María Fernanda Cruz
El Universal
Miércoles 09 de mayo de 2007
A menudo, una de las principales preocupaciones de los matrimonios que están en proceso de divorcio es el daño que causarán a sus hijos, ya que la separación de los padres es, a cualquier edad, un evento traumático.
Sin embargo, esta puede ser una situación superable con relativamente pocos problemas si se proporciona una buena atención, apoyo emocional y sobre todo, comprensión.
Evidentemente, esta labor no será fácil para los padres debido a que ellos mismos están pasando por una crisis, sin embargo, como adulto se tienen muchos más recursos para defenderse que los hijos, sobre todo cuando son jóvenes.
La adolescencia es una etapa de descontrol y búsqueda de identidad ya de por sí, y cuando en ella se presenta el divorcio de los padres, la situación se torna sumamente difícil.
Los chicos no entienden lo que está pasando y cuando se da la separación se sienten divididos, pues no quieren dejar a ninguno de sus padres y están angustiados y tristes, además de enojados.
Rafael Adame, sicoterapeuta especialista en niños y adolescentes del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, afirma que los jóvenes no saben describir sus sentimientos y como resultado sufren regresiones, se enojan, se rebelan ante la autoridad e inconscientemente se sienten culpables de la separación.
Adame recomienda a los padres que los ayuden a reorganizar su vida, se acerquen a ellos y abran todos los canales de comunicación; esto resultará muy benéfico también para ellos mismos.
En primera instancia es necesario darles las razones que los llevaron a tomar la decisión de separarse; la explicación deberá ser lo más sencilla posible, pues de esta manera les será más fácil de comprender y sobre todo les resultará menos amenazante.
Los hijos son los que sufren
Al ocurrir el divorcio de la pareja, los adolescentes tienen una división de sentimientos, según explica Adame: "Sufren por estar ya sea en casa de la madre o del padre, y cuando están con uno sienten que le deben lealtad al otro; hay que hacerles saber que el hecho de que sientan amor por uno es totalmente aceptado por el otro".
Es por esta razón que los chicos pasan por una "etapa de regresión" en la que adoptan modales infantiles para su edad, como por ejemplo una mayor demanda de atención, o se vuelven más manipuladores, esto es consecuencia de la tensión que están viviendo.
Retroceder en el tiempo es una estrategia para huir de los sentimientos dolorosos, en este caso, más que reprenderlos, hay que ayudarles a recuperar la confianza en sí mismos.
Seguramente costará más trabajo a los padres mantener a sus hijos dentro de las normas de conducta acostumbrada y de las reglas disciplinarias, sin embargo, es importante que se sigan respetando los límites en la misma forma que se hacía cuando la familia estaba unida. Esta es una manera de darles un marco de referencia y seguridad a estos chicos que han perdido el control de su vida temporalmente.
Después del divorcio pueden caer fácilmente en periodos de angustia a causa del fuerte cambio que sufrirán.
Cambiar de casa, de escuela, de amigos y dejar de ver a sus familiares son cosas que debieran evitarse en la medida de lo posible hasta que hayan llegado a un periodo de estabilidad.
Por otro lado, no podemos olvidar el sufrimiento de los padres, ya que en muchas ocasiones se sienten tan culpables por el dolor de los hijos que pueden equivocarse y llegar al extremo de sobreprotegerlos, negándose a sí mismos y a sus propios deseos.
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