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lunes, 24 de marzo de 2008

¿Se puede alcanzar la felicidad?

La felicidad es un asunto sumamente complejo, que suele prestarse a interpretaciones tan disímiles como contradictorias. En general, está asociada con un sentido sistemático de vigor existencial, pero a la vez de calma
 
Por Claudia Fernández Lerebours 
A veces se suele pensar, no siempre fundamentado en un razonamiento ni en evidencias concretas, que quien alcance éxito material y social, y con ellos las mayores posibilidades para acceder al placer, contará con las condiciones necesarias para alcanzar la felicidad, en oposición a quienes carezcan de esos elementos.
Se trata de la vieja, discutida y nunca suficientemente tratada cuestión de qué es la felicidad y si ésta se puede lograr a plenitud y de forma duradera. Muchas son y más podrían ser las posiciones, de acuerdo a la escuela filosófica o la religión a la que cada quien se adscriba.
La ciencia también trata de jugar su rol en el tema, como fue expuesto en una entrevista televisiva a un psiquiatra estadounidense de un centro académico en ciencia y salud del estado de Oregon. Según este especialista, la felicidad es algo mucho más complejo que la simple búsqueda de placer.
Las opiniones sobre el tema son tan diversas como contradictorias. Por ejemplo, en la cabeza de la persona común, que tiene que luchar cada día por sobrevivir, no cabe que aquellos que lucen "tenerlo todo" puedan sentirse desdichados, sin rumbos en sus vidas y en tal virtud propensos a caer en toda clase de dependencias adictivas autodestructivas.
Se cree que hay personas que sencillamente nacen más felices, por condiciones genéticas y de química cerebral que las hacen ser optimistas. Otras vienen al mundo más proclives al negativismo y el fatalismo.
De acuerdo al doctor Donald E. Rosen, esos pesimistas por naturaleza pueden aprender a pensar más positivamente, en pro de una vida más saludable y gratificante.
Un estilo emocional positivo se caracteriza, entre otros factores, por buen humor, sentido de viveza y de calma a la vez. Un consejo para lograr tal condición es anotar diariamente las cosas que nos han ocurrido en el día por las que nos sentimos agradecidos.
 
Como prueba del buen efecto de ese ejercicio están las personas que oran o meditan, quienes tienden a tener una mejor actitud ante la vida, pues al enfocarse en ser agradecidos y apreciar lo que tienen, cultivan una mente positiva, desechan lo negativo y en consecuencia se sienten mejor con ellos mismos y su entorno.
Más que el placer o los ingresos, para sentirse feliz es más importante un sentido de compromiso con los demás, sea de amor, amistad o involucramiento comunitario, como también usar las fortalezas personales hacia un fin amplio.
En cuanto a la relación entre realizaciones y felicidad, el psiquiatra Rosen dice que hay una común percepción errónea de que personas con más altas realizaciones son más felices, pero las investigaciones al respecto parecen contradecir tal apreciación.
Ejercitarse en altruismo y bondad es otra buena fórmula. Hay personas que se sienten vigorizadas cuando hacen cosas en beneficio del prójimo.
Posible es entrenarse para ser feliz, indudablemente. Verdad es también que la ciencia apenas empieza a medir, entender y construir mecanismos para llegar a esa parte de la mente que impacta positivamente en el individuo, más allá del placer circunstancial. A lo mejor esa es solo cosa de Dios.

Claudia Fernández Lerebours  es periodista
 
 
 

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