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martes, 20 de noviembre de 2007

Cuando un hijo dice: soy gay

 
Diversidad sexual
En el Centro Comunitario LGBT creado por la Alcaldía de Bogotá y financiado por Profamilia, Theatrón y Colombia Diversa se reúne un grupo de papás y mamás para compartir experiencias sobre la crianza de sus hijos con una orientación sexual homosexual.
Redacción Salud

"Yo sé que para muchos padres la idea de un hijo o una hija homosexual da mucho miedo.  Muchos padres con un hijo o hija homosexual buscan repuestas. ¿Puede cambiar mi hijo? ¿Cómo puedo salvar a mi hija de una vida lesbiana? ¿Tal vez alguien nos puede ayudar: un psicólogo, un sacerdote, un pastor, un grupo ex gay? Ellos tratarán de cambiar a sus hijos. Ellos creen que hacen lo mejor por sus hijos, pero en realidad los dañan", apuntan en su blog Peterson Toscano, un actor y escritor norteamericano, y Adriana Cabrera, una bogotana radicada en Estados Unidos.

Para estos dos activistas, que se describen como "Dos cristianos que  escriben sobre su fe y sus deseos homosexuales", la respuesta a preguntas como  si se puede cambiar a los hijos homosexuales es sencilla: "No, esto es imposible". Y añaden: "Tal vez ellos pueden vivir como un heterosexual por un rato, pero los deseos se quedan. Y casi siempre, ellos no serán felices. La pregunta más importante es: ¿Pueden Cambiar los Padres? Muchos padres tienen que transformar sus ideas sobre la gente gay. Tienen que aprender nuevas ideas. Ellos necesitan reemplazar las ideas viejas con nuevas ideas".

Entre los comentarios que recibió el texto titulado ¿Puede cambiar mi hijo gay?, aparece el de una madre que los felicita. "No pudo describir mejor lo que siento. Pienso y pienso; a ratos me siento culpable, a ratos deprimida. Tengo tres hijos. El mayor, hetero, y los otros dos, homosexuales. No entiendo cómo creciendo en un hogar con ejemplos de pareja y familia, con los mismos principios, pueda resultar esto. En mi familia no los aceptan, y lucho por ellos aun contra mí misma. Es difícil, pero entiendo que lo único que puedo hacer es cambiar para apoyarlos contra toda una sociedad que los repudia".

Grupo de padres

Justamente, orientar a los padres de familia con hijos homosexuales es uno de los propósitos del Centro Comunitario LGBT (lesbianas, gay, bisexuales y transgeneristas) de Bogotá. Este centro, creado por la Alcaldía de Bogotá hace un año y al que se sumaron Profamilia, la organización Colombia Diversa y Theatrón, cuenta con un grupo de papás y mamás de hijos LGBT que periódicamente se reunen para intercambiar experiencias sobre los retos y desafíos en la crianza y educación de sus hijos.

El centro, ubicado en el sector de Chapinero en Bogotá, es único en Latinoamérica y la acogida que ha tenido en estos meses superó las expectativas de sus promotores. "El balance, ahora cuando comienza la segunda fase, es muy positivo. Este centro reveló la necesidad profunda de atención a la población LGBT", comenta Elizabeth Castillo, coordinadora del Programa Salud Sexual y Género en Profamilia y quien está a cargo del centro en la segunda fase que comienza este programa.

Cuando se inauguró esta casa, que además ofrece asesoría psicológica y jurídica gratuita, espacios lúdicos y una gran variedad de información sobre el tema LGBT, se pretendía atender en promedio 1.000 personas en diez meses. Sin embargo, esa cifra fue superada con creces y los registros hoy dan cuenta de más de 2.700 personas que utilizaron alguno de los servicios allí dispuestos.

Hablar para orientar

Para la mayoría de padres, descubrir que uno de sus hijos tiene una orientación sexual que no es la heterosexualidad, resulta una situación desconocida y casi inmanejable. Una de las primeras claridades que Elizabeth Castillo hace, es que  "los niños y las niñas tuvieran claro un hombre se puede enamorar de una mujer o de otro hombre y que una mujer se puede enamorar de un hombre o de otra mujer.  Si esto estuviera claro, en el momento en que se siente  una orientación sexual distinta no se vive de modo tan traumático".

Por otra parte, insiste en que la comunicación, sin violencia, ni agresiones, ni prejuicios, es el mejor camino para que los hijos descubran sin traumas  ni culpas la orientación sexual. "Cuando una persona dentro de una familia define que tiene una orientación sexual diferente, eso replantea la imagen de esa persona y hace que exista la necesidad de un reconocimiento. El proceso es más sencillo si la comunicación es buena".

Consultar con un psicólogo puede resultar de mucha ayuda, tanto para padres como para los hijos. "Lo ideal es que consulten con un psicólogo que no se convierta en un problema en el proceso. Todavía existen muchos profesionales que consideran la homosexualidad como una enfermedad y por lo tanto como algo curable, este abordaje terapéutico lo que provoca es un problema a lo largo de la vida de esta persona", dice Elizabeth Castillo.

En los colegios

¿Qué tanto aportan los colegios en esta tarea de informar a los jóvenes sobre el amplio espectro de la diversidad sexual? La experta de Profamilia cree que las cátedras sobre educación sexual en los colegios, en su gran mayoría, "están muy enfocadas en salud reproductiva y salud sexual pero ciegas al hecho de la diversidad sexual. Sigue siendo un tema proscrito en el ámbito educativo". 

Un tema al que no deberían darle la espalda ni los colegios ni las universidades, según recientes investigaciones. Un equipo de la Universidad de Washington encontró, al estudiar una población de jóvenes, que ser victimizado por la orientación sexual constituye un factor de riesgo alto de suicidio entre estudiantes gays, lesbianas y bisexuales.

La información que arrojó la encuesta de 86 preguntas, aplicada a más de 500 jóvenes universitarios en Estados Unidos, indica que  los gay, lesbianas y bisexuales experimentan significativamente más agresiones verbales y físicas que sus compañeros heterosexuales. Entre la agresión verbal se incluyen las frases homofóbicas, escuchar a otros hablar sobre gays o lesbianas en términos desobligantes, o ser acosados por su orientación sexual. 

"Existe un bombo exagerado en cuanto a que los niños gays se suicidan más", apuntó Heather Murphy, y aclaró: "Pero mi estudio muestra que eso no es así. El verdadero riesgo de suicidio lo provocan las agresiones que reciben por ser gay".

La información que arrojó el estudio de Murphy ha sido apuntalada por otras investigaciones. Se calcula que 4 de cada 10 gays y al menos una de cada ocho lesbianas en los Estados Unidos han sido objeto de violencia por su orientación sexual de acuerdo con un estudio de la Universidad de California. Una taza preocupante, que demuestra los altos niveles de intolerancia e ignorancia en torno a la diversidad sexual de la población.

¿Adolescentes gays?

Un aspecto que deben tener en cuenta los padres de hoy son los cambios culturales que operan en torno al comportamiento de sus hijos y que les resultan difíciles de comprender. No todas las  relaciones que los hijos tienen con personas  del mismo sexo indican una identidad  gay o lesbiana.

Para Ritch Savin-Williams, profesor de Cornell's College, y quien publicó el libro The new gay teenager, "el nuevo gay adolescente es en muchos aspectos el no-gay adolescente". Savin-Williams cree que la mayoría de adolescentes que entablan una relación gay se consideran a sí mismos heterosexuales y la mayoría de estos jóvenes con atracción por personas de su mismo sexo, no se autodenominan gays.

El término gay para este experto es una categoría que no se ajusta muy bien a la sexualidad de estos jóvenes porque "algunos adolescentes tienen contactos homosexuales pero no actúan como tal, prefieren llamarlos aventuras gay". Según Savin-Williams, entre el 15 y el 20 por ciento de los adolescentes experimentan algún grado de orientación homosexual, pero sólo entre el 3 y el 4 por ciento finalmente define su orientación como gay o bisexual. "La mayoría de jóvenes no vinculan su sexualidad con su identidad", afirma este psicólogo clínico.

Ante este panorama, la solución sigue siendo la comunicación abierta entre padres e hijos. De esa manera, y con la ayuda de psicólogos o psiquiatras infantiles, los padres podrán discernir con claridad cuando sus hijos en realidad viven una orientación sexual homosexual  o cuando sencillamente están explorando su identidad o su sexualidad.

Diversidad sexual

La diversidad sexual se entiende como la variedad de formas y expresiones sexuales existentes, tanto a nivel individual como en las relaciones con otros/as. La diversidad sexual tiene tres componentes: identidad sexual, orientación sexual (dirección), práctica sexual.

La identidad corresponde a la visión que cada persona tiene de sí misma o a la convicción interna de lo que es. Esta identidad no es natural, por el contrario, se construye a partir de varios aspectos: el sexo (hombre o mujer), las experiencias personales, el contexto en el que se desarrolla la persona, los espacios de interacción social, las costumbres y normas sociales.

Las personas no tienen una sola identidad sino múltiples identidades que se entrecruzan: la identidad de género, la identidad que tiene la persona por su condición socioeconómica, otras identidades.

La identidad de género de una persona puede ser femenina, masculina, transgénero (que transita entre lo femenino y masculino) o ambigua. Por transgénero deberá entenderse toda la población cuyo comportamiento, características, roles, no corresponden a los que tradicionalmente se asignan a las personas de acuerdo con su sexo.

La identidad de género está separada de la orientación sexual de la persona. Es decir, el hecho de que una persona tenga una identidad de género femenina no implica que se sienta atraída afectiva y sexualmente por un hombre.

La orientación sexual es la atracción física, afectiva y el deseo sexual que una persona siente hacia otra. Y se subdividen en heterosexual, homosexual o bisexual.

Las prácticas sexuales corresponden a los roles, comportamientos y preferencias que efectivamente asumen y tienen las personas. Estas prácticas pueden estar asociadas o no a la orientación sexual. Es decir, una persona puede tener una identidad de género masculina, sentirse atraído por personas de su mismo sexo (orientación homosexual) y no obstante tener prácticas heterosexuales, dado el temor a ejercer libremente su sexualidad en su contexto social. Asimismo, una persona puede tener una identidad de género transgénero, tener atracción por personas del sexo opuesto y tener prácticas heterosexuales.
Tomado de www.elespectador.com

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