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lunes, 22 de octubre de 2007

Exigencias del matrimonio moderno


Ana Nogales


La dinámica del matrimonio ha cambiado muchísimo. Lo que esperan las mujeres y los hombres de una relación puede ser muy distinto.

Para algunos es una relación como la que vieron en sus padres, tradicional, con roles definidos. Para otros, el matrimonio es un signo de pregunta, porque ya no se satisfacen con los roles que limitan a cada uno de ellos, pero desconocen otras opciones.

Para la mujer, la comunicación es importante y debe estar basada en el respeto y la consideración, en una relación íntima que va mucho más allá de lo sexual. El romanticismo, el compañerismo, y el apoyo espiritual son integrantes necesarios en la nueva pareja. La honestidad y el compañerismo son precursores a la pasión sexual. Para el hombre, la acomodación a las exigencias femeninas puede dar paso a una relación más intensa, pero a veces amenazante, porque es más difícil complacerla.

Esto pone al hombre en una situación desafiante, porque ella asume responsabilidades que le tocaban a él, mientras que su función doméstica es más destacada.

No todos los matrimonios pueden alcanzar un acuerdo; en realidad, son pocos los matrimonios que llegan a encontrar esta panacea de ambiciones. ¿Significa esto que deban separarse o divorciarse? En mi opinión, esto significa que estamos definiendo lo que queremos en una relación, pero ello no significa necesariamente que vaya a ser así. Hay mujeres que no se conforman sin tener una carrera, otras que prefieren el hogar y los hijos, mientras que la mayoría busca un balance entre ambos roles. Para muchos hombres, el trabajo es su dignidad, y para otros no es ningún problema quedarse en la casa cuidando de los niños y asumiendo las áreas domésticas, y ¡lo hacen con mucha propiedad!

La realidad de hoy es que muchas parejas que se separaron o divorciaron vuelven a estar juntas bajo premisas diferentes. Algunos sólo comparten el techo sin intimidad, otros son los mejores amigos y algunos comparten sus vacaciones, porque reconocen que sus vidas no fueron tan grandiosas cuando estuvieron juntos. En dichos arreglos, la familia también juega un papel importante, dándole en algunos casos privilegios a los hijos para compartir tiempo con ambos padres.

No se trata de un arrepentimiento por haberse separado, sino de una reflexión de la vida que determina que no siempre es posible encontrar todo lo que uno quiere en una pareja , y que frente a las tentaciones exaltadas por los medios de comunicación (novelas, películas, revistas.), no siempre lo mejor está en otros brazos, a veces lo mejor está en casa.

Con todo esto podemos rescatar que una pareja debe pensarlo bastante antes de proponer una separación o divorcio. A veces las cosas no son como se esperaban, pero con honestidad y respeto pueden acomodarse de alguna manera.

Toda relación tiene sus pormenores, pero solucionar conflictos juntos es lo que más favorece al bienestar de ambos y de la familia.

Tomado de www.laopinion.com

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