Ana Rubio es una catedrática de la Universidad de Granada, España, y estuvo en la Ciudad de México donde dictó la conferencia "los nuevos escenarios de la política y su impacto en la ciudadanía de las mujeres", y como síntesis de su exposición se puede afirmar que la ciudadanía de las mujeres aun es de segunda, a pesar de la gran labor de depuración de los sistemas jurídicos, del desarrollo de la democracia y de haber accedido formalmente a la igualdad en la posibilidad de votar y ser electas.
¿Y saben que qué? Tiene razón la catedrática española, al menos en lo que apreciamos en nuestro país.
Prueba de ello, es la falta de presencia de mujeres en los puestos directivos en la política y en el mundo de las empresas y los negocios.
También están la segregación laboral, las diferencias de los salarios en relación a los del hombre y la notoria falta de corresponsabilidad de los varones en las labores domésticas, porque nadie puede negar que en la mayoría de los casos, aun cuando ambos trabajen, sigue siendo la mujer la responsable del hogar.
En la actualidad, los matrimonios jóvenes parecen ser mas comprensivos en ese aspecto, pero aun sin igualar la responsabilidad de la mujer en la administración y operación de la casa.
En una larga jornada de trabajo, el hombre suele tomar un par de horas o mas para irse al café con sus amigos, mientras la mujer normalmente sale de la chamba y se va corriendo al hogar, a preparar comida, arreglar ropa y ayudar a sus hijos en las tareas.
¿Cierto o no?
Para la catedrática española, discriminar también a la mujer en los ámbitos del conocimiento y de la investigación, tendrá un efecto mayor sobre sus vidas que en otras etapas históricas.
En la actualidad, en una sociedad donde todo se visualiza a través de la imagen, no resulta políticamente correcto presentar un gobierno con la existencia de solo hombres, de ahí la necesidad de incluir mujeres, aunque la duda es si realmente se les otorga poder y voz propios, o es solo parte de esa imagen que debe tener una institución.
Lo ideal sería una presencia femenil con voz y poder efectivos, y no constituirse solo en una parte de la decoración que muestre un diseño de gobierno igualitario para el hombre y la mujer.
Desde luego no es fácil modificar el modelo de poder patriarcal, el cual está configurado para un individuo, varón, que en un futuro será padre de familia.
Para Ana Rubio, el varón es un sujeto que desde su propio origen asume una doble representación, es decir, se representa así mismo y sus intereses, y aquellos otros que han sido privados de voz y de capacidad para expresar sus propias necesidades, o sea las mujeres.
Bajo esta idea, el hombre es el único capaz de ejercer una representación colectiva, y eso es de enorme trascendencia para el liderazgo social, económico y político.
En contraste, a la mujer se le concede hable de los problemas femeninos, pero es imposible que personalice los requerimientos de la colectividad.
Sin embargo, debemos reconocer, como lo acepta la expositora, que la discriminación contra las mujeres es estructural y exige una revisión profunda de las bases sobre las que se sostiene la propia organización política y el modelo de ciudadanía.
Habría que hacer un análisis serio, pero que estén en ese proyecto hombres y mujeres como sujetos de igual valor y voto, porque de lo contrario surgiría de nuevo la primacía del varón.
En nuestro país y en nuestro estado, hemos apreciado esa discriminación de la mujer cuando se trata de altos cargos políticos o privados, no obstante debemos reconocer algunos avances al menos en materia legislativa local.
Pero esa discriminación está en todos los niveles de la estructura laboral, además nadie podría negarme el acoso sexual existente en las oficinas, en las maquiladoras y en todo aquel centro de trabajo donde se ubiquen la eficacia, responsabilidad y honestidad de las damas.
Ayer, por cierto, el Congreso sonorense aprobó por unanimidad la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual pretende prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Es sin duda un buen sustento jurídico, que les otorga al menos una tranquilidad de garantía legal, pero creo no será suficiente mientras no cambiemos nuestras propias estructuras mentales.
Es lo peor de lo peor, si no ofrecemos a la mujer igualdad de oportunidades para que se desenvuelva en todos los campos de las actividades productivas, políticas o intelectuales, todavía tengamos el descaro de ser violentos con ellas.
Y como siempre digo, a la mujer hay que reconocerla y admirarla, pero sobre todo, amarla y respetarla.
tomado de www.ehui.com
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