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martes, 10 de julio de 2007

La complicada geometría del triángulo amoroso

Juan Fernando Merino/edlp

Consideremos para empezar dos triángulos amorosos muy reveladores:

Daniela y Mario son estudiantes de teatro. Sintiéndose atraído por ella e ignorando que Daniela es la amante del profesor, Mario la invita a ensayar juntos una escena de teatro con la intención de seducirla. Daniela acepta la propuesta y visita a Mario provocando, a pesar suyo, un triángulo amoroso bastante particular...

Dos amigas se encuentran accidentalmente después de algunos años. La extraña conversación en un bar devela un oscuro pasado en el que un triángulo amoroso es centro de envidias, bajas pasiones y traiciones...

Se trata de los argumentos de la película "La vigilia" y el relato "Mimusa".

Son sólo dos historias elegidas casi al azar entre 300 o 3,000 o quién sabe cuántas decenas de miles de triángulos amorosos que se han trasladado a los escenarios del teatro y la ópera, las pantallas de cine y televisión o las páginas de los libros de todas las épocas.

Y es que resulta obvio que existe una particular fascinación entre los seres humanos por los triángulos amorosos... de los demás.

Sin embargo, lo que también resulta evidente cuando se ahonda un poco más en asunto y se consulta a sicólogos, sicoterapeutas e investigadores especializados en la dinámica de las relaciones es que se trata de un tema que habita mucho más la ficción y las fantasías eróticas que la realidad y que cuando de hecho se consuma suele implicar innumerables complicaciones y traer muchas más lágrimas y frustración que otros sentimientos.

Conviene entonces, según la sicóloga Kristina Randle, concentrarse en detectar cuando se está fraguando un triángulo amoroso y las maneras de salir de él.

"Una característica esencial del triángulo amoroso es la incapacidad del que lo inicia para decidirse por una de las otras dos personas"; afirma Randle; "la ambivalencia en los sentimientos hacia las dos personas es lo que produce el fenómeno denominado triángulo amoroso".

Por su parte la psicoterapeuta mexicana Beatriz Pareyón, seguidora de la metodología Guestalt afirma que a pesar de que sea un tema que se suele tomar a la ligera y con cierta diversión en las páginas de farándula y entretenimiento, así como en el cine y la televisión, es algo que afecta igualmente a hombres y mujeres, ya que todos somos seres humanos con sentimientos marcados, temores e inseguridades, y que por lo tanto debemos ser muy conscientes y responsables de nuestros actos.

Agrega Pareyón que si bien un triángulo amoroso suele ser la manifestación de una crisis personal y/o de pareja, no hay relación amorosa que garantice estar a salvo de ello al cien por ciento. "Puede darse lo mismo en relaciones homosexuales que en heterosexuales", explica la psicoterapeuta; "igual en una relación que apenas comienza como en una unión de varios años y en cualquier estrato social. Un triángulo amoroso es una relación de infidelidad formada por personajes clave: él o la infiel, él o la amante y él o la pareja que es traicionada. Lo curioso es que tras una relación 'extraconyugal', los tres sufren consecuencias emocionales, tanto positivas como negativas. La manera en que cada uno de ellos viva y afronte las consecuencias definirá su vida futura y su nueva manera de relacionarse.

Según Pareyón se considera que el o la infiel es la parte activa de la infidelidad, ya que es quien, teniendo un compromiso amoroso, ya sea noviazgo, matrimonio, unión libre o unión de convivencia, inicia una relación con un tercero. "Por ello es que el sentimiento de culpa se convierte en una de las principales consecuencias negativas que deberá enfrentar. Este sentimiento se manifiesta cada vez que tiene que mentir a sus parejas e incluso en su entorno social o laboral para justificar las ausencias, retrasos y en general cambio de hábitos".

La psicoterapeuta añade que la presencia de hijos agudiza este sentimiento pues el hecho de que la infidelidad desemboque en un malestar entre la pareja, un clima de mala convivencia o en el peor de los casos en un divorcio lo llevará a perder autoridad ante los hijos y a consentirles cuanto capricho tengan, ya que junto a la culpa aparece la vergüenza por ser "el que falló" o "la que fallo".

El miedo aparece como otra consecuencia emocional, afirma Pareyón, "ya que sus temores se encaminan primero a ser descubierto (a) y, después que esto ocurre, a la venganza tanto de su pareja estable como de la ocasional. Reviven temores infantiles relativos al castigo por una mala conducta. En ciertas sociedades el temor a un castigo divino puede llevar a la persona a sumirse en adicciones como el alcoholismo y a una creencia interna de merecer el infierno terrenal ligándose a una pareja con la que no tiene nada en común más que sus miedos y culpas".

Por su parte la doctora Iris Pacheco afirma: "En los triángulos amorosos es cada vez más frecuente el que las mujeres inicien este tipo de relación, presumiblemente por ejercer su reciente estatus de mujeres 'liberadas'".

Pero según la británica Tracey Cox, una de las escritoras de sexo y relaciones más importante del mundo, autora del best-seller Superligue, "hay un golpe fatal y es cuando su pareja se escapa con su mejor amigo. Perder al mismo tiempo a quien ama y a la persona en cuyo hombre ha llorado es una dosis doble de traición especialmente venenosa".

juan.merino@eldiariony.com.

Tomado de www.eldiariony.com

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