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miércoles, 17 de octubre de 2007

'La buena comida, vía rápida hacia la lujuria'



Federico Ortiz vincula el disfrute de los alimentos al placer erótico, en su nuevo libro: 'Amor y desamor'; revela que para él, un momento sublime es el de compartir la mesa con la mujer amada

Arturo Reyes Fragoso

jamboree_37@yahoo.com

Cirujano y urólogo, Federico Ortiz Quezada representa lo mejor de la visión humanista de las personas dedicadas a la medicina.

Autor de una treintena de libros (Muerte, morir, inmortalidad; Anatomía del amor; Impotencia sexual. Un problema superable, entre otros títulos), recién publicó Amor y desamor, obra en la que regresa a algunos de sus temas abordados como conferencista entre sus colegas, universidades y medios de comunicación.

En nuestra conversación, Ortiz Quezada aborda el tema del amor y la comida, conceptos que él hermana en su condición de actos creativos.

"Aunque me declaro incompetente para preparar alimentos (si quiero hervir agua ¡se me quema!), para mí, un momento sublime es el de compartir la mesa con la mujer amada", nos dice.

Y se remonta al origen de la cocina: "La cocina hizo al hombre; cuando el homo erectus descubre el fuego, lleva a sus congéneres a sentarse a comer en torno al mismo. Al compartir el trozo de carne, tuvieron que platicar"

Para Ortiz Quezada, la gastronomía es tan importante, que la gente puede moverse de un país a otro y no cambia su forma de comer, la lleva a cuestas. "Por eso los mexicanos, cuando vamos al extranjero, nos queremos llevar nuestros chilitos", dice.

¿En qué se emparenta el amor con la gastronomía?, le preguntamos. Y responde el prestigiado médico: "En que los dos son actos creativos multisensoriales. Algunas personas han dicho que una buena comida es la vía más directa a la lujuria. ¿Qué hacemos cuando queremos enamorar a una mujer? La llevamos a comer. El disfrute de los alimentos se vincula al placer erótico".

Los dos placeres varoniles

"La mujer inventó el amor -asegura el doctor Ortiz Quezada- y como un acto de manifestación de este sentimiento, le cocina al hombre en su hogar (palabra que viene de hoguera, y es una concepción femenina). No podemos seguir negando la realidad: el hombre sigue siendo cazador, proveedor y luchador, mientras los intereses de la mujer siguen siendo el hogar, el amor y el hombre. Este quiere ser gratificado mediante dos cosas: el orgasmo y la comida.

"En contraparte, el desamor coincide con alteraciones emocionales que, entre otras cosas, pueden propiciar la falta de apetito. Esto se manifiesta en los dichos: 'Ya no me saben igual las cosas' o 'todo me sabe amargo'.

En cuanto al dominio del arte de la comida, nuestro entrevistado nos expone su punto de vista:

"El hombre y la mujer somos iguales en el terreno de la creación, y sobre todo en la cocina. Pero mientras la mujer lo hace como un acto de amor, nosotros, cuando nos dedicamos a cocinar, lo consideramos como trabajo. Esto le ha permitido al hombre colocarse en la industria alimentaria y por eso, los mejores chefs del mundo son varones".

Aunque a últimas fechas, las mujeres van ganando terreno también como jefas de cocina.

"Al surgir el movimiento feminista bien orientado, ellas comienzan a participar en otros ámbitos y, al igual que los hombres, algunas deciden ser chefs, actividad en la que están haciendo un papel extraordinario.

"Hará unos 20 años -agrega el doctor Ortiz Quezada-, se formó en México una asociación de chefs mujeres -o chefas, como se dicen-; fueron ellas quienes vincularon la cocina extranjera con la mexicana, para formar este híbrido que tan buenos resultados ha dado ahora en todo el mundo".

De afrodisiacos y alcaloides

En otro momento de la charla, Federico nos habla de las cualidades de algunos alimentos reconocidos como mexicanos. "El chocolate provoca la secreción de endorfinas, que producen una sensación de bienestar. Por eso la gente lo come cuando tiene problemas; lo malo es que engorda cuando se toma en grandes cantidades.

"Se descubrió en México y se llevó a Europa, donde se incorporó rápidamente, añadiéndole leche, nuez y algunos otros ingredientes. Los franceses lo llegaron a prohibir a las mujeres, porque lo juzgaban como un afrodisiaco."

El toloache también es de cuna nacional. Lo define nuestro entrevistado como un compuesto vegetal descrito desde 1543 en el códice De la Cruz-Badiano, dedicado a la herbolaria mexicana. "Ahí aparece como una droga alucinógena, con características similares a las del peyote. Se ha usado, como el LSD, para provocar trances místicos, y se dice que provoca una sexualidad exaltada, además de que embrutece".

Para terminar, Ortiz Quezada se reconoce como adicto a la comida.

"Siempre estoy buscando compartir la mesa; cuando uno ama a una mujer, resulta muy grato llevarla a un buen restaurante y tomar una copa. Es muy importante la elección del lugar, porque además de buscar que los platillos sean exquisitos, el ambiente debe propiciar el disfrute. Yo antes que nada, prefiero el Águila y Sol."

Ese feudo se ubica en Polanco y es el dominio de la hija de nuestro entrevistado, Martha Ortiz, quien se ha distinguido por su creatividad en la cocina de fusión y ha dado lugar a inimaginables platillos que sorprenden por su presentación y su sabor.

Tomado de www.eluniversal.com.mx

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