Hace unos meses, a mediados del curso escolar en el Instituto Blas Cabrera Felipe, se entregaba una circular a los alumnos de ESO y Bachillerato.
Informaba a los alumnos y alumnas la intención del centro de controlar la vestimenta de éstos de forma rigurosa, quedando prohibidos los grandes escotes, las faldas tamaño cinturón, los zapatos de vertiginoso tacón y en definitiva, el atuendo provocativo y poco decoroso. Se especificaba que los profesores no aceptarían en sus clases a personas que lucieran los mencionados trapitos y que si la actitud de los educandos con respecto a su presencia en el instituto no cambiaba se verían obligados a imponer un uniforme que regule de forma homogénea la moda estudiantil.
El temita tiene chicha, a ver qué digo.
En primer lugar, me asombra que la circular de forma implícita se dirija únicamente a las estudiantes femeninas -a menos de que la moda haya cambiado desde que salí del instituto y los chicos lleven minifalda y escotes- Se da por hecho -veladamente- que las féminas provocan con su vestuario de forma patente y que su comportamiento influye de forma notable en descontrolar las hormonas masculinas hasta llevarlos al celo. Por lo visto es decoroso que los varones enseñen los calzones -que los enseñan muchos de ellos, ya que se han empeñado en ponerse tres tallas por encima de la suya- y que usen pantalón corto. Porque si ellos enseñan las piernas a ver por qué ellas no pueden.
Me dirán que no es lo mismo, que ya se sabe que los chicos a esas edades están salidos, que los instintos sexuales masculinos están más desarrollados.bla, bla, bla, mitos completamente machistas y afortunadamente caducos, que presuponen la frigidez mental de la mujer y que viene de la moral cristiana más recalcitrante.
Por otra parte, y que yo sepa, esto antes no pasaba. Prueba latente de la importancia que dan nuestros jóvenes a las imposiciones de la moda. No me extraña que la vestimenta se haya vuelto... vamos a decir que más exuberante, cuando las campañas de moda de las paradas de guagua nos muestran a mujeres y hombres medio en pelotas-sin venir a cuento si se está vendiendo una impresora.
Lo que sí es cierto es que, y según estudiantes del centro con los que he platicado del tema, esto ocurre desde que se han incorporado las modas latinas en el centro. No es muy difícil diferenciar a las alumnas canarias de las que vienen del otro lado del charco. Hay que pensar de forma serena y despenalizar una expresión más de la cultura que importan estas nuevas generaciones que formarán parte de nuestra comunidad y que de hecho ya lo hacen. No digo, en absoluto, que me parezca adecuado la asistencia a un centro educativo con pintas de salir de un guateque, pero también hemos de pensar que son menores de edad y el reflejo de lo que ven en casa.
Algunos de los estudiantes con los que he tenido la oportunidad de hablar me han comentado lo acertada que les parece la medida del centro, ya que la moda impuesta por un sector del alumnado estaba provocando diferencias irreconciliables y comentarios deplorables por parte de algunos gallos de corral con acné. Por otra parte aseguran que ya han sido varias las ocasiones en las que un profesor se ha negado a que una alumna en concreto entre a su clase con escotes y minis, ésta ha tenido que pedirle al novio la camisa y se la ha puesto por encima de sus minúsculos ropajes.
En Francia se armó por la prohibición de que las alumnas árabes llevaran velo, en el Blas porque no dejan asistir a las aulas con ropa ligerita. Hay que cuidar la presencia en los centros, pero mucho más importante es mejorar la enseñanza de los alumnos y disminuir el fracaso escolar en España y más concretamente en Canarias, donde existen cifras realmente preocupantes y desalentadoras. Ya se podían poner igual de duros para eso.
Tomado de www.diariodelanzarote.com
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