María del Carmen Villaverde
Ningún niño en desarrollo normal está exento de miedos, cuestión no muy fácil de tratar. En nuestra cultura, ¿quién no jugó a esconderse, al vigilante y el ladrón, al lobo está, al monte y la llanura...?
Hoy han cambiado mucho los métodos en la relación dialogal y la socialización de los niños. Así, se dice que no hay que asustarlos de ninguna manera, esto desde la psicología, pero... todos, todos pasan por la experiencia de algunos miedos, aun los más protegidos.>
Al respecto, opinan desde la Asociación Mundial para la Salud Mental Infantil: "El miedo tiene mucho que ver con la ansiedad que es propia del ir apropiándose y reconociendo nuevas y desconocidas situaciones día a día. Le ocurre esto a cada niño como fue ocurriendo con la humanidad en una función evolutiva totalmente normal".>
Madres, padres, educadores, cuidadores de niños, que acompañan el crecimiento, son siempre los más indicados para brindar mayor o menor confianza en relación con el sentimiento de seguridad, desconfianza, peligro, angustia, duda, sustos.>
Estos sentimientos generan y giran alrededor de miedos: a estar solos, a caerse, a cambiar de maestra, a los animales, al médico, a la noche, a perderse, a realizar solos pequeños mandados en la casa o en la escuela...>
Los temores siempre aparecen, y aunque no se comuniquen están y varían con la edad y son propios de los tanteos necesarios, dentro de los límites normales, para asumir la realidad en que están inmersos como personas. Miedos que deben ir afrontándose gradualmente en la vida y que, de ninguna manera, se utilizarán como recurso de "mercado", por ejemplo, en las temáticas de algunos cuentos.>
Al respecto es interesante revisar opiniones de entendidos como Julio César Labaké: "El tema requiere toda una reflexión por parte de padres y educadores, un buen intercambio de experiencias y razones y también un verdadero diálogo que permita escuchar a los chicos lo que no significa renunciar a las responsabilidades de los adultos, pero sí captar los ritmos de los tiempos para no ridiculizarnos ni mantener posturas de verdadera consistencia".>
Muchos miedos en los niños pequeños tienen que ver con lo que escuchan, en tanto gritos, discusiones, personajes totalmente temerarios, dibujos animados, más que animados desanimados y desposeídos de la capacidad de hablar y argumentar para resolver situaciones sin golpes y/o explosiones totalmente destructivas, temáticas de libros para los pequeños en relación con la "depredación" de lenguajes y dibujos.>
En cuanto a los libros de cuentos, hay que tomar el tema muy cuidadosamente, considerando, como dijimos, intereses, edades, madurez, temperamentos, formas de vida familiar y social, actualidad, realidad y fantasía. No deben considerarse ligeramente los límites generales y/o de formas ya que en esto tienen mucho que ver otras circunstancias propias de la "cosmovisión" que se posee, los encuadres sociales, los climas, el manejo de las tecnologías, la realidad.>
Temas y lenguajes, imágenes y palabras, desde el comienzo de cada vida, deben llevar a interpretar y aprehender el mundo en círculos concéntricos de creciente fertilidad y belleza, logrando, con una mediación oportuna y valiosa, establecer "contactos relacionantes y valorativos" con los hechos pasados, presentes y también futuros, con dinamismo y seguridad.>
Hay miedos hoy en todos los niños, con muchas imágenes que los generan desmedidamente, y están vinculados con los monstruos que se esgrimen tanto desde el mundo familiar (la mano negra, el cuco, etc.) y el mundo social (libros, películas, tratamientos). Cientos de historias convocan a diario desde estos personajes que deben ser tratados en su justa medida y con criteriosa selección. Algunos miedos, sí, pero... no tantos y sin asustar en vano.>
Algunos miedos "protegen" y tienen que ver con la supervivencia; aparecen así algunos cuentos, por ejemplo, en los que la tensión y la ansiedad se superan valiosamente con el desenlace, lo que conlleva el pedido de reiteración por la seguridad y la confianza con lo que ya se sabe y asegura.>
Pero cuidado con el límite, con la cercanía a lo "patológico", en la exageración podemos lograr revertir la primera seguridad valiosamente lograda, en desajustada inseguridad. íCuidado entonces con los terrores nocturnos, con las pesadillas, con la falta de reconocimiento de caminos a tomar frente a las múltiples situaciones cotidianas que plantea la vida de hoy!
Tomado de www.litoral.com.ar
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