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martes, 23 de octubre de 2007

Esclavitud o divorcio

 

 

Mi amiga Alina se divorció tras 20 años de matrimonio con un hombre emprendedor y buen proveedor. Ella nunca careció de cosas materiales, ¡hasta un Jaguar manejaba!, pero su marido fue horrendo porque la maltrató física y verbalmente.
Le pregunté a ella por qué se esclavizó 20 años y respondió: "Desde mi segundo aniversario de bodas supe que sería infeliz y tenía que dejarlo, pero permanecí casada por el bienestar de mi hija".
Mujeres como Alina detectan que deberían finalizar una mala relación, pero renuncian a su felicidad por la tribulación que causará en la vida de sus hijos.
Actualmente, el debate sobre conservar o no una relación por los hijos es polémico. En mi opinión, con la cual podrán coincidir o diferir, es que un matrimonio en el que falta el amor o el respeto no debe continuar sólo por los hijos.
El hogar es el primer sitio donde los niños aprenden acerca de un vínculo amoroso. Sus futuras relaciones inevitablemente estarán influenciadas conforme a lo que aprendieron en la casa con sus padres. Si tu hija observa que no te sientes querida, entonces ella perderá la esperanza de que un día ella pueda ser amada.
Además, los niños se sienten responsables de la felicidad de sus padres, si tú no estás contenta, ellos tampoco lo estarán, y aunque trates de ocultar tu infelicidad, como quiera, ellos la percibirán.
Tu trabajo como madre es buscar el beneficio de tus hijos, aun cuando ellos no estén de acuerdo. Si a la hora de dormir, tu hijita dice que no quiere irse a la cama, aunque comience a llorar y diga que eres injusta, no cambiarás tu decisión porque sabes que haces lo correcto.
Lo mismo sucede cuando confrontes a un hijo con un divorcio. Al principio llorará y pensará que es injusto, pero al pasar de los años entenderá que no lo hiciste únicamente por tu bien, sino por el de ellos también.
Por eso le pregunté a Alina si pensó que un día su hija le iba a decir: "Mami, quiero agradecerte que permaneciste con mi papi por tantos años aun cuando te sentías desdichada e infeliz. Estoy orgullosa de ti por el sacrificio heroico que hiciste y porque estuviste dispuesta renunciar a los mejores años de tu vida por mí... ¡Gracias!".
Alina entonces me dijo: "En vez de agradecimiento, mi hija siente lástima y me confesó que lo que más le afectó no fue el divorcio, ni los años después del mismo, sino el tiempo que vivió en casa viendo a su madre sufrir".
Si tienes el dilema de divorciarte o continuar tu relación, te aconsejo que trates de arreglar tu situación por todos lo medios, pero si te das cuenta que no tiene solución, entonces tomas los pasos para una separación. No hagas como Alina, que esperó ¡20 años para encontrar su felicidad!

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Tomado de www.ellatino.net

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