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viernes, 28 de septiembre de 2007

Contra las obsesiones, electricidad

 
Experimentan con éxito en Granada una nueva terapia

con electrodos para superar trastornos compulsivos que llegan a invalidar a algunas personas
 
 
 
 

Contra las obsesiones, electricidad. La última novedad para paliar los efectos negativos, personales y sociales, de las actitudes obsesivas es la inserción de dos electrodos en el cerebro del paciente, conectados a una batería eléctrica que, a su vez, se sujeta bajo la clavícula.

En el caso de una mujer que necesitaba lavarse las manos constantemente, hasta cien veces al día, la recuperación tras la aplicación de los electrodos ha sido espectacular. «Ya no se lava de forma compulsiva, sale a la calle, se viste sola..., sonríe de vez en cuando», según ha declarado Antonio Higueras, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Virgen de las Nieves de Granada que ha tratado a la paciente.

Es la primera paciente española que ha recibido el novedoso tratamiento. El hospital granadino, por su parte, es el quinto del mundo que intenta curar el llamado trastorno obsesivo compulsivo (TOC) con este avanzado procedimiento.

El abanico de trastornos obsesivos es muy amplio. A unas personas les da por cerrar y abrir con llave la puerta de su casa varias veces al día; otras, como la paciente granadina, se lavan las manos sin cesar y apenas pueden tocar nada; algunos se lavan también los pies constantemente por miedo a infectarse por las bacterias que puede haber en el suelo; en fin, hay ciudadanos que bajan de casa una y otra vez hasta el coche para comprobar si lo han cerrado bien.

Las obsesiones, las manías, los problemas relacionados con esas tendencias que son, en buena medida, autodestructivas están muy extendidos y se puede decir que nadie está totalmente libre de tales padecimientos. El verdadero problema se presenta cuando aumentan de grado y se convierten «en algo repetitivo, hasta el punto de entorpecer la vida normal de la gente. Entonces es cuando aparece el trastorno», explica el doctor Higueras.

Se estima que unos cien millones de personas en todo el mundo -de ellas, unas 800.000 en España- padecen, en distintos grados, una enfermedad mental agrupable en la disfunción de los TOC. Pueden causar fuerte angustia y malestar.

Por ejemplo, el futbolista Beckham, hasta hace poco en el Real Madrid, padece este trastorno. Todas sus cosas personales, desde los zapatos a los trajes, carpetas o bolígrafos, deben estar siempre ordenadas en línea recta y de par en par. Y cuando introduce bebidas en la nevera de su casa tienen también que ser pares. Si no es así, quita una botella y la guarda en un lugar distinto. De todos modos, esas manías obsesivas no han llegado a alterar su vida privada y profesional.

A día de hoy, son aún pocos los elegidos para pasar por el quirófano. Ya hay siete pacientes obsesivos esperando turno para que le implanten los electrodos en los dos lóbulos frontales. Los aspirantes deben tener más de 18 años y menos de 70, y llevar más de cinco años con esta patología, de forma que prácticamente les incapacite. También es importante que no tengan otras enfermedades asociadas, que no respondan al tratamiento con fármacos y que dispongan de plena capacidad para dar su consentimiento a la intervención.
«La gran novedad de esta operación», según el neurocirujano Ventura Arjona, «es que no produce lesiones en la masa cerebral. Como no hay que meter el bisturí, no se mata ni una sola neurona». La intervención, que se alarga de dos a tres horas, «es sencilla». Consiste en introducir dos electrodos en la parte frontal del cerebro, uno en cada lóbulo, y conectarlos a una batería de litio del tamaño de una tarjeta de crédito que se coloca debajo de la clavícula derecha. El paciente llevará todo el equipo bajo la piel. Después sólo queda programar la frecuencia y la intensidad de las descargas eléctricas, para lo cual el médico se vale de un mando a distancia. «Todas las semanas vamos ajustando los impulsos según cómo vaya evolucionando el enfermo», explica Antonio Higueras.
 
Tomado de www.lne.es

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