PERIODISTA
UNO DE los talones de Aquiles de la actual administración se centra en la seguridad ciudadana. Lejos de cumplir con la gran promesa de campaña que atrapó la mente y esperanza de muchos con el slogan "más seguridad", es ahora la debacles de la administración Torrijos.
Ni siquiera tenemos clara una política criminológica; ¿es represiva, preventiva o mixta? La experiencia apunta a la primera y soslaya la raíz del la problemática.
Recuerdo muy bien la gran oportunidad que tuve cuando entrevisté a uno de los criminólogos más reconocidos de Latinoamérica, el Dr. Elías Neuman.
En aquel momento la sociedad debatía la necesidad de incrementar las penas a los jóvenes, con la idea de que reducirían los índices de criminalidad de los menores infractores.
Nada más alejado que eso, me decía Neuman. Portaba una paciencia única, curtida de experiencia y sabiduría cuando botó una frase que no me esperaba: "No se olvide que a las cárceles sólo llegan los delincuentes fracasados". En ese instante me causó gracia su planteamiento, sin darme tiempo para reflexionar lo dicho agregó sin titubeos: "Vuelvo a insistir en que los presos son siempre los mismos: gente de abajo. Gente sin chances".
Quienes delinquen son individuos que, en su mayoría provienen de hogares desgarrados, que ven a sus padres borrachos, niños que han sido abusados sexualmente, maltratados, y/o que viven en ambientes violentos especialmente en casa. Se trata de gente marginada. Personas que han sido rechazadas socialmente hasta quedar acorralados en decisiones poco favorables.
Los jóvenes que ingresan a pandillas no se integran motivados a delinquir, sino más bien porque en las pandillas ven un espacio de interacción y ejercicio de poder a través del grupo con el que no cuentan fuera de ellas. Del otro lado, las personas temen a los pandilleros porque son violentos y al hacerlo, les niegan las oportunidades que aquellos necesitan para poder dar el paso a su integración social. Ante esta falta de oportunidades, el pandillero reincide en el uso de la violencia y se acentúa el círculo de deterioro psico social del cual es cada vez mas difícil salir.
La autoestima es lo que la persona piensa de ella misma. Si un niño escucha constantemente que es malo actuará como tal. Si le dicen que no sirve, en su mente no habrá lugar para planes de vida. Si se le insulta sistemáticamente, se lo creerá. Esta idea queda marcada indefinidamente en la mente de un ser, que aunado a esto, recibió muy poco cariño; un abrazo o un beso materno o paterno.
En esa misma entrevista, el criminólogo me contó que en uno de los estudios que realizaba con menores abandonados, le llamó la atención como cada sábado los chicos asistían al barbero. ¿Por qué se preguntaba el doctor, si su cabello apenas alcanzaba unos centímetros? Cuando preguntó al estilista éste respondió: "Cada vez que ellos vienen a cortarse el cabello yo aprovecho para brindarles algunas caricias en su cabecita".
El gobierno ha intentado reducir la delincuencia a través de programas de armas por comida o la habilitación de lugares deportivos, pero con poco resultado. En vez de redoblar uniformados, debería masificar programas de prevención que corten de raíz el problema. Un ejemplo tan sencillo y claro lo detallo a continuación producto de una conversación que sostuve con una psiquiatra. Los niños que tienen trastornos de aprendizaje como dislexia o problemas para leer, empiezan a ser aislados por sus compañeritos y estigmatizados por sus maestros. Entonces el pequeño, que aún no tiene formada la personalidad, convierte el problema en algo emocional.
Si se hace una intervención es muy probable que el pequeño salga adelante, de lo contrario se asocia con gente que se encuentra en su mismo problema de rechazo.
Irónicamente los programas de psiquiatría de la Caja del Seguro Social están en crisis. Al servicio le faltan especialistas. De cinco funcionarios solo hay dos, el resto no ha sido nombrado.
Anécdota que ilustra la frase de Neuman, la cárcel es para la gente que no tiene chance de recibir una calidad de vida digna. Intervenir psicológicamente en familias y chicos resulta más efectivo que un policía parado en el portal de donde se escuchan gritos.
Es decir, donde hay que intervenir es precisamente en conductas pre-delictivas. Desaprender modelos de comportamiento es difícil, pero más grave es no contar con la orientación adecuada.
Faltan escuelas para padres. No sabemos como imponer disciplina sin golpes y por ende, repetimos patrones aprendidos. Carecemos de herramientas para poder "manejar" la conducta del menor.
Se debe profundizar en el sector social; empleo, vivienda, salud, educación, recreación etc.
Enfatizar en la prevención primaria, antes de que se emita la conducta, es donde radica la posibilidad de disminución del delito; pues, desde la óptica de represión secundaria, los recursos y esfuerzos resultan insuficientes, y no constituye una verdadera respuesta a la seguridad y bienestar de la sociedad.
Debemos idear programas que tengan paradigmas concretos. El Instituto de Criminología de la Universidad de Panamá ha diseñado una política criminológica integral que el gobierno aún no echa en marcha. Entre sus aportes señala que la prevención antisocial se ha acentuado en la Policía, con resultados poco efectivos. Por lo que el incremento del delito, con el consiguiente sentimiento de inseguridad ha llevado a aumentar el número de unidades policiales en respuesta a una política represiva, en contraposición con la preventiva. En una Política Criminológica, se debe incluir el sistema de control social general.
Tomado de www.pa-digital.com.pa


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