Un estudio describe las conductas que derivan hacia la violencia doméstica | El potencial homicida inicia su acoso aislando a su pareja de familiares y amigos
Esas son frases extraídas del libro Violencia de género: perspectiva multidisciplinar y práctica forense,elaborado por 34 especialistas que abordan aspectos jurídicos, filosóficos, psicológicos y sociológicos de la violencia de género. Un volumen presentado por la directora del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, Montserrat Comas.
Pero ¿es posible hablar de un perfil concreto de maltratador? Laura Vaccarezza, médica psicoanalista y coautora del estudio, afirma que no existe una respuesta concreta a esta pregunta. Lo que sí hay son rasgos comunes de comportamiento. Echar la culpa al otro, a la mujer, podría ser uno de esos rasgos comunes en los maltratadores, pero la médica quiere romper con los tópicos: "Se dice que la cultura, la posición social y la falta de educación les caracteriza; sin embargo, en la práctica, nos encontramos con hombres a los que nadie supondría un ejercicio de la violencia. Hombres cuya educación nos puede deslumbrar y con una posición profesional de prestigio", afirma.
Vaccarezza plantea denominar a ese tipo de sujeto maltratadores de guante blanco,es decir, gente de la que jamás se nos ocurriría sospechar. "Me he encontrado - prosigue- con hombres a los que de entrada podríamos calificar de machistas, porque su oficio abona esta actitud, por cómo se expresan, por su estrato social y, en cambio, son sumamente respetuosos con sus mujeres. Mientras que otros que aparentemente las cuidan y las entienden resultan ser agresores encubiertos".
"Ella me provoca". Estas palabras fueron pronunciadas por un hombre de leyes", recuerda Vaccarezza. "Este es un caso extraordinario - recuerda esta experta-, porque los maltratadores no suelen venir a verme, ya que no se consideran a sí mismos como seres problemáticos".
Ese hombre en cuestión le explicó con toda la calma que le parecía bien encerrar en la cárcel a los hombres que pegan a sus mujeres, pero que en su caso era completamente distinto, dado que era ella quien provocaba la agresión: "Cada vez que estamos en público me descalifica, o grita, o hace como la última vez, que se puso a bailar en casa de mi familia... ¡con los niños! No se puede salir con ella, me quita autoridad; yo sé lo que deben estar pensando todos de mí: ¡vaya bajada de pantalones, la que manda es su mujer!"
Vaccarezza relaciona estas situaciones con el papel que históricamente se le ha otorgado al hombre. imponiendo socialmente una figura paterna a la que se le atribuye la ley y la autoridad. Esto ha confundido tanto a hombres como a mujeres y, sobre todo, ha provocado cierto abuso de poder por parte de ellos. En su intento de mantener la "imagen adecuada" de "verdadero hombre", ha de reprimir todo aquello que pueda asimilarse a lo femenino; de ahí que no deba mostrar sentimientos.
Este autocontrol que se les impone les da seguridad. Ese hombre cree que no ha de pedir, sino ordenar, en el caso de necesitar algo, puesto que admitir que está necesitado le haría sentirse vulnerable. De esto se desprende que, si alguna emoción es reconocida como masculina, ésta será la cólera, las peleas con sus semejantes. Y para completar la imagen ha de ser muy sexual, tener éxito, y dominio con las mujeres, demostrando su potencia. "La violencia contra la mujer sería una forma de restablecer de un modo sintomático su lugar perdido", apunta Vaccarezza.
Partiendo de esta idea heredada de los papeles de hombre y mujer, a menudo se les oye decir - afirma la experta- que buscan a "alguien que te atienda, que cuide la casa". Ella es tenida, a menudo, por una posesión, un trofeo, "algo" en lugar de "alguien". Cuanto más valora o necesita a la mujer, más teme perderla: cada vez que ella actúa con independencia, teme perderla.
Así es como, según explica Vaccarezza, se perfila el maltratador: cuestionando todos los actos de su pareja, criticando a sus amigos y familiares, su trabajo, y haciéndole perder todo contacto con el exterior hasta que, al fin, es "toda suya". Se convierte en su obsesión. Llegados a este punto, pueden ser potenciales homicidas, pues no soportan perder su posesión, hasta el punto que la prefieren muerta antes que "de otro".
Los autores del estudio analizan críticamente la ley de protección integral contra esta violencia y observan las dificultades que genera su puesta en práctica. Borja Villena, uno de los abogados responsables del trabajo, explica que el poder judicial actúa como respuesta y, por definición, llega tarde. "No previene", dice Villena, quien ve sin embargo la ley como un gran avance.
Entre otras deficiencias, la magistrada Lourdes Arastey apunta que una mujer maltratada tiene derecho a adaptar su horario laboral; sin embargo, pocas veces suele ser aplicada esta medida. Tiene derecho a rescindir su contrato y contar con el paro, pero... ¿qué sucede después? Por no hablar de cuando la mujer consigue una orden de alejamiento y el maltratador comparte su espacio laboral. Son algunas las medidas que estos autores consideran cojas y que en parte hacen que siga muriendo en España una mujer cada cinco días a manos de sus maridos o ex compañeros sentimentales.
Tomado de www.lavanguardia.es