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viernes, 10 de agosto de 2007

Ensalzando su figura patriarcal

Papá es el ser menos comprendido, es la parte grisácea de la historia de la vida, quien lleva la carga económica, y más padece la falta de afectos, cariño y comprensión. Papá debe disfrutar de un homenaje que no olvide jamás
Por Yannerys Paulino / El Caribe
Cuando corresponde describir el concepto que sobre una madre se tiene, las palabras fluyen como si se tratara de algo que está ligado intrínsecamente a mí. Podría ser que el hecho de pertenecer al género femenino influya en la ligereza con que puedan ser plasmadas mis concepciones.

Al pensar en él, en papá, en su misión y en lo difícil que para él debe significar el hecho de tener que ausentarse durante todo el día de la casa, para luego regresar y encontrar un lugar, que lejos de un hogar, parecería un gran mercado en donde cada quien, con derechos o no, hace una lista -antojadiza o necesaria- de una serie de elementos materiales que son importantes para el buen funcionamiento de la casa.

En medio de todo el afán nos olvidamos del padre que tuvo que emigrar hacia un lejano país, en vista de que las condiciones económicas le obligaron a surcar mares en busca de una forma más efectiva de proveer lo necesario para el hogar. Nos olvidamos de su sacrificio y guardamos en la memoria cierto recelo por su constante ausencia, muy bien justificada.

Papá es el ser menos comprendido, es la parte grisácea de la historia de la vida, quien lleva la carga económica, y más padece la falta de afectos, cariño y comprensión. Y esa percepción no solo se evidencia en las compras que se realizan con el fin de agasajarlo; la depreciación de esta fecha se evidencia incluso en nuestros lugares de trabajo y en la escasa motivación de las féminas por hacer de este día una fiesta inolvidable.

Lo peor de todo es que papá es parte de esta conspiración, pues es el primero en decir  -siempre en voz baja-  que se siente marginado. Pero no hace uso de sus recursos autoritarios para exigir una celebración digna de su afán, de su entrega y sacrificio.
 
Si a esto vamos, papá es quien en realidad tiene la carga más pesada, pues debe educar, proveer y garantizar que todo marche en orden. Con todo esto, no pretendemos cambiar la visión global que predomina sobre esta celebración.
 
Es alzar mi voz en pro de un justo reconocimiento a un ser imprescindible, trascendente y sumamente de primerísima importancia en el rumbo que debe tomar el mundo.
 
Es integrar a mis ideas el desenfrenado amor materno que duerme en todos los seres del mundo. Que está oculto en algún rincón del alma de papá y que perceptiblemente lo refleja mamá.
 
Es pedir que todos: padres, madres e hijos reconozcamos la tarea que tenemos de proveerle al mundo personas más conscientes, más justas y menos dependientes de sistemas tradicionalistas que no permiten romper con las barreras, y permitir que papá disfrute de un homenaje que no olvide jamás. Quizás si lo dejamos para mañana es posible, que lamentablemente sea demasiado tarde.
 
Yanneris Paulino Lizardo es periodista
 

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