Jorge Alberto, de 38 años, escribió a Sexo Sentido porque siente que su pareja es injusta con él y quiere que la ayudemos a ser «más razonable». Cuenta que llevan juntos poco tiempo. Por motivos familiares y laborales viven en municipios separados, y aunque él no reclama más sexo en tales condiciones, estima que si otra mujer se le insinúa tiene derecho a acostarse con ella sin que eso constituya una infidelidad.
Antes de empezar el noviazgo, ambos pasaron meses sin tener relaciones sexuales con nadie, pero ahora quiere poner el parche a tiempo sobre su «obligación» de cumplir el «papel de hombre» si la situación se presenta por casualidad.
«De no hacerlo correría el riesgo de ser desprestigiado por esa hipotética mujer... pero mi novia no quiere verlo así»; le reprocha, y además se siente ofendido porque ella le exige usar condón desde que él le expuso tal razonamiento.
«Así me criaron a mí: el hombre tiene que estar listo siempre, y la mujer que no entienda eso es porque no lo quiere. Lo único que puede esperar es que sea discreto», lo apoya otro lector de 51 años, pero un grupo de bayameses de la Escuela de Superación de Perfeccionamiento Atlético Simón Bolívar calificó de «machismo barato» tal actitud, indignados no solo contra el que se aprovecha de esos rezagos culturales para ofender a su mujer, sino también contra «esas chicas que se dan tan poco valor a sí mismas, y que ponen al varón en una situación difícil a veces solo para molestar a la novia».
¿De protagónicos?
Jóvenes y adultos, mujeres y hombres, tienen puntos de vista muy diversos sobre el polémico «papel» masculino, tan defendido, perdonado o criticado en siglos anteriores.
A través de la red de amigos de nuestra página recogimos diversos criterios sobre el asunto. Tras leer y escuchar decenas de comentarios, lo primero que salta es que algunas personas no tienen claro ese concepto de «hombría», lo cual dice mucho de su relativa validez.
Para unos, papel de hombre es garantizar todo lo que hace falta en casa y que su mujer no tenga que salir a la calle ni a trabajar, «si acaso los domingos de paseo» como lo definió un cuentapropista capitalino de 52 años.
Para otros, como Orley, estudiante del Instituto Superior de Arte, su papel es simplemente «representar a mi género sin discriminación y ser un eslabón más en la pareja, una parte protagonista, como la otra».
Solo unos pocos se refirieron al «papel» que supuestamente se desempeña en brazos de una persona sonsacadora, trampa en la que caen tanto parejas heterosexuales como homosexuales.
En un parque espirituano se propició el debate sobre el tema, y un estudiante de tecnológico reflexionaba: «Mi papá me habla de eso muchas veces, pero yo me pregunto, si una muchacha está interesada en mí, ¿de verdad tengo que hacer ese "papel" aunque no me guste? Y si me sale todo mal, ¿no estaré haciendo más bien un papelazo?».
En cambio un profesor de Villa Clara nos aseguró en una acampada con su grupo que él necesitaba «una Yutong, para cargar todos los hijos que haría por ahí a cuanta mujer le pintara una fiesta».
Fue una broma, aclaró, pero es que jugando se dicen las mayores verdades... y la mejor respuesta la recibió de una de sus alumnas, de 14 años, defensora de que cada quien disfrute su sexualidad libremente, sin tabúes, pero sin olvidarse de que no existen preservativos para los sentimientos, y que de tanto desempeñar papeles, el hombre puede terminar por olvidarse de quién es, y quedarse solo.
Todo cambia
«Puede que hace 30 años esa exigencia tuviera sentido para algunos, como aquello de que las muchachas se casaran vírgenes. Pero ¡¿en estos tiempos?! El que se escude en esos "valores" para traicionar, además de promiscuo es un inmoral», asevera la santaclareña Liudmila, de 32 años.
Annia, joven colaboradora de esta página, considera que la sociedad no ha cambiado mucho en cuanto a tolerar esa creencia, y que de un modo u otro se sigue justificando:
«Pienso que es muy lento el proceso de cambio porque es algo que les conviene a muchos», dice, preocupada porque esa «obligación» de asumir lo que no nos gusta indica pérdida de la dignidad, autoestima, sinceridad y algunas otras virtudes.
No obstante, desde su experiencia de cuatro décadas la camagüeyana Lucila afirma que esos casos de hombres «arrastrados» a desempeñar su papel en otra alcoba son aún frecuentes, y que muchas mujeres deciden perdonarlos aun cuando sepan que la infidelidad puede repetirse.
«Yo lo haría para no perder la estabilidad. Esa mujer que provoca a un hombre comprometido está tratando de destruir mi matrimonio, y puede que él le dé el gusto, pero yo no», afirma a Sexo Sentido.
«¿Perdonarlo? Depende de la persona, pero no toda mujer perdona una infidelidad así, por muy enamorada que esté», reflexiona Laura, de 18 años: «Creo que ese papel de macho del que hablan se demuestra de otras maneras».
Sara del Carmen, de 17 años, la apoya: «No acepto esa justificación. La infidelidad no es un defecto, es una decisión, y no forma parte del verdadero amor. Si alguien te es infiel es señal de que no te quiere».
Una profesora tunera aportó un elemento interesante sobre el tema durante un encuentro de Sexo Sentido con un grupo de onceno grado del politécnico Cucalambé:
«Los "papeles" se encarnan en el teatro, el cine o la televisión, cuando hay que asumir momentáneamente lo que no se es. ¿Entonces, hacer el papel de acostarse con alguien que no es de su agrado implica que no es hombre el resto del tiempo, por ejemplo con su pareja estable? ¡Qué poca autoestima hay que tener para pensar así! Si lo que quiere es estar con otra mujer, ¡que no invente excusas y asuma las consecuencias como dueño de sus actos!»
Grisel, de la Facultad de Cultura Física bayamesa, sabe a dónde conducen esas actitudes facilistas: uno de sus amigos perdió su novia de varios años y además fue contagiado con una ITS incurable por vivir una relación alocada con otra muchacha, quien supuestamente lo conminó a cumplir el dichoso papel.
Por suerte, cada vez son más los jóvenes y adultos que se burlan de tales exigencias y toman por sí mismos las riendas de su vida amorosa: «A mí me desafió una de mi barrio que ha tenido relaciones con media escuela cuenta el artemiseño Adrián, de 19 años, pero yo ahí no me meto ni loco... eso es peor que la ruleta rusa».
«¡No, hombre, no! ¡Yo no caigo en esa! ¡Ni que fuera una estrella de cine!», enfatiza Freddy, un capitalino de 50 años. «Si una mujer me chantajea para acostarse conmigo es porque nada bueno se trae entre manos. ¡Va y después quiere involucrarme en otras cosas que me perjudican más!
«¿Papel de hombre...? ¡Allá el que se deje atrapar de esa manera!».
Tomado de www.juventudrebelde.cu
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