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martes, 23 de octubre de 2007

Menores y televisión

 

La tutela de los derechos de los niños requiere la aplicación de límites y controles.

Existen ya muchos estudios que ponen de manifiesto el exceso de consumo televisivo en nuestro país. Los menores en edad escolar son los más afectados por la falta de control en contenidos y horarios.

La dejación de responsabilidades por parte de los poderes públicos y la apatía de algunos padres, provoca que la televisión sea una máquina productora de contravalores, que se inmiscuye en la intimidad de la familia, llegando a marcar un ritmo horario que repercute negativamente en el rendimiento escolar, y en el desarrollo armónico de la juventud.

Los escolares van cansados a clase, con una capacidad de atención reducida y, por consiguiente, con pocas posibilidades de éxito en las aulas.

Este problema lleva años produciéndose y no parece que se avance para corregirlo. Ante esta situación los padres deberíamos reaccionar con contundencia, y ser conscientes de los potenciales peligros que un mal uso de la televisión puede tener sobre nuestros hijos.

El caso de la televisión es singular, porqué los menores se dejan llevar fácilmente por la fascinación de las imágenes, y a los padres ya les parece bien dejarlos ante el televisor con el argumento de gozar de unos instantes de tranquilidad en la ajetreada vida actual, sobrecargada de trabajos y de ambientes no siempre agradables.

A menudo los padres no pueden estar con los hijos todo el tiempo que quisieran, y dejan que sea la televisión la que marque el ritmo de esos momentos. Frente a esta situación, aunque suponga un esfuerzo ingente, hay que mantener unos horarios que no dependan de la televisión, una disciplina y sobre todo no perder la oportunidad de conversar. ¡Es la calidad del tiempo vivido con los hijos lo más importante!

Pienso que debería tomarse mucho más en serio la protección de los menores ante la televisión, ordenándose las franjas horarias en las que se emiten determinados programas y moderándose el consumo de anuncios.

Todas las televisiones que emiten en España, guiadas por los índices de audiencia y la competencia entre canales, han descuidado definitivamente la exigencia moral y jurídica de proteger a los menores. El caso es aún más grave al no observarse ninguna diferencia entre la televisión pública y la privada.

La televisión es el gran fenómeno de masas de nuestro tiempo, convertida en una máquina que nos proporciona a cualquier hora informaciones e imágenes que, sin embargo, no sabemos siempre cuales serán, como ocurre con los anuncios.

Los informativos nos ofrecen imágenes crueles y violentas, muy a menudo desproporcionadas.  Las series y los largometrajes, con demasiada frecuencia nos describen situaciones extremas, donde el desamor, el odio, la violencia, las pasiones desenfrenadas, y todo tipo de bajezas campan a sus anchas.

Especialmente, algunas series españolas (y catalanas sobre todo) son una muestra de la ordinariez, la desfachatez y el sinsentido, con la excusa de reproducir un realismo social que no es tal sino una manipulación, al servicio de una ideología sectaria y reduccionista, en las que parece inexcusable que se nos presente una pareja homosexual, la crítica a la Iglesia, o muchos tacos, para ser así más moderna y progresista.

Los anuncios, sin límite, se incrustan en las conciencias, a cualquier hora, en unos intermedios interminables que son un autentico atentado a la inteligencia. Sobre los anuncios hay quien destaca el ingenio del marketing, aunque a mí me molesta esa interrupción descarada en el argumento lógico de lo que estamos viendo.

La tutela de los derechos de los menores requiere la aplicación de límites y controles porque si no parece que todo vale y esto no puede ser en una sociedad civilizada.

El excesivo afán recaudador para hacer frente a una deuda enorme, el aumento de los minutos dedicados a anuncios, la disminución de la calidad del servicio público televisivo, la expresión de unos valores lamentables, pueden causar auténticos estragos en la formación humana de los menores, pero también en las actitudes de todos los ciudadanos.

Tomado de www.forumlibertas.com

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