La sola palabra 'feminismo' me aterra. Piensa en lo que sería un movimiento de 'masculinismo'. No me gusta la politización de los géneros ni la militancia en favor de cualquiera de los dos, ya que lo mejor es alcanzar una sociedad igualitaria" [Carlos Marín].
"Feminismo me remite a radicalizar posiciones. Es una ruta que polariza, en vez de armonizar y avanzar en equidad, en un mundo en que las oportunidades no sean cuestión de género. Sin embargo, en nuestro país las cosas todavía no son así y como los grandes rebeldes, el feminismo alza voz" [Javier Alatorre].
"La palabra no me asusta. Lo que me asusta es que se necesita una palabra especial para que una mujer pueda obtener los mismos derechos que cualquier otro ser humano" [Sergio Sarmiento].
"El feminismo es un oficio dudoso. Hasta el Jefe Diego es feminista, ya cualquiera puede serlo" [Jairo Calixto Albarrán].
"El feminismo me asusta. No tanto por la palabra sino por que su uso ha sido muy transgredido" [Tacho].
"Me asusta. El feminismo es una buena causa pero muchas militantes son unos individuos simplemente belicosos" [Román Revueltas].
"Ambas. Pero me fastidian a menudo" [Horacio Salazar].
"Me asusta. Es extremismo, lo contrario a la misoginia" [Fabián Pulido].
"Me encanta y me conquista" [Héctor Suárez Gomíz]
"Ninguno. Es un concepto antiguo que no refleja la realidad actual" [Rodrigo Orozco].
"Me parece necesario. Si te asusta eres discriminador" [Martín Bonfil].
"A mí me gusta; admiro a las mujeres seguras de sí mismas. De hecho, considero que a un hombre que le asuste el feminismo denota inseguridad" [Erick Guerrero].
"El feminismo extremo, que dice el hombre es malo sólo por ser hombre, me asusta; pero el que busca la igualdad, me gusta" [Rafael Abascal].
La palabra "feminismo" ¿te asusta o te gusta? Fue la pregunta que decidí hacer a algunos de mis amigos y colegas a raíz del Día Internacional de la Mujer, que se celebró ayer, 8 de marzo.
Ante muchas palabras podemos esperar reacciones comunes. Por ejemplo, la palabra "tortura" generalmente causa escalofríos, así como la palabra "bebé" causa ternura. Pero cuando hablamos del feminismo, no hay manera de llegar a un acuerdo. Cada uno le da un significado distinto. Es como si estuviéramos en la Torre de Babel. Lo que resulta claro, dentro de tanta confusión, es que ha perdido su sentido para adquirir uno peyorativo. A la mayoría de los hombres la sola mención de la palabra les saca ronchas, y para las mayoría de las mujeres, no resulta agradable.
Hoy día, lejos de sentirse halagadas, el término "feminista" las molesta. "¿Feminista yo? Pero para nada", dirán varias. "Para muchos hombres, pero también mujeres, ser feminista implica odiar a los hombres, ser lesbiana, ser mala madre y esposa o entregarse al libertinaje sexual", dice Marina Castañeda en su libro El machismo invisible regresa.
¿Pues qué es esto del feminismo entonces? Puesto en términos muy sencillos, el feminismo lo que busca es equidad. Igualdad de oportunidades tanto para varones como para mujeres; en educación, trabajo, salario y derechos políticos. El feminismo respeta y valora el trabajo de las amas de casa así como el de las ejecutivas; reconoce la capacidad femenina de procrear y ser madre, pero no la limita a eso. Y entonces ¿dónde está el problema? Entendiendo al feminismo en estos términos, estoy segura que la gran mayoría nos reconoceríamos como feministas. Sin embargo, se ha perdido el significado original del término, independientemente de lo que diga el diccionario.
Si la palabra confunde o molesta a tantos, tal vez sea más sensato es hablar de equidad; que al final del día es lo que buscamos. Pero independientemente de cómo nos refiramos al tema; lo verdaderamente importante es caer en cuenta que si bien hemos avanzado mucho en los últimos cien años, todavía queda mucho camino por recorrer en esta materia.
Y también es necesario reconocer que hemos logrado estos avances gracias a todas esas personas "feministas" que han luchado y dado su vida para que el camino a la equidad sea posible. Y digo camino, ya que si bien es cierto que tenemos leyes que nos garantizan equidad, la realidad dista aún mucho de ser como la pintan las leyes.
No nos confundamos. El que tengamos una legislación muy avanzada en materia de equidad de género no refleja (pero ni de lejos) la realidad de la mujer mexicana. Falta mucho para poder hablar de una equidad real y es prioritario luchar por ello. Ya que contrario a la opinión de la mayoría, la equidad de géneros no es "cosa de mujeres", es un tema que atañe a hombres y mujeres por igual y nos beneficia a ambos. Reconocer la equidad de los géneros nos hará más completos. Y no podemos olvidar, además, que vamos todos en el mismo barco.
Tomado de www.milenio.com
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