Envejecer y morir en casa
No es un secreto que España es uno de los países que más rápido «envejece», puesto que la tasa de natalidad es cada vez menor y la esperanza de vida es cada vez mayor. Se calcula que en 2050 nuestro país será el país más envejecido de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo, formada por 30 países), sólo por detrás de Japón.
El Estado no podrá sufragar por sí solo todos los gastos que conllevará la atención de tantos mayores, y más teniendo en cuenta que ya en 2015 habrá más de un millón de personas en situación de dependencia, cuyo coste medio será de 56.000 euros al año y que en el caso de las mujeres el total será un 60 por ciento más caro debido a su mayor longevidad, según los datos que arroja el estudio «Capacidad de la vivienda en propiedad como instrumento de financiación de las personas mayores en España», realizado por la Universidad de Barcelona, premiado por la fundación Edad&Vida y patrocinado por VidaCaixa.
Con esas previsiones, es evidente que los mayores necesitarán otras formas de financiación que les permitan vivir con dignidad en la parte final de sus vidas. Teniendo en cuenta que el 90 por ciento de los mayores de 65 años posee una vivienda en propiedad, una de esas nuevas fórmulas de sustentar la vida de los ancianos es la hipoteca inversa que, básicamente, consiste en que el propietario de una vivienda la hipoteca a una entidad bancaria que le va pagando la cantidad acordada a través de un sueldo mensual.
Pero, de momento, los españoles no son muy proclives a este tipo de productos. De hecho, según revela el estudio, el 45 por ciento de los españoles (ver gráfico) nunca contrataría una hipoteca inversa-seguro de rentas vitalicias y un 37 por ciento sólo la contrataría en caso de que le acuciasen las dificultades económicas. Eso sí, en el tramo de edad de entre 50 y 64 años, el porcentaje de los que contratarían esta hipoteca debido a sus dificultades sube hasta el 44 por ciento.
Además, sólo un 18 por ciento de los encuestados quiere complementar su pensión durante su vejez con la venta de sus propiedades, frente al 29 por ciento que quiere aprovechar sus ahorros propios o el 22 por ciento que opta por pedir ayuda a la familia si la pensión no es suficiente.
Todo esto se explica, según los autores del estudio, por la fuerte «cultura de la herencia» que está arraigada en la sociedad española. De hecho, el 90 por ciento de los encuestados planean dejar herencia, de los que el 32 por ciento lo hará para mejorar el nivel de vida de sus hijos.
Un dato paradójico es que más de la cuarta parte de los mayores fallecen siendo ricos en propiedades y sin embargo sufrieron apuros económicos por recursos limitados durante los últimos años de su vida.
Los últimos días, en mi casa
Otra de las conclusiones del estudio es que el 74 por ciento de los encuestados que no pudieran valerse por sí mismos en su vejez querrían pasar los últimos días de su vida en su propia casa, ya sea con asistencia familiar -52 por ciento-, ya sea con asistencia externa -22 por ciento-, frente al 13 por ciento de los que quieren agotar sus días en una residencia.
Por comunidades, Navarra es donde hay una preferencia similar entre casa y residencia, mientras que Castilla y León es donde más se quiere vivir en casa con familiares.
Pero una cosa es lo que se desea y otra la que uno cree que ocurrirá. Así, sólo el 48 por ciento de los encuestados cree que vivirá en su casa hasta el final -un 29 por ciento con asistencia familiar y un 19 por ciento con externa-, mientras que un 23 por ciento cree que irá a parar a una residencia -pública o privada- y un 20 por ciento no sabe dónde y cómo pasará el tramo final de su vida.
El secretario general de Política Económica y Competencia del Ministerio de Economía y Hacienda, Ángel Torres, defendió la «necesidad de plantear productos financieros que sirvan de apoyo a las familias» y afirmó que aunque «quedan por perfilar muchos aspectos de la financiación de la dependencia», la cartera a la que pertenece ha «intentado reordenar el sistema de incentivos fiscales» de modo que «las plusvalías estarán exentas de tributación en todos los instrumentos financieros ligados a la dependencia», obteniendo así «los mismos beneficios fiscales que los planes de pensiones», informa Ep.
Tomado de www.abc.es
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