Pedro F. Frisneda/edlp
Cuando Cristina Galarza comenzó a notar que su hijo Adrián no pronunciaba ninguna palabra, a pesar de que ya tenía casi tres años, sabía que algo andaba mal, pero nunca se imaginó que su primogénito estaba mostrando los primeros síntomas de lo que posteriormente sería diagnosticado como déficit de atención (ADD, en inglés).
"Adrián no hablaba y la familia y los amigos decían que era un niño bien engreído porque era hijo único y por esa razón no quería pronunciar palabra alguna. Pero pasaba el tiempo y seguía sin hablar y cuando quería algo sólo lo señalaba", relata la madre ecuatoriana a quien también le llamaba la atención el hecho de que su hijo comenzó a moverse mucho las orejas con las manos.
"Pensamos que tenía un frenillo en la lengua que no lo dejaba hablar, pero lo llevé a chequearse con un terapista de lenguaje en Ecuador y nos dijeron que no tenía ningún frenillo y que oía perfectamente", dijo Galarza.
Cuando la familia se mudó a Estados Unidos, Adrián comenzó a correr sin parar de un extremo a otro del departamento, mostrando síntomas claros de Trastorno por Déficit de Atención/Hiperactividad (TDAH).
"Eso nos parecía muy extraño. Se paraba sólo por un momento y luego comenzaba a correr sin cesar. Aunque nos preguntábamos por qué el niño era tan inquieto, nunca pensamos que se trataba de ADD o algo por el estilo. No sabíamos nada de eso", comenta la madre hispana.
"Aparte de eso él no tenía sentido del peligro; corría y si allí había una escalera pues él seguía y no se daba cuenta de que se iba a lastimar", agrega.
El caso de la familia Galarza se repite en muchos hogares hispanos que tienen hijos con síntomas de TDAH, pero que no lo saben. Otros se dan cuenta cuando es demasiado tarde.
El doctor Frank A. López, pediatra de desarrollo neurológico del Centro de Desarrollo para Niños en Winter Park, Florida, dijo a EL DIARIO/LA PRENSA que en la comunidad hispana se está viendo entre un 3.5 a 5% de niños identificados con TDAH, y que están siendo tratados correctamente. En la comunidad anglosajona es entre un 7.8 a 10%.
"Eso no quiere decir que ocurre menos en los hispanos, pero los latinos tienen mucho tabú, estigma y temor, y no quieren que sus hijos sean identificados con este problema psiquiátrico y emotivo", dijo el doctor López.
"La hiperactividad y el ADD se manifiesta por el exceso de actividad o hiperactividad impulsiva. La persona no piensa en las consecuencias de las acciones que está llevando a cabo y esto le trae problema en el transcurso de toda su vida", asegura el doctor López, quien explica que este trastorno se divide en tres grupos: "puede ser simplemente ADD, por distracción o hiperactividad, puede ser por impulsividad o puede ser combinado".
"Esto acarrea problemas académicos, intrapersonales y sociales que mientras más rápido se identifiquen será mejor el tratamiento y por ende mejor el resultado para los niños", dijo el especialista. Sin embargo, aclaró que en muchas ocasiones no es fácil realizar un diagnóstico correcto.
En el caso de Adrián, que cuando tenía dos años y medio de edad aún no decía ni una palabra y seguía usando pañales, los médicos dijeron que sufría dislexia, pero luego de comenzar una terapia de lenguaje lo diagnosticaron también con un poco de autismo.
"Cuando tenía 4 años Adrián estaba en el pre-kinder y las maestras me decían que no atendía y no se podía quedar quieto en el asiento cuando otros niños sí lo hacían y me recomendaron que lo llevara a un especialista. Al llevarlo al neurólogo efectivamente comprobaron que tenía ADD y tuvimos que buscar una escuela de educación especial porque no podía estar en clases regulares. Ya iba a primer grado y tenía 5 años y medio", relata Galarza.
Hoy, Adrián tiene 11 años, y sus síntomas están mucho mejor. Está tomando medicina todos los días antes de ir a dormir y está en sexto grado de escuela regular. "El ha sido un excelente alumno toda su vida, y ha estado siempre en la lista de honores", cuenta su madre.
Sin embargo, confiesa que este trastorno le afecta mucho al niño socialmente, porque se siente que no rinde igual que el resto. "Se pregunta por qué tiene que tomar medicina para ir a la escuela cuando sus amigos no lo hacen. Por otra parte es muy olvidadizo y deja los libros en la escuela y eso es una frustración muy grande para él (...) A veces se siente culpable y se irrita con facilidad".
El doctor López señala que lo primero que tienen que hacer los padres para reconocer los síntomas es convencerse de que su hijo tiene un problema. "Deben tomar muy en serio si ven que el niño está muy inquieto; que no puede quedarse tranquilo y que tiene muchos cambios rápidos en el ánimo o arranques de ira".
El galeno señala además que hay que estar atentos si el niño pierde lo que necesita para hacer las tareas, es decir los cuaderno y lápices, o si es un niño desorganizado y excesivamente distraído. "Este comportamiento lo identifican en la mayoría de los casos los maestros, y los padres deben hablar con sus médicos de cabecera o pediatras, para que hagan una evaluación física y mental de los síntomas y analicen la historia de comportamiento del niño para llevar a cabo un tratamiento", dijo el doctor López, quien agrega que un diagnóstico completo se hace después de los 6 años.
El galeno informó que la Academia de Pediatría de Estados Unidos y la Academia de Psiquiatría Infantil y Adolescente, indican que los tratamientos primordiales de este trastorno son los estimulantes con medicinas, terapias de modificación de comportamiento para mejorar la socialización de los niños y por último ayuda académica para aquellos que los necesiten. "Es un tratamiento combinado, pero la base del mismo es la medicina".
Los fármacos más comúnmente usados para tratar el TDAH son Concerta, Ritalin, Strattera y el parche Daytrana.
El doctor López advirtió que un niño que padece de este trastorno y no es tratado correctamente podría tener efectos a largo plazo muy severos. "Terminan tres años menos de educación; los divorcios y despidos de los trabajos son tres a cuatro veces más frecuentes. Estos individuos sufren muchísimo y todas las personas a su alrededor también sufren con ellos".
El especialista le recomendó a los padres hispanos que no tengan miedo de identificar, aceptar y convencerse de que el niño o niña pueda tener un problema. "Si no se identifican los problemas en un niño que está comenzando su vida, entonces sus síntomas van a seguir creciendo y van a empeorar con el correr del tiempo", aconsejó.
La idea es que los padres consigan la información correcta para que el diagnóstico sea más específico y el tratamiento que se lleve a cabo el más correcto. Pero, tan importante como eso es que no se puede modificar la conducta del niño hasta que no se modifica la del padre ya que si no entienden lo que es el trastorno, no pueden ayudar a su hijo.
El déficit de atención e hiperactividad afecta a unos 4.4 millones de niños en EE.UU. (7.8% de los infantes en edad escolar de seis a doce años. Este trastorno se atribuye a dos hormonas neurotrasmisoras en el cerebro: la dopamina y la norepinefrina, cuando están fuera de balance o sea, con una producción excesiva de hormonas, deficiencia o ausencia de éstas.
Tomado de www.eldiariony.com
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