En la provincia de Santa Fe hay unos 10 casos por año. Opiniones de los especialistas
Florencia O´Keeffe / La Capital
En la provincia de Santa Fe nacen unos diez bebés al año con algún trastorno de diferenciación sexual (características femeninas y masculinas) y aunque son pocos en relación al total de los nacimientos, los especialistas coinciden en que el impacto emocional que se produce en cada uno de ellos y sus familiares es enorme. Frente a la ambigüedad, ¿quién y cuándo decide asignarle un determinado sexo; es necesario hacerlo? La contención profesional tanto para la familia como para el niño en todo el proceso de su crecimiento -algo que en la Argentina no se cumple demasiado- parece ser la clave para evitar futuros sufrimientos.
En general del tema se habla poco, aunque ahora la "discusión" en torno a la intersexualidad está en el centro de la escena por la proyección de la película XXY que aborda justamente la problemática. Alex, la protagonista de la película, recibió al nacer el diagnóstico de "intersex" pero sus padres decidieron escapar a los protocolos médicos que prescriben la realización de operaciones de asignación de sexo y dejar que Alex decida si quiere ser varón o mujer, en el caso que quiera hacerlo.
El protocolo de atención de niños y niñas intersexuales utilizado por la medicina convencional promueve desde muy temprana edad intervenciones quirúrgicas que tienen como finalidad "adaptar" el cuerpo a hombre o mujer. "Suelen ser soluciones drásticas y no siempre consideradas y abordadas interdisciplinariamente. De allí que sea tan importante acompañar a la familia desde el primer momento y durante el crecimiento del niño, ya que las consecuencias de un error pueden ser muy negativas", destacó el médico sexólogo Carlos Soto Payva.
Desde hace unos años la Organización Internacional de los Intersexuales fijó una postura oficial sobre los tratamientos médicos para esta problemática. Entre los puntos más sobresalientes señalan que están en contra de "toda intervención quirúrgica que no sea necesaria hacia niños nacidos con órganos genitales atípicos y por el derecho de cada niño intersexual o transexual para determinar su propia identidad una vez que el menor pueda comunicarla y hacer todo lo necesario para que el menor pueda vivir como niño o niña según su elección".
Según Soto Payva, en la teoría, este planteo puede ser muy atractivo y hasta ideal, pero en una sociedad "fálica y machista como la nuestra este dejar ser puede traer efectos no deseados y muchos padecimientos". De todos modos, el sexólogo señaló que, según su experiencia, no hay que tomar decisiones apresuradas y en los casos en los que es posible "es mejor esperar hasta la pubertad si la decisión pasa por adaptar quirúrgicamente los órganos externos a lo que corresponde biológicamente".
Múltiples posibilidades.
Las personas que nacen con cromosomas sexuales XX son mujeres; las que nacen con XY varones. Pero la naturaleza plantea otras posibilidades. Así, existen individuos XXY, XYY, XXX y XO. Entre las variantes más conocidas se destacan la hiperplasia suprarrenal congénita donde un bebé con cariotipo femenino XX nace con genitales externos parecidos a los de un varón (los labios vaginales están unidos y el clítoris se asemeja a un pene); el síndrome de Klinefelter (XXY), varones que poseen una menor carga de hormonas masculinas; el déficit de 5 alfa reductasa que provoca que niños de cariotipo masculino (XY), nazcan con un falo pequeño que puede confundirse con un clítoris .
"Salvo que haya antecedentes familiares estas anomalías no se detectan hasta el momento del nacimiento. Por eso cuando el obstetra y neonatólogo reciben al bebé y no pueden constatar fehacientemente el sexo deben tener mucha precaución en cómo se lo informan a la familia y buscar apoyo interdisciplinario", destacó Héctor Aldo Miglietta, endocrinólogo del Hospital de Niños Víctor J. Vilela.
¿Qué se hace habitualmente cuando nace un bebé con características intersexuales? Una vez que se determina por medio de análisis genéticos, ecografías y otros estudios si cromosómicamente esa criatura es nena o nena se le asigna un sexo externo y de crianza correspondiente. "En la hiperplasia suprarrenal congénita, que es la patología más frecuente, si se considera que es una niña (teniendo en cuenta también la opinión de los padres), se las asigna como niñas. Yo tengo unas 40 en tratamiento y creo que si estuvieran mal asignadas puede derivar en un problema severo", mencionó el endocrinólogo.
Según Miglietta, la no asignación inmediata del sexo no es el mayor problema sino cuando se asigna de manera errónea por confusiones médicas y cuando no se consideran las opiniones familiares o no interviene el psicólogo. En este sentido señaló que la Justicia argentina debe aggiornarse: "Nos dan poco tiempo para inscribir al bebé como varón o niña y en el apuro se cometen graves errores".
En su opinión , esperar hasta la pubertad para tomar una determinación no es aconsejable. "Ese infante empezará a socializar, irá a la escuela y no es sano que no sepa si es nene o nena".
El rol de la familia.
Tanto en el ámbito de la salud pública como en la privada las experiencias locales indican que no siempre existe el apoyo interdisciplinario que sería deseable en estos casos.
El sexólogo Soto Payva puso el acento en el impacto inicial que provoca en los padres que un niño nazca con un trastorno de diferenciación sexual: "Es similar al del nacimiento de un niño discapacitado. La familia se torna continente o resistente y surgen alianzas afectivas o rechazos. En todo niño los primeros años son fundamentales para la construcción de su seguridad, su socialización, su idea de lo que es la pareja. Si la familia no ofrece seguridad, pueden aparecer severos problemas en cuanto a la constitución de su personalidad".
"En el fondo, falta educación sexual y que por eso vivimos llenos de prejuicios y temores. La sexualidad debería estar en el discurso cotidiano porque si no, se entra en el terreno de lo que no se habla, con las nefastas consecuencias que eso trae", puntualizó Soto Payva.
Tomado de www.lacapital.com.ar
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