Uno de los temas más frecuentes en la consulta sexológica versa en torno a la frecuencia de relaciones sexuales. Son muchas las parejas que se preguntan ¿Cuánto es lo normal?, pero también son numerosas las que desean aumentar su frecuencia.
Sobre este tema hay algunos comentarios pertinentes. Por un lado, mantener muchas relaciones sexuales, incluso diariamente, no representa ningún problema para la salud, ni debilita físicamente y mucho menos mentalmente.
Otro aspecto importante por destacar, es que la sexualidad no se comporta como las otras necesidades físicas en las que la satisfacción de la necesidad calma el deseo. Es decir, cuando tenemos hambre, ésta se nos quita comiendo, pero no funciona exactamente igual con el sexo.
Entre más relaciones sexuales mantenga una pareja, más relaciones sexuales le pedirá su cuerpo. Mientras menos relaciones sexuales se sucedan, el cuerpo pedirá cada vez menos, hasta el punto de llegar a abolirse el deseo sexual.
Esto explica muchos fenómenos que pasan en la vida de las parejas. Muchas veces un distanciamiento emocional o físico, por ejemplo como el que condicionan algunas enfermedades o los conflictos de pareja, sin son de larga data, pueden provocar una disminución en el deseo sexual. En esas circunstancias el cuerpo no pide, no requiere, no exige ni demanda la vida sexual.
Cuando las condiciones que provocaron ese distanciamiento han sido superadas, las parejas se dan cuenta que hay gran menoscabo en su vida sexual. La sexualidad deja de figurar entre sus apetitos y muchas veces se mantiene una vida de pareja "como entre hermanos". Hay una enorme compatibilidad en el cada día pero no hay una necesidad de acercamiento sexual.
Ante estas circunstancias, en la actualidad se han diseñado una serie de programas de "sexualización", destinado a que esas parejas recuperen el deseo sexual perdido.
Dr. Mauro Fernández Sandí
Sexólogo Educador
Sobre este tema hay algunos comentarios pertinentes. Por un lado, mantener muchas relaciones sexuales, incluso diariamente, no representa ningún problema para la salud, ni debilita físicamente y mucho menos mentalmente.
Otro aspecto importante por destacar, es que la sexualidad no se comporta como las otras necesidades físicas en las que la satisfacción de la necesidad calma el deseo. Es decir, cuando tenemos hambre, ésta se nos quita comiendo, pero no funciona exactamente igual con el sexo.
Entre más relaciones sexuales mantenga una pareja, más relaciones sexuales le pedirá su cuerpo. Mientras menos relaciones sexuales se sucedan, el cuerpo pedirá cada vez menos, hasta el punto de llegar a abolirse el deseo sexual.
Esto explica muchos fenómenos que pasan en la vida de las parejas. Muchas veces un distanciamiento emocional o físico, por ejemplo como el que condicionan algunas enfermedades o los conflictos de pareja, sin son de larga data, pueden provocar una disminución en el deseo sexual. En esas circunstancias el cuerpo no pide, no requiere, no exige ni demanda la vida sexual.
Cuando las condiciones que provocaron ese distanciamiento han sido superadas, las parejas se dan cuenta que hay gran menoscabo en su vida sexual. La sexualidad deja de figurar entre sus apetitos y muchas veces se mantiene una vida de pareja "como entre hermanos". Hay una enorme compatibilidad en el cada día pero no hay una necesidad de acercamiento sexual.
Ante estas circunstancias, en la actualidad se han diseñado una serie de programas de "sexualización", destinado a que esas parejas recuperen el deseo sexual perdido.
Dr. Mauro Fernández Sandí
Sexólogo Educador
Tomado de www.lafm.com.co
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