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viernes, 28 de marzo de 2008

La sexualidad reprimida

Nature
 
Cuando la sexualidad y el poder van de la mano
por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
joacorocha.googlepages.com joacorocha05@yahoo.com.ar
La sublimación es un proceso psíquico en el que se desplazan impulsos potencialmente desadaptativos hacia comportamientos socialmente aceptados. La teoría psicoanalítica habla de dos principios fundamentales: uno, el principio de placer y otro, el principio de realidad. En el primero existe un deseo que necesita ser satisfecho en la inmediatez para huir del dolor, mientras que el segundo subordina el placer al deber. Esta subordinación se realiza a través de la sublimación. De esta manera los deseos insatisfechos reconvierten su energía en algo productivo o socialmente útil. Según Freud, sin la sublimación de los deseos sexuales no existiría la civilización.
 
Al hablar de civilización debemos pensarla en términos de cultura y a esta como todo aquello co-creado y recreado por el hombre, que responde a un tiempo y una época determinados. Toda historia del hombre supone, ante todo, una concepción del poder. La sexualidad no está ajena a esto.
 
Como tal, la sexualidad está implicada en todo vínculo humano, ya sea explícitamente o encubierta en el proceso sublimatorio. La sexualidad comienza a formarse desde el nacimiento y para algunos autores aún antes de éste, en la fantasía que tienen los padres sobre el hijo. Es una construcción tanto individual como social, que evoluciona según lo biológico y la historia personal de cada individuo. Es de suma importancia percibir cómo ocurre esta evolución, ya que si no se da en forma equilibrada va a librar como resultado diferentes patologías que inciden directamente en otros aspectos de la vida de un individuo, como ser la vocación, los trabajos, la familia, los vínculos afectivos.
 
La represión de la sexualidad sería la explicación de muchas conductas autoritarias y agresivas que ejerce un individuo desde un lugar de poder, para canalizar la energía de una pulsión que tiende a ser satisfecha. Esta represión se da como mecanismo de defensa cuando un individuo rechaza y saca fuera de la conciencia todo aquello que le resulta doloroso e inaceptable. Por otra parte, puede darse una represión consciente, ya sea por considerar como negativo o malsano todo lo referido a lo sexual o por considerarlo un impedimento para vivir ciertas virtudes. Pero es una realidad que la represión de la sexualidad genera personas con cierto grado de neurosis. Si partimos del supuesto que "nada se pierde y todo se transforma", esa energía de la sexualidad reprimida, no sublimada, puede conformar una estructura de carácter autoritario que busca obediencia laboral, sometimiento moral y, hasta eficacia económica. Se ejerce a través de cierto ejercicio del poder que busca constituir un sujeto dócil, manejable, intercambiable y, dado el caso, descartables.
 
Si bien este tipo de conductas se ven con más claridad en individuos que ocupan espacios de poder (políticos, religiosos, docentes, empresarios), no significa que todos ellos no hayan podido hacer consciente que son sujetos sexuales y que la sexualidad es mucho más que lo genital. Que la castidad y/o el celibato son una elección consciente y al vivirla como opción de vida, cuestionable o no, implica un conocerse a sí mismo y tener en claro cuáles son las debilidades y cuestiones no resueltas que pueden empujar a actitudes hipócritas.
 
Si se puede renunciar a una sexualidad genital o no, será motivo de debate para aquellos que desean hacerlo. Hay quienes han podido lograr llevar una vida llena de satisfacciones y otros que no.
 
Donde quiero hacer hincapié es en aquellos individuos donde su deseo genital es mucho más fuerte y que para reprimirlo caen en el lugar de las contradicciones, de los malentendidos y de los fallidos, en el mejor de los casos, o en conductas que rayan en lo perverso. "Una continencia que elimine la sensibilidad resulta demasiado enfermiza, destruye valores y fomenta una serie de rarezas y comportamientos extraños, pues el corazón queda duro y reseco por falta de riego afectivo. Sin creer que sea patrimonio exclusivo de los célibes, es evidente que algunas manifestaciones de esta sequedad –rigorismo, incomprensión ante problemas humanos, reacciones infantiles, deseo de dominación, inflexibilidad… y hasta el mismo trabajo desenfrenado como excusa- pueden darse en ellos con mayor propensión. El aprendizaje del amor por el camino de los encuentros personales es un punto de orientación para todo el mundo. De ahí que la amistad y la vida comunitaria son importantes para esta maduración" (Eduardo López Azpitarte, Simbolismo de la sexualidad humana. Criterios para una ética sexual. Editorial Sal Terrae, Salamanca, 2001)
 
Es entonces de suma importancia que cada uno realice un constante discernimiento sincero y honesto de la situación en que se encuentra, en cuanto se trata de sexualidad. Así, de esta manera, mejorará sus acciones y sus vínculos interpersonales y evitará los múltiples engaños y autojustificaciones que se ponen en práctica para no enfrentar la propia verdad.
 
 
 

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