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martes, 7 de agosto de 2007

Violencia en la relaciones intimas de lesbianas

 

Por Fabiana Tron (Desalambrando.com, Argentina)

Las relaciones de violencia entre mujeres, que definimos más específicamente como de maltrato en relaciones íntimas entre lesbianas, son una realidad mucho más frecuente y sus consecuencias, mucho más terribles de lo que suponemos. Sin embargo, es una realidad invisibilizada, y lo que es peor aún, en muchos casos absolutamente negada. Lo que suele suceder más a menudo es que tendemos a subestimar este tipo de relaciones y cuando somos las víctimas de maltrato o nos animamos a comunicar nuestra situación, generalmente escuchamos "No es para tanto" o "¿No estarás exagerando?". Estas respuestas solo contribuyen a acentuar la situación de soledad y aislamiento que viven las víctimas de maltrato.

Mito 1: "Las mujeres no somos violentas" o "Una mujer no puede causar daño físico significativo" o "Solo las lesbianas masculinas son violentas".

El sistema de creencias patriarcal sostiene un modelo de familia vertical, con un vértice constituido por el Jefe del Hogar, que siempre es el padre, y estratos inferiores donde son ubicados la mujer y l@s hij@s. Dentro de esta estratificación, el subsistema filial también reconoce cierto grado de diferenciación basada en el género, ya que los hijos varones son más valorados y, en consecuencia, obtienen mayor poder que las hijas mujeres. Este sistema de creencias va conformando a la vez de roles familiares, así como los derechos y responsabilidades de l@s integrantes de la familia. También pautean los estereotipos acerca de lo que es o debe ser un hombre y lo que es o debe ser una mujer. Una de las características fundamentales del estereotipo de masculinidad es el que asocia a la misma con la fuerza, desde niños los varones son socializados para resolver problemas mediante actitudes muy competitivas o por la fuerza lo que los lleva a la conclusión desde muy temprana edad de que el uso de la fuerza es aceptable para resolver conflictos. Por el contrario, se concibe a las mujeres como más débiles y por lo tanto, se las asocia con conceptos como dulzura, sumisión y obediencia.

Cuando estos estereotipos de género son naturalizados tenemos la idea muy generalizada de que las mujeres no son violentas. Si además partimos del supuesto de que las mujeres son tradicionalmente subordinadas, obedientes y agredidas por la sociedad lo que surge casi como conclusión lógica es que en una relación de pareja entre mujeres no puede haber violencia porque otra vez se parte del supuesto de que las relaciones que establecemos son igualitarias y comprensivas por naturaleza.

Mito 2 "El maltrato entre lesbianas, cuando existe, es diferente al heterosexual porque se trata de maltrato mutuo".

La idea de que la violencia o maltrato entre lesbianas por lo general es una pelea en la cual ambas partes están implicadas es falsa y pone en grave peligro a las lesbianas maltratadas. No negamos la posibilidad de que existan relaciones de lesbianas en las cuales se produzcan peleas o relaciones en las que ambas se ataquen mutuamente, pero esto nada tiene que ver la lo que denominamos maltrato. Cuando hablamos de maltrato estamos hablando de relaciones donde existe un "patrón de conductas violentas y coercitivas por las cuales una lesbiana busca controlar los pensamientos, las creencias o las conductas de su compañera o castigarla por resistirse al control que quiere ejercer sobre ella". (Esta definición esta tomada de Bárbara Hart). Las resistencias a asumir que se está viviendo una situación de maltrato son fuertes y las posibilidades de que una lesbiana maltratada sea tomada en serio por aquellas/os a quienes acude son pocas; por eso, muchas veces la víctima prefiere creer que lo que le pasa es una "mera pelea doméstica". Las lesbianas maltratadas que reconocen que están en esa situación se refieren a la violencia que se produce en sus relaciones como formas de aterrorizarlas y someterlas y no como una pelea hogareña.

Muchas sobrevivientes de abuso recalcan que no recibieron mucho apoyo de otras, dado que cuando mencionaron el hecho de estar siendo abusadas, la mujer que se suponía debía brindarle apoyo, le respondía que no había forma de saber quién decía la verdad. Este es un punto que una mujer heterosexual rara vez o nunca debe enfrentar, que se ponga en duda su palabra cuando es víctima.

Compartimos con las mujeres heterosexuales la violencia que el sistema ejerce sobre nosotras, a la que se suma la carga extra de violencia que recibimos como lesbianas. Creo que es imprescindible examinar y resignificar las identidades de género y las concepciones y estereotipos sociales sobre esas identidades. Estoy convencida de que la única manera de terminar realmente con la violencia de cualquier tipo que sea es desmantelar las ideologías sociales que aceptan la violencia como forma válida de resolver los conflictos de cualquier índole. En este sentido, lograr una sociedad sin violencia es una tarea de tod@s.

 

Tomado de www.rompiendoelsilencio.cl

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