En las relaciones de pareja, en el trabajo o en la escuela siguen prevaleciendo reglas que privilegian a los hombres
Georgina Montalvo
Está tan en la superficie, en la cotidianidad, que es difícil percibirlo. Marina Castañeda lo llama "machismo invisible".
"Se trata de un machismo sutil, más que el clásico expresado a través de la violencia física y la coerción. El machismo actual opera tras lo aparente, en detalles que tal vez parezcan anodinos, pero que revelan un juego de poder importante, detalles pequeños que conllevan consecuencias grandes", señala la psicoterapeuta.
En la versión actualizada de su libro Machismo invisible (Taurus), Castañeda describe las reglas del juego con las que hombres y mujeres se desenvuelven, pues además de un atributo personal, el machismo es una forma de relacionarse.
A pesar de que la experta califica el machismo de "sistema increíblemente ineficiente", reconoce su presencia en las relaciones de pareja, el trabajo, la escuela, la salud, la sexualidad. La razón: en cada espacio hay determinados roles masculinos y femeninos que cuando no se siguen, alteran la convivencia.
"Cuando un hombre y una mujer salen juntos, por ejemplo, siempre manejan ellos, ¿por qué?, porque si ella toma el volante, él empieza a dirigirla en todo momento y ella termina diciendo: 'Me presiona tanto, que prefiero que él maneje", comenta Castañeda.
El que un hombre llame por celular varias veces al día a su esposa o novia y ella diga: "Es que se preocupa por mí"; el que a pesar de tener sus propios ingresos, ellas den explicaciones a su pareja sobre cuánto y en qué gastan; que él reciba el diagnóstico de una enfermedad y ella, a petición del médico, deba hacerse responsable de su tratamiento, que si falla porque él no se cuida, la familia le reclame: "¿Por qué no lo cuidaste?" son sólo algunos ejemplos de ese machismo que se queda en el ámbito de "lo normal".
No hay golpes ni gritos, sólo roles establecidos que, si no se siguen, generan incluso reprobación social.
Según Castañeda, este sistema de convivencia se sigue manteniendo porque pocas veces se cuestiona.
"Ellos no quieren que se toque su posición privilegiada, y ellas se la pasan haciendo cosas para evitar problemas o mantener la paz", dice.
"No creo", se preguntarán algunos, "yo no soy machista y conozco a muchos hombres que no lo son", insistirán.
Ante la duda, Castañeda recomienda echar un vistazo a las propias actitudes y creencias.
Si usted es una mujer que orgullosamente dice: "Mi esposo no es machista, me deja trabajar y ver a mis amigas cuando quiera", piense si es una niña que necesita el permiso de un hombre para llevar la vida normal.
Si es hombre y se cree sumamente condescendiente al dejar que su esposa y secretaria se hagan cargo de "cosas que nada más quitan tiempo", como ir al supermercado, mantener limpia la casa o llevar ordenadamente su agenda, reflexione sobre si más que como esposo y jefe vive como "cliente distinguido" tanto en casa, como en la oficina.
Según afirma la psicoterapeuta, los roles se pueden compartir y cuando se hace, asegura, "la gente es más feliz".
"Es puro cuento que las mujeres no sean aptas para manejar maquinaria, tecnología, dinero o arreglar una fuga de agua; y también que los hombres no puedan aprender a planchar, a cuidar a los hijos o a cocinar", concluye.
Tomado de www.laopinion.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario