BARCELONA.- Luis Felipe Valera y Cruz Margarita Guevera Itriago cumplieron 60 años de casados el pasado 8 de julio. ¿El secreto? "La comprensión, el entendimiento, la fidelidad, el respeto, la confianza y la comunicación", comentan convencidos de que una relación sin estos y otros elementos no puede funcionar como "Dios manda".
Estos esposos, padres de siete hijos: Luis, Enrique, Cecilia, Eduardo, Beatris, Carolina e Isabel, confiesan que en estas seis décadas de unión matrimonial les ha tocado vivir buenos y malos momentos.
Compartir y disfrutar"Lo más duro, quizás, fue la etapa de noviazgo por las restricciones que habían para aquel entonces: no podíamos salir hasta tarde y las visitas eran por espacio de media hora, pero una vez casados hemos tenido la oportunidad de compartir momentos inigualables. Pequeñas y grandes cosas que han hecho que nuestro amor perdure con el paso del tiempo", comenta Luis Felipe.
El convivir y disfrutar de actividades en común es un factor fundamental para esta pareja. Por eso cada tres meses realizan un viaje al extranjero, y frecuentemente comparten situaciones más simples como una transmisión de béisbol por TV para disfrutar y compenetrarse aún más.
Para ellos la fidelidad también es fundamental. Tanto es así que se han preocupado por enseñarle a sus hijos la importancia de serle sincero y leal a su pareja.
Tras largos años de "sabores y sin sabores" Luis y Cruz se dedican ahora a disfrutar de la vejez, de la salud, de los hijos, de los nietos y de todo lo que han logrado con esfuerzo y trabajo mutuo.
"El matrimonio es como la lotería"El matrimonio de Ana María Guzmán y Arturo ha perdurado durante 30 años gracias a la paciencia, la comprensión, el diálogo, el amor, la cooperación, el compromiso y el respeto.
Ella y su esposo se conocieron en una excursión en Isla de Plata, el 5 de abril del año 1977. Su noviazgo duro a penas cinco meses y desde entonces se han mantenido unidos y en un hogar con cinco hijos.
Para ella lo más importante es tratar de no caer en las dificultades, aprender a oír, solucionar los conflictos, dedicarse tiempo el uno al otro, involucrar al hombre en las tareas del hogar, cultivar el amor y negociar ante los conflictos o las preferencias de cada quien.
"El matrimonio es como la lotería. Si la ganamos hay que saberla administrar, con cariño, con ternura, con pasión y mucha comprensión".
Ana María es de las que piensa que el matrimonio es 50 y 50. "50% lo hace el hombre y 50% la mujer. Es fundamental que se compartan las responsabilidades y las obligaciones, de esa manera se evitarán discusiones".
Está convencida que el fracaso de muchas parejas en la actualidad es porque se ha perdido el respeto y se ha desvirtuado el significado del noviazgo, una etapa que para ella es crucial porque ahí se logra descubrir a la posible pareja.
50 años de amor y respetoCuando Javier y María se casaron tenían 20 y 18 años, respectivamente. De eso han transcurrido 50 años, 50 años que se pronuncian fácil pero que encierran una carga de responsabilidades y compromisos.
Para ellos la felicidad y el amor sigue siendo el mismo que en altar demostraron ese 23 de enero de 1950 cuando se dieron el sí ante las leyes de Dios y de los hombres.
Como que no ha sido muy complicado. Entre ellos existe una empatía y una camaradería que se percibe cuando se conversa con esta pareja que quiso compartir sus claves: la amistad, el compañerismo, el amor, la solidaridad, el respeto, la comunicación y la necesidad de afecto.
Diversas etapasAlgunos especialistas coinciden en señalar que las relaciones de pareja pasan por distintas etapas. La Psicólogo Claudia Linares, especialista en temas de pareja, consultada vía Internet, las divide de la siguiente manera:
El noviazgo: El amor y la pasión son las principales virtudes de la relación. En esta etapa los conflictos suelen ser pasajeros porque la pareja no observa con objetividad las imperfecciones que tiene cada cual. Sin embargo, hay que prestar atención a esos detalles porque de no hallar y superar las diferencias se puede caer en rompimiento y frustraciones.
El matrimonio: Las familias de origen juegan un papel importantísimo en esta etapa, algunas se inmiscuyen hasta en el más mínimo detalle, y son causales de fuertes enfrentamientos. Aquí es necesario que tanto él como ella se comprometan a adoptar un proyecto de vida en común, que traten, en lo posible, de resolver las dificultades y que compartan actividades juntos para afianzar la comunicación, el respeto, la cordialidad, el amor, entre otros aspectos.
El nacimiento del primer hijo: Es una crisis que exige un reacomodo de todos los aspectos de la vida, desde el sexual, pasando por la distribución del tiempo y las tareas en el hogar, hasta el económico. Lo importante es compartir las responsabilidades.
La emancipación de los hijos: Cuando los hijos se van puede ocurrir dos cosas: Que la pareja se de cuenta que el tiempo los ha convertido en dos completos desconocidos o que logren una profunda intimidad donde los defectos sean tolerados.
La vejez: La etapa de vencer deficiencias físicas e intelectuales.
Siete clavesLas actividades en común son ideales para fortalecer la relación y ahondar en las preferencias de cada quien. Si el inconveniente radica en que a ella le gustan las discos y a él el cine, entonces habrá que negociar los días de fiesta y los días de cine, pero no con amargura, sino con el compromiso de disfrutar juntos. No hay que olvidar que también es bueno hacer cosas individualmente, y que es un error pensar que las parejas que pasan más tiempo juntas funcionan mejor.
Eludir constantemente las peleas y, con esto, pretender que "no sucede nada", sólo conseguirá que se acumulen rencores que indudablemente entorpecerán la relación. La comunicación en este sentido es muy importante. Las cosas hay que decirlas y aclararlas en su momento. Sin humillar, descalificar, ofender o herir al otro se pueden comunicar las opiniones, sentimientos y necesidades inherentes a la relación y aún más las dificultades.
Volver un poco a las locuras del noviazgo, permite el afianzamiento de ese espacio individual que luego funcionará como factor de encuentro. Además, es ideal para reinventar la relación y evitar caer en el aburrimiento. Hay que tratar de ser creativo: compartir; disfrutar, saborear detenidamente cada situación por pequeña que sea. Para lograrlo, la pareja debe acordar y planificar las actividades que le permitan huir de la rutina. No es necesario esperar a las vacaciones, siempre será posible encontrar un espacio para el disfrute de los dos.
Cuidar día a día la vida en común, a través de los pequeños detalles y la comunicación, intentando cada día un acercamiento mayor, demostrándole a la pareja que se le quiere y se le desean hacer feliz.
Tener en cuenta que la otra persona puede ser tu amigo ayudará a relajarse y ser más abierto.
Conocer, respetar y ayudar a cumplir los sueños del otro es fundamental.
No colocarse por encima de la pareja ni hacerse la víctima ante las adversidades.
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