia, están solteras... Es difícil compatibilizar los dos ámbitos.
-Ellos sí lo consiguen.
-Porque ha habido una mujer detrás que satisfacía sus necesidades familiares y de cuidado. Además, los poderes públicos deben asumir que el cuidado de las personas es fundamental para el desarrollo de la sociedad. Sería impensable una sociedad como la actual sin el trabajo diario de las mujeres.
-Si ese trabajo fuera remunerado
-Nunca hemos planteado el salario a las amas de casa. Queremos personas libres y autónomas tanto en el ámbito público como privado. La idea de que mujeres y hombres nos complementamos limita nuestras capacidades de desarrollo. A los hombres no se nos fomentan valores como la ternura o ser autónomos en el ámbito doméstico y a las mujeres, otros como la valentía, la independencia... Seamos lo que cada cual desee ser y en el ámbito en que lo desee.
-Una utopía.
-Efectivamente, pero queremos tender a ella porque, si creemos que es posible, podemos alcanzarla. También lo es un mundo sin guerras, y queremos tender a ello.
-¿Podemos conformarnos con lograrlo cada cual en su ámbito?
-La sociedad cambiará en la medida en que lo hagan las personas, por eso en 'Gizonduz' queremos crear una masa crítica de hombres que cuestione la masculinidad tradicional y actúe como modelo para otros.
El nuevo hombre
-¿Ese hombre es uno de los elementos más evolucionados de la especie?
-Es un hombre nuevo, lo suficientemente valiente como para cuestionar el modelo de masculinidad tradicional y buscar otra forma. Las mujeres han cambiado más porque ellas sufren en mayor medida las consecuencias de este modelo.
-¿Está seguro?
-Lo dicen los datos: sufren más la pobreza, no participan en las decisiones políticas, asumen mayoritariamente las tareas del hogar, la violencia contra ellas por ser mujeres Los datos demuestran que las consecuencias más graves las sufren ellas.
-Ellos llevan años perdiéndose la participación en el hogar, que es donde está el amor.
-Efectivamente. La mayoría de los hombres no ha explorado el mundo de los afectos, eso no era ser hombre. Él tiene mayores posibilidades de llegar a cotas de poder, de obtener más ingresos que ella, se beneficia de la tarea que hace ella, pero hay que reflexionar sobre los costes que tiene.
-Finalmente, el feminismo es favorable para el hombre.
-Sí, estoy convencido.
Tomado de www.elcorreodigital.com
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