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lunes, 25 de febrero de 2008

Los niños pueden sobrevivir sin traumas el divorcio de sus padres

 

El trauma no es la separación en sí, sino los conflictos entre los padres

GIULIANA CHIAPPE

En su casa el niño cuenta en pareja: dos padres. Un divorcio le enseña a restar tácitamente y, en vez de dos, lo hace contar sólo un padre.

Es, precisamente, esa resta innecesaria lo que se debe evitar. En ese punto insiste Andrés Nazario, especialista del Instituto de Familia de Gainsville, Florida, quien asistió al Primer Congreso de Terapia Familiar organizado por Fundana para conversar sobre el bienestar de los niños en situaciones de divorcio.

Preservar el bienestar de los hijos debe ser el norte de todos los padres, aunque entre ellos hayan sufrido situaciones conflictivas. Según la experiencia de Nazario, la mayoría de los padres, después de aproximadamente dos años de separación, alcanzan un punto en que colocan la salud emocional de los niños sobre sus diferencias y son capaces de tomar decisiones a favor de los pequeños.

"El trauma del divorcio en los niños no es la separación en sí, sino los conflictos de los padres", sentencia Nazario. Para evitar ese daño emocional en los pequeños, es ideal que los adultos se respeten mutuamente, de manera que se perciba una sana relación pese a la separación inminente.

Otro punto determinante es que los niños deben estar seguros de que seguirán siendo tan queridos y atendidos como siempre por ambos padres, aunque a partir del divorcio uno de ellos viva en otra casa. Y esto debe ser un sentimiento permanente, que se consolide a través de los años. Los dos padres deben tener voz en cada decisión que ataña a los hijos y presencia en los eventos como cumpleaños, comuniones, graduaciones y competencias escolares, entre otros.

"Puede que un padre esté muy enojado con su ex cónyuge y esto le impida lograr una relación civilizada. Sin embargo, lo que debe pensar es si la rabia le va a durar tanto tiempo como para no participar en la graduación de su hijo, que será en algunos años, o en su comunión, por citar otro ejemplo, y tratar de ver más hacia el futuro que hacia el presente".

La magnitud del riesgo traumático depende de las edades de los hijos. Mientras más pequeños es más fácil afrontar la nueva situación familiar, aunque siempre debe mantenerse el respeto mutuo entre los adultos y la atención permanente al niño. Según Nazario, las adolescentes son las más vulnerables a las separaciones, pero un divorcio bien llevado no deja secuelas emocionales negativas a nadie.

Tomado de www.eluniversal.com

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