De vez en cuando aparece alguien con la promesa de detener el avance de lo que insiste en considerar una enfermedad: el envejecimiento. La doctora en psicología Graciela Zarebski entiende que curar la vejez es pretender curar la vida. Pero, según J. Lacan, la vida no quiere curarse. La vida va hacia la muerte y a lo sumo podemos aspirar a que llegue despacito e imperceptiblemente.
"Este puede ser un buen plan de envejecimiento: el desgaste natural de la vida, la vida que se va agotando en el vivir. Plan de vida que desea culminar", refiere esta porteña que vive en el barrio de Abasto y que es directora de la Carrera de Postgrado de Especialización y Maestría en Psicogerontología y de la Licenciatura en Gerontología en la Universidad Maimónides.
Esta tarde, desde las 18, presentará "Hacia un buen envejecer. Nuevos modelos", conferencia que dictará en el aula magna de la Universidad Nacional del Sur (Colón 80) y que aparece enmarcada en el 10º aniversario de la Asociación Cooperadora de Acción Social (Acoas). Los auspicios son
del Colegio de Psicólogos de Bahía Blanca y de la Asociación bahiense de Terapistas Ocupacionales. El cierre estará a cargo del Coro Municipal de la Tercera Edad.
"Si cada uno pudiera acompañar el programa biológico que marca la especie con un programa personal acerca de cómo aprovechar mejor el trozo de vida que le toca, seguramente el envejecer y la muerte no serían vividos como una `bomba de tiempo', sino como una construcción personal del propio
destino".
También señala que es paradójico, pero quienes menos soportan la idea del envejecer y la muerte son precisamente aquellos que, por una u otra razón, no están viviendo en el presente una vida plena.
"Sienten que la vida se les escapa de las manos. El afán de prolongarla interminablemente pone en evidencia que no han encontrado aún el sentido de su vida, que no valoran suficientemente su obra, que no alcanzan a vislumbrar su legado."
A la opción de "curar la vejez", Graciela Zarebski propone cuidar la vida. Porque ¿cuál es el peor mal de la vejez, por no decir: el verdadero mal? "Sentirse viejo", responde.
"Sabemos que no es necesario serlo para sentirlo. Sentirse viejo, a cualquier edad, es percibir que una ráfaga de muerte se cuela por algún resquicio que, descuidadamente, le abrimos. Este modo de vejez, como muerte anticipada, sí es un mal, pero no sólo curable, sino prevenible. Sólo se
trata de tomarlo a tiempo", asevera.
Esta docente universitaria también se desempeña en el Programa de Salud para Adultos Mayores del ministerio de Salud del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y como directora del curso "Gerontología en Atención Primaria". En 2005, presidió el Primer Congreso Iberoamericano de Psicogerontología, cumplido en Buenos Aires.
Graciela Zarebski, que celebrará sus 59 años hoy en nuestra ciudad, sostiene que las mujeres son más longevas.
"Estamos descubriendo que, además de factores biológicos, las mujeres viven más vinculadas, valoran más el dar y recibir, nutrir y nutrirse, a una planta o a una mascota cuando no hay otro, participan en grupos, comparten vivencias, buscan expresarse. Estos son --concluye-- los antioxidantes naturales".
"Este puede ser un buen plan de envejecimiento: el desgaste natural de la vida, la vida que se va agotando en el vivir. Plan de vida que desea culminar", refiere esta porteña que vive en el barrio de Abasto y que es directora de la Carrera de Postgrado de Especialización y Maestría en Psicogerontología y de la Licenciatura en Gerontología en la Universidad Maimónides.
Esta tarde, desde las 18, presentará "Hacia un buen envejecer. Nuevos modelos", conferencia que dictará en el aula magna de la Universidad Nacional del Sur (Colón 80) y que aparece enmarcada en el 10º aniversario de la Asociación Cooperadora de Acción Social (Acoas). Los auspicios son
del Colegio de Psicólogos de Bahía Blanca y de la Asociación bahiense de Terapistas Ocupacionales. El cierre estará a cargo del Coro Municipal de la Tercera Edad.
"Si cada uno pudiera acompañar el programa biológico que marca la especie con un programa personal acerca de cómo aprovechar mejor el trozo de vida que le toca, seguramente el envejecer y la muerte no serían vividos como una `bomba de tiempo', sino como una construcción personal del propio
destino".
También señala que es paradójico, pero quienes menos soportan la idea del envejecer y la muerte son precisamente aquellos que, por una u otra razón, no están viviendo en el presente una vida plena.
"Sienten que la vida se les escapa de las manos. El afán de prolongarla interminablemente pone en evidencia que no han encontrado aún el sentido de su vida, que no valoran suficientemente su obra, que no alcanzan a vislumbrar su legado."
A la opción de "curar la vejez", Graciela Zarebski propone cuidar la vida. Porque ¿cuál es el peor mal de la vejez, por no decir: el verdadero mal? "Sentirse viejo", responde.
"Sabemos que no es necesario serlo para sentirlo. Sentirse viejo, a cualquier edad, es percibir que una ráfaga de muerte se cuela por algún resquicio que, descuidadamente, le abrimos. Este modo de vejez, como muerte anticipada, sí es un mal, pero no sólo curable, sino prevenible. Sólo se
trata de tomarlo a tiempo", asevera.
Esta docente universitaria también se desempeña en el Programa de Salud para Adultos Mayores del ministerio de Salud del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y como directora del curso "Gerontología en Atención Primaria". En 2005, presidió el Primer Congreso Iberoamericano de Psicogerontología, cumplido en Buenos Aires.
Graciela Zarebski, que celebrará sus 59 años hoy en nuestra ciudad, sostiene que las mujeres son más longevas.
"Estamos descubriendo que, además de factores biológicos, las mujeres viven más vinculadas, valoran más el dar y recibir, nutrir y nutrirse, a una planta o a una mascota cuando no hay otro, participan en grupos, comparten vivencias, buscan expresarse. Estos son --concluye-- los antioxidantes naturales".
¿Siempre joven?
"El camino complicado es el que parece más sencillo: aspirar a parecer siempre jóvenes, representa querer detener el tiempo o volver a épocas pasadas y adherir a un modelo social que enaltece la juventud eterna. Es --asegura Zarebski-- una batalla perdida de antemano: lo que se desmiente o se oculta, tarde o temprano reaparece. Cuanto más oculto, más siniestro el desenlace. Es recurrir a soluciones mágicas y rápidas, de alcance efímero: el resultado es la frustración permanentemente renovada."
"El camino complicado es el que parece más sencillo: aspirar a parecer siempre jóvenes, representa querer detener el tiempo o volver a épocas pasadas y adherir a un modelo social que enaltece la juventud eterna. Es --asegura Zarebski-- una batalla perdida de antemano: lo que se desmiente o se oculta, tarde o temprano reaparece. Cuanto más oculto, más siniestro el desenlace. Es recurrir a soluciones mágicas y rápidas, de alcance efímero: el resultado es la frustración permanentemente renovada."
Tomado de www.lanuevaprovincia.com.ar
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