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viernes, 10 de agosto de 2007

Escuchemos a los niños con mucha atención

 

Dependiendo de la edad del niño, repetir sonidos sin sentido, no comprender lo que se les dice (muchas veces sin que los adultos se den cuenta), falta de concordancia entre femeninos y masculinos u olvido de los nombres, puede estar dando cuenta de un trastorno del lenguaje, con posibles consecuencias sobre todo en su vida social. A qué deben estar atentos los padres y maestros.

     El lenguaje no es algo que viene desde afuera.
     El ser humano trae, desde su nacimiento, la capacidad de desarrollarlo y lo aprenderá en función de lo que escucha.
     Lo que sí viene desde el exterior son las palabras y dependen del contexto (país, época, factores socioculturales).
     La estructura, que viene desde adentro, es como un teclado de piano. La experiencia determinará qué melodía se tocará.
     Uno de los temores más frecuentes entre los padres es que los chicos desarrollen trastornos en el lenguaje, si se les habla poco o mal.
     Esto no es así.
     Un niño al que se le habla poco probablemente adquiera un lenguaje pobre en cuanto a palabras, pero no un trastorno del lenguaje (aunque genere un trastorno de la comunicación).
     Prácticamente, todas las patologías del desarrollo infantil --el autismo, los trastornos neurometabólicos, genéticos, los retardos mentales, las encefalitis, entre otros-- tienen un componente del trastorno del lenguaje.
     Pueden también estar agregadas a una determinada enfermedad, como en la encefalopatía, o en un trastorno perinatal como puede ser una anoxia de parto.
     A medida que el chico crece, entre el nacimiento y los diez años, se da un desarrollo exponencial del lenguaje.
     "Los trastornos pueden caracterizarse por algo que tiene que pasar en un momento y que no pasa, por algo que sólo tiene que ocurrir en un momento y perdura en el tiempo o algo que pasa, desaparece y luego reaparece", señaló Florencia Salvarezza, una de las especialistas integrantes del Departamento de Neurociencias de la Fundación Favaloro.


Ecolalia (2 años)
     La especialista explicó que entre los 8 meses y los tres años los chicos repiten sonidos y luego, durante un período que va desde los 12 a los 24 meses, repiten palabras que escuchan, de manera inmediata, porque es una forma de aseverar y de incorporar vocabulario.
     Esto es normal, porque la repetición tiene un sentido.
     El problema es cuando esto perdura, cuando el chico no sólo repite una palabra de manera inmediata sino que la repite todo el tiempo, se queda como "tildado" en esa palabra y es cuando ya pierde el sentido, es lo que se denomina "ecolalia diferida".
     La ecolalia es característica de muchos trastornos del lenguaje.
     Pasados los 30 meses del chico si esta situación persiste hay que hacer una consulta.

Falta de concordancia (3 años)
     Otro de los síntomas del trastorno del lenguaje es la falta de concordancia.
     Cuando los chicos por ejemplo dicen "el mesa", "la papá".
     Hay que tener en claro que la falta de concordancia no es algo que forme parte de la descripción del desarrollo del lenguaje.
     "Ante la aparición de esto, donde no concuerdan género y número --después de los tres años-- hay que estar atentos y hacer la consulta", señaló Salvarezza.
     Este tipo de dificultad, en general, no acompaña una enfermedad y es muy común que sean las maestras quienes notan este problema cuando el chico empieza el jardín de infantes.

Olvidar los nombres (preescolares)
     Otra de las señales a las que hay que estar atentos es cuando el chico no recuerda o confunde el nombre de los compañeros del preescolar.
     Este, también, es un cuadro de trastornos del lenguaje.
     Es muy sutil pero, en general, trae aparejado trastornos de la escolaridad.
     "Puede que también que el niño se equivoque los nombres de los colores y cuando quiere decir algo no encuentre la palabra para hacerlo", indicó la lingüista infanto-juvenil.
     Según sostuvo Salvarezza, los trastornos específicos del lenguaje como la falta de concordancia son infrecuentes, pero cuando ocurren acompañan trastornos de la lectura.
     "No todos los chicos con trastornos del lenguaje desarrollan problemas en la escritura, pero casi todos los niños con problemas en la lectoescritura tienen trastornos del lenguaje, muchas veces sin diagnosticar", enfatizó la especialista.

Hablar sin decir
     Hay chicos que parece que estuvieran hablando pero no dicen nada. Si se los escucha sin demasiada atención aparentan estar ejecutando otro idioma (jerga).
     "Están con una entonación propia del lenguaje, con sonidos más o menos parecidos a los de la lengua, pero haciendo ruido y sin decir nada; pueden hacerlo con intención de comunicarse o no, y constituye una señal de alerta para realizar la consulta", explicó Salvarezza.
     El primer signo de alarma se da cuando la madre no entiende al niño, ya que es ella la que siempre lo comprende.
     Por otra parte, hay chicos que no usan el lenguaje para comunicarse. Tienen palabras pero no las utilizan y cuando se les habla muchos no contestan.
     Si los chicos tienen deseos de relacionarse con el mundo, se está siempre en el terreno de la normalidad.
     El problema es cuando la relación con el mundo está frenada, algo característico del autismo.

La falta de comprensión
     Ante un chico que no entiende el lenguaje hay que hacer una consulta urgente.
     Muchas veces parecen sordos porque no responden ante una consigna (buscar algo de la casa, por ejemplo).
     "La falta de comprensión puede estar vinculada a un desarrollo madurativo y tener un retardo mental con un trastorno del lenguaje asociado, o ser simplemente un trastorno del lenguaje.
     Los más severos son los que están acompañados por los trastornos de la comprensión del lenguaje.
     Si la comprensión está conservada, si el chico entiende, siempre es más fácil de tratar, cuando no hay comprensión los tratamientos son más prolongados y el trabajo es más complejo porque el chico que no entiende no habla", manifestó Salvarezza.

La procesión va por dentro
     Los docentes y padres, explica, pueden no reconocer esta falta de comprensión y para los chicos, en este caso, será más fácil de aceptar el reto del docente por no hacer nada que la vergüenza por no entender.
     Esto significa que hay conductas que vienen asociadas y que son secundarias a un trastorno del lenguaje.
     Es el caso de los chicos que no prestan atención en clase, no porque tengan déficit de atención sino porque no entienden las consignas.
     "Hay chicos para los que el mundo es divino, lleno de sonidos y colores, pero difícil de decodificar", explicó la lingüista.
     En general, lo más directo que se ve afectado en niños con trastornos del lenguaje es la autoestima.
     Sienten que les pasa algo que a los demás no les ocurre y piensan que son tontos porque se pierden en las consignas.
     Este es un pensamiento devastador para el chico y, más aún, porque son niños que están dentro del rango de inteligencia normal.
     "El riesgo con los trastornos del lenguaje es que si no se tratan a tiempo luego tienen consecuencias más allá del lenguaje, en lo social. Son los chicos que no tienen amigos porque nadie los entiende", advierte la especialista.

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